Recuerdos

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Beso su piel como si fuera la ultima vez.

Esa piel maltratada por las constante batallas libradas a favor del rey.

Beso una vez mas su piel, masajeando su espalda con sus manos, recorriendo cada centimetro de su cuerpo.

Aplicaba unguentos y curaciones que ningun juez mostraria misericordia ante las cicatrices de alguien herido en la guerra.

Se rebajaba ante ella por el solo hecho de estar completamente deslumbrado por su belleza y poder estar junto a ella, amándola en silencio.

No hablaban, solo el lavaba sus heridas, impidiendo que se infectaran, porque muchas veces las palabras no bastaban para describir esos sentimientos marcados a flor de piel como maderos en llamas.

Solo las curanderas sin rostro, mujeres traidas del Tartaro, eran testigos silenciosos de la relación.

 El mismo juez habia pedido conocer los secretos de la curacion de manos de estas mujeres y transmitírselos a ella.

Aunque, como muchos saben, no habia cura para la maldicion Satan Imperial.

— Satan Imperial, ¿ que se siente ser manipulado a traves de tu cerebro, movilizando tus neuronas con una gran cantidad de electricidad, atrofiando la masa encefalica ? Esta tecnica atrofia tu cerebro, inyectando adrenalina y una gran cantidad de sangre que asciende al cerebro, provocando locura y psicosis — dijo una de las curanderas una vez.

— ¿ Cual es la cura ?

— A veces la cura es peor que la enfermedad. La unica manera es matar a alguien, liberando toda la sangre acumulada en un ataque desgarrador. Pero uno no tiene conciencia cuando en unas horas la tecnica se propaga a traves del cerebro hacia los diferentes organos. Si esto persiste sin haber asesinado a nadie, es muy probable un ataque cardiaco causando la muerte instantánea — respondió la monja de Tártaros, haciéndole una reverencia.   

— Entonces no hay cura para una tecnica tan progresiva y psicopata. Es digna del santo que se encuentra en la casa Géminis.

— Ve con ella, tienes que partir con tu ejercito al santuario. Son ordenes de la señorita Pandora.

Ella estaba descansando cuando el la encontró durmiendo. Lo sentía por su respiracion lenta y tomo una decision que no lamento.

— Violate, escucharas cosas que no son ciertas, otras que lo son, pero sigue tus instintos y no te dejes influenciar por tu temperamento.

La fuerza no controlada puede acabar contigo y con las esperanzas de ganar la guerra santa.

Yo no soy quien crees, antes de llevar el surplice ( sapuris ) de Aiacos de Garuda forme parte de los santos de plata de la diosa Athenea.

Me llamo Suikyo, solo tu conoces mi verdadera identidad. Quizas en el futuro esto te sirva de ayuda.

No me considero un traidor, aunque parezca lo contrario.

En estos momentos voy camino al santuario, descubrire la verdad por mi mismo a medida que vaya cruzando los templos sagrados, traere la cabeza de Athena en bandeja de plata para nuestro señor Hades.

Si llego a morir, quiero que sepas que te amo y que si las cosas hubieran sido diferentes hubieramos tenido una vida tranquila juntos, conociendo nuestros secretos y porque decidi jurar lealtad al rey del inframuno cuando Athena rechazo traer de vuelta a la vida a mi hermana.

No hagas una estupidez y sigas este legado.

Aiacos beso los labios de Violate y partio a lo desconocido caminando sobre sus pasos recordando la amistad con Dohko de Libra y los tiempos transcurridos al lado de su alumno Tenma de Pegado.

La muerte lo esperaba y quiso ser egoísta dejando a Violate segura en el castillo, pronto ella despertaría descubriendo la verdad, pero en ese entonces ya habría partido y estarían muy lejos, concentrándose en superar una a una las 12 casas conociendo de antemano a los santos que las ocupan, sin saber que ya en ese momento su corazón daba muestras de flaqueza, porque la verdad era que no estaba del lado de ningún dios, buscaba superar la perdida de su hermana y porque a veces la vida era tan injusta poniendo a unos contra otros.

Antes de morir, tres pétalos de la flor de cerezo viajaron a través de las 12 casas con un mensaje : la sorpresiva resurrección del decimotercer santo dorado.


La Caja, La Espada y La ArmaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora