Ding-dong. Sonó por segunda vez el timbre, el repartidor miraba el reloj constantemente, tenía prisa, ya que había varias más reparticiones que hacer, además de que la pizza se enfriaría si no se apuraba. Además no quería que su política de "30 min o es gratis" se le cobrará de su salario. Estaba a punto de tocar por una tercera vez cuando la puerta se abrió, un chico de unos 25 años estaba del otro lado, le sonrió amablemente y actuó muy natural... ¡Cómo si no acabara de abrir la puerta con solo una toalla cubriendo su intimidad! El joven repartidor no pudo evitar sonrojarse, aquella era una de las situaciones más raras que le había tocado vivir.
Guillermo, el repartidor, se quedó mudo. ¿¡Cómo se supone que debía actuar?! Tal vez lo mejor sería hacer como si nada pasara. Aproximadamente un minuto pasó, en el que un silencio incómodo y la mirada atenta de Guille se fijaba en el abdomen desnudo de su cliente.
—¿Te puedo ayudar en algo?— cuestionó el dueño de la casa.
—Hmm...— Guillermo dudó un segundo, había olvidado que hacía.
El chico que estaba a medio vestir sonrío al notar lo nervioso que puso al joven repartidor.
—Ah, sí. Am, traigo una orden para Samuel De Luque— leyó el trabajador del ticket donde estaba la orden.
Guillermo agarró la caja de pizza que traía en su motocicleta y se la entregó al chico.
—Son nueve euros— anunció el repartidor.
Samuel tomó la caja de pizza y entró a su casa, para volver a salir con su cartera y pagarle al joven repartidor, y antes de que se marchara en su motocicleta regalarle una sonrisa.
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Una semana había pasado desde aquel incidente y nuevamente Guillermo estaba en su trabajo.
—Hey, Guille— le llamó uno de sus compañeros.
—¿Qué pasa?—dijo mientras acomodaba las cajas en su vehículo.
—Te falta esta orden— anunció el otro chico.
Guille le agradeció y al echarle un ojo los tickets notó un nombre que le llamó la atención. Miró con detenimiento, pensando que era una mala pasada de su mente, pero no, decía Samuel De Luque y era exactamente la misma dirección de la vez pasada. Inconscientemente sonrío y sin dudarlo ese fue su primer destino.
Diez minutos después llegó a la casa del chico, apagó el motor de su motocicleta y agarró la caja. Esta vez solo tocó una vez el timbre y a los segundos se abrió dejando ver al mismo chico alto y con barba, solo que esta vez sí estaba vestido. Hubo unos segundos de contacto visual y se sonrieron mutuamente.
—Am...Orden para Samuel— anunció el repartidor, regalándole una sonrisa tímida.
—Gracias— sonrío de regreso y entregó el dinero.
Al momento de recibir el pago sus dedos se rozaron causando un leve sonrojo en Guille. Finalmente entregó el cambio y siguió con su trabajo.
Y así, pasaron las semanas y cada martes el joven Samuel pedía pizza esperando que el joven y atractivo repartidor le llevará su comida. Un mes después Samuel se armó de valor y le pidió su nombre, enterándose que era Guillermo. Las cosas de poco a poco se fueron volviendo más serias y comenzaron a salir. Y aunque no hayan tenido una manera convencional de conocerse, las cosas funcionaron de maravilla.
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¡Hola! :D Hoy les traigo un drabble un tanto diferente y cortito, la verdad me gustó mucho la idea y estaba rondando en mi cabeza desde hace rato xD En fin, espero que les haya gustado y pronto seguiré publicando unas cositas. Recuerden lo del juego, que me manden la frase y yo les hago un drabble o One Shot, depende de mi inspiración.
En fin, los quiero un mogollón y no olviden que estoy para lo que necesiten. ¡LOS AMO! 💚💜
-Pam
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Drabbles|| Wigetta
Hayran KurguEstá es una antología de Historias cortas del ship Wigetta, lo que significa que no necesariamente tienen que leer los capítulos en orden, cada uno es su historia separada. La mayoría son historias de amor, o dramáticas. Algunas basadas en la vida r...