Finalmente era el día, finalmente me casaría con el amor de mi vida. Cristina estaría a mi lado por el resto de mis días, seríamos una familia feliz. Todo es como de cuento. El lugar está adornado como de revista, la comida parece del restaurante más lujoso de toda Europa. Todo está de maravilla...
O al menos eso me repetía para no salir corriendo. Estaba en la habitación del hotel arreglándome para casarme. CASARME. Sentía un nudo en la garganta, sentía que no podía respirar. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Realmente quería casarme? ¡Joder! Tengo solo 27 años, ¿enserio quiero sentar cabeza? ¿Enserio quiero dejar mi vida de viajes, convenciones, experiencias únicas, para quedarme en casa a cambiar pañales? Y lo más importante... ¿Quiero dejar a Vegetta? Llevamos años siendo los mejores amigos, siendo cómplices y llevando una relación que no podría describir con palabras. No es mi novio, no es mi esposo, es mucho más que eso. Es mi alma gemela, él es el amor de mi vida. Hemos vivido tantas cosas juntos. Llevo casi 10 años conociéndole, me ha visto en mis peores momentos, y yo le he visto en sus peores momentos... Pero siempre estamos el uno para el otro.
—¿Guille, todo listo?— mi madre entró a la habitación interrumpiendo mis pensamientos.
—Todo listo— mentí.
Me tomó del brazo y me sacó de la habitación mientras me hablaba de muchas cosas que no logré entender. Yo solo asentía. Mi cabeza me estaba dando vueltas. Ella se veía tan feliz, adoraba a Cristina, le encantaba la idea de que me casara con ella. Con una mujer. Mis padres nunca se sintieron muy cómodos con lo que Vegetta y yo teníamos, oficialmente nunca les dije que era mi pareja, pero tenían una sospecha; por ello cuando les presenté a Cristina, quedaron encantados con ella, una chica super maja y bastante guapa. Realmente me gusta no lo puedo negar y la quiero, pero no la amo, al menos no como lo amo a él.
Mientras seguíamos caminando mi madre seguía hablando de la boda, de lo hermoso que estaba todo. De lo feliz que estaban todos ( Menos yo, pensé). Todo fue muy precipitado, le propuse matrimonio por presión de mis padres y su familia, pero yo no me siento seguro de nada. Realmente seguía sin poner mucha atención. Mis pensamientos me tenían atrapado. Ya casi llegábamos al salón donde sería la ceremonia faltaban solo 20 minutos. 20 minutos y mi vida cambiaría por completo.
Seguía pensando en mil y un cosas cuando de reojo alcancé a ver a alguien saliendo por la puerta. Solo verlo de reojo me bastó para saber quien era. Me excusé con mi madre y le dije que me esperara dentro, que no tardaba. Abrí la puerta y lo vi caminando hacía su auto.
—¡Vegetta!— le grité. Pero no se detuvo.
Empecé a correr hasta que lo alcancé, le tomé del hombro y volteó. Llevaba un traje que lo hacía ver como modelo, tenía la barba corta (como me gusta) y llevaba una corbata morada. Se veía tan guapo.
—¿Qué pasa? ¿A dónde vas?— le pregunté. Él me miró fijamente a los ojos, y en ese momento lo noté. Tenía los ojos rojos. Había llorado. —¿E-estás bien?— dije.
Él solo bajó la mirada y se llevó una mano a la cara, intentó cubrirse y secarse las lágrimas pero no pudo ocultarlo. Yo no soporté verlo así y lo abracé de inmediato. Él me correspondió el abrazo, su agarre era fuerte y muy firme. Finalmente comenzó a llorar de manera más evidente.
—No puedo...— me susurró al oído. —No puedo verte casándote. Simplemente no puedo verte compartiendo tu vida con otra persona que no soy yo.
Esas palabras me rompieron. Me llenaron los ojos de lágrimas y ahora también lloraba. ¿Estaba haciendo lo correcto? me volví a preguntar. Y en ese momento supe la respuesta. Nunca sería lo correcto hacer llorar y sufrir a la persona que más amo y he amado en mi vida. No podía hacerlo. No tenía el valor de renunciar a él.
—Sé que amas a Cristi— me dijo, sin soltar en ningún momento el abrazo. —Sé que tu decidiste esto, pero mi corazón no puede— finalmente se separó de mí y me tomó de las manos, me volvió a mirar a los ojos y continuó. —Escucho a todos hablando de lo bien que te ves con ella, de lo feliz que eres y de lo mucho que se aman. Y no sabes Willy, lo mucho que yo deseo tu felicidad. Y si eso implica casarte, hazlo... Pero yo no puedo estar aquí.
Su rostro se había puesto muy serio, me miraba con mucha nostalgia. Sus ojos ahora estaban más rojos, y se veía el dolor. Me intentó soltar las manos, pero yo no se lo permití, el nudo en la garganta me impidió hablar. Pero hice lo que quería hacer desde hace mucho. Lo abracé, lo besé y me puse a llorar. Finalmente tenía las respuestas a todas las mis dudas, tenía la solución a todos mis problemas. La respuesta era estar con Vegetta.
Él sin pensarlo dos veces también me besó. Llevábamos años sin besarnos así, la pasión y el amor se sentía como jamás lo había sentido con nadie más. No podía dejarlo ir. Nos separamos para tomar aire y por fin pude articular palabras.
—Te amo, Samuel. Siempre te he amado, y te amaré por el resto de mi vida. Me haces tan feliz, y fui un tonto al pensar que podría remplazarte— dije y volví a besarlo, pero él se separó.
—Willy... Tú sabes que también te amo demasiado. Pero...— se quedó callado un momento mientras veía al piso. —Pero no puedes hacerle esto a Cristina, mucho menos a María— dijo muy serio.
María... Mi hija. Aún no nacía, pero yo ya la amaba con todo mi ser. Jamás abandonaría a mi hija, jamás la dejaría sin un padre, pero... no podía casarme con su madre. No podía fingir una vida perfecta con alguien que no amaba.
—Cristina es un sol, es una dulzura, y es la madre de mi hija— dije, igual en un tono serio. Pude ver como un sonrisa nostálgica se forma en la boca de Vegetta.
—Yo lo entiendo-
—Eh, aún no termino— lo interrumpí. — Y es por eso merece a alguien que la ame. Yo te amo a ti Vegetta, te amo y nunca lo dejaré de hacer. Pero no puedo mentirle a Cristina, y mucho menos a mi hija. Si quiero ser feliz, es contigo. Quiero estar con el hombre que me ha acompañado en mis aventuras. Que me acompañó al otro lado del mundo a vivir uno de mis sueños, vivir en Los Ángeles, que siempre me sigue las bromas y se ríe conmigo. Te amo y no pienso dejarte ir— terminé y lo volví a besar.
—Entonces— se separó levemente de mis labios para poder hablar— ¿Qué va a pasar con todo esto?—dijo refiriéndose a la boda.
—No sé— respondí. —Y no quiero estar aquí para averiguarlo.
Solo bastó que dijera eso. Vegetta me miró y sonrió. Entendió perfectamente lo que quería hacer. Sin decir más nos subimos a su auto, y arrancó. En cuanto el coche salió del aparcamiento, pude ver por el espejo retrovisor a mi madre. Salió corriendo, y gritando... Lo siento, pensé. Me perdonará algún día, pero yo jamás me hubiera perdonado casarme con alguien que no amo. No sabía a donde iríamos, no sabía que pasaría después de esto. Pero lo que sí sabía, es que había hecho lo correcto. Estaba con el amor de mi vida, él único que me puede entender, y eso nunca lo cambiaría.
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Bueno... pues realmente no sé que hago por aquí. Llevo años sin escribir nada de Wigetta, pero hoy me dio un no sé qué y quise escribir esta historia. Espero que les guste...
-Pam
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Drabbles|| Wigetta
Fiksi PenggemarEstá es una antología de Historias cortas del ship Wigetta, lo que significa que no necesariamente tienen que leer los capítulos en orden, cada uno es su historia separada. La mayoría son historias de amor, o dramáticas. Algunas basadas en la vida r...