2.

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{Sara Gómez en multimedia}

Sara.
—Bien, haremos estos trabajos de forma sencilla —comenzó a hablar el profesor caminando entre los pupitres, según él, eso le daba "orden" a la clase.

—¡Aburrido! —gritó Brandon, el típico chico guapo pero no aplicado. El maestro solo lo ignoró y retomó su clase.

—¿Individual, parejas o equipos? —el maestro  pidió la opinión de nosotros, y nadie habló.

Yo lo quería hacer individual, siempre me toca con los que nunca trabajaban. Mi suerte era la mejor.

—Equipos, prof, sería más trabajo si lo hacemos individual— Laura, habló y cuando terminó enrolló la goma de mascar que tenía en la boca en su dedo índice mostrando superioridad.

Patética.

Daniel me miró de forma divertida, tal vez, fue la expresión de asco que había hecho anteriormente. O tal vez, notó lo mal que me caía por ser la novia de Daniel.

—Bueno, equipos serán —ordenó y giré los ojos. Joder.

Comenzó a hacer equipos de cuatro. Y los que quedaban eran muy pocos.

—El penúltimo equipo será... Daniel, Anne, Jesús y Montse —suspiré mentalmente.

Gracias Dios.

—Esperen... Cambio, Sara te cambias por Montse, y Montse necesito que le des un poco de apoyo al último equipo, en especial a Brandon.

—¿¡Qué?! —gritamos las tres al unísono.

—No, no, no, profesor, ha hecho algo mal, que yo no puedo tocar con esos —Ann alzó la voz un poco refiriéndose a los gemelos Oviedo y tocó el timbre para finalizar las clases.

—Maestro, creo que soy lo suficientemente buena para poner a Brandon a trabajar... —me puse delante de él, evitando que saliera del salón.

—Sé que si te pongo en el último equipo harás el trabajo tú sola, buen día. —sonrió falsamente, cogió su maletín y tomó un atajo para salir del aula.

—Felicidades equipo, espero que disfrutes estar con Sara, Ann. —Montse le miró de mala manera y salió del salón enojada.

Montse era extremadamente celosa conmigo, ya que siempre fuimos amigas, y no le agradaba para nada la idea de que me hiciera amiga de la que peor me caía del salón.

—Jo... Que humor —Ann se quejó y yo solo suspiré. Pronto lo arreglaría.

Volteé a mi alrededor y los únicos que estaban en el aula eran los gemelos Oviedo y nosotras. Vaya suerte, tío.

—Parece que somos equipo, guapas. —Jesús le guiñó un ojo a Ann.

—Desafortunadamente.

—¿Qué pasa rubia? ¿Desde cuándo ya no te gusto? —este levantó las cejas burlándose.

—Una cosa era fingir que me gustabas para tener chicos buenos detrás mía y otra cosa fue caer por ti, no te confundas moreno. —Ann le guiñó el ojo con superioridad mientras Jesús le miraba enojado y sorprendido a la vez, esta entrelazo nuestros brazos para salir de aquel salón.

Y tenía razón, desde que Ann salió con Jesus los chicos, normalmente, estaban por y para ella todo el día.

—¿A quién queréis engañar, tío? ¿Desde cuándo sois tan amigas? Se odiaban a morir. —Daniel abrió la boca después de varios minutos.

—No te importa, copiesilla. —Ann contestó por mí y salimos de ahí.

—Joder, ¿y ahora qué hacemos? —pregunté preocupada.

—Así nunca saldrá bien nuestro plan, castaña, lo sabes ¿no? —resopló ruidosamente y asentí. ¡Claro que lo sabía!

—Tenemos que convencer al profesor —ambas dijimos al mismo tiempo y sonreímos, después de todo, no estaba tan mal ser su amiga, teníamos una conexión increíble.

El profesor se encontraba en su descanso con una taza de café en las manos. Entramos sin pedirle permiso y nos paramos justo enfrente de él.

—Queremos un cambio. —ambas pedimos sonando al unísono, mordí mi labio esperando una respuesta.

—Saben la respuesta... —bebió café y tomó algunos exámenes para revisarlos.

—Por favor —rogué esta vez.

—Bien, podrán hacerlo en parejas, nada más con su equipo, no me pueden deshacer los demás, ustedes deciden con que gemelo quieren estar y se acabó. Y niñas... Tengo trabajo que hacer, retiraros, por favor. —Mario, el profesor pidió amablemente y resoplamos.

Daba lo mismo íbamos estar con ellos.

—¡Ya sé, rubia! —chasqueé los dedos, dando a entender que tenía una idea— Tú con Dani y yo con Jesús.

—¡Cambio de parejas! Me encanta, así una ya podría hacer el trabajo bien sin estar nerviosa y matándolos con la mirada al mismo tiempo.

Nos dirigimos con ellos, quienes se encontraban en el patio con su bolita de amigos no algo tontos para ser honesta, pero guapos.

—Hacemos el trabajo por separado —Ann interrumpió sin miedo ni nerviosismo— Daniel vas conmigo.

—Y Jesus conmigo, y si no quieren trabajar así intenten convencer al maestro —comenté yo fingiendo desinterés.

—¿Y por qué yo no puedo ser contigo? —Daniel me tomó por el brazo tomándome totalmente desprevenida.

—¿Qué dices? —me solté rápidamente de su agarre— ¿Desde cuándo te importa quién es tu pareja?

—Si me das una oportunidad juro trabajar contigo, haré lo que quieras, Sara —rogó y todos sus amigos le miraban divertido.

—¡Oviedo rogándole a una mujer! —gritó Cristian llamando la atención de todos.

«A ver, Sara, tranquilízate. No le mires a los ojos y no muestres debilidad, mucho menos nerviosísimos»

—Mmm —puse mi dedo índice en la barbilla fingiendo pensar la respuesta— Me estaría arriesgando mucho, no trabajas y eres un muy mal compañero —finalicé y me di la media vuelta y comencé a caminar a la entrada del instituto.

¡Vaya! ¿De dónde había sacado ese valor de contestarle de esa manera?

—¡Tia! ¡Qué lo dejaste flipando! ¡Eres la nueva ama de la escuela! ¡Dejaste a Dani arrodillado enfrente de ti! —Ann se aventó contra mí emocionada— ¡Esa es mi chica!

Reí nerviosa.

—¿Sí? ¿Me ha salido bien? —chasqueé la lengua.

—¡Hombre! ¡Qué va! —mencionó emocionada— Ahora, vamos a hacer las reglas para olvidar a los gemeluchos. Y tú, estas yendo muy bien —murmuró con malicia— Los haremos sufrir, Sarita, y una vez que entras al equipo Ann, nadie sale.

—Nunca pensé en echarme para atrás —me encogí de hombros.

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No pasen de mí...
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¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora