11.

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—Hola princesita —mi padre saludó con cierta emoción.

—¿Por qué tan felices? —sonreí viéndolos.

—Mañana es tu cumple, cielo —mi mamá sonrió emocionada.

—Yay, por fin 18. —sonreí— casi soy legal, podré hacer lo que quiera.

—Ya lo haces, hija —mi mamá volvió a sonreír.

—Me están dando miedo... Y del bueno —les miré de forma rara.

—¿Te acuerdas de un regalo que siempre has querido? —preguntó mi padre.

—¿50 fundas para el móvil? —le di una mordida a mi tostada.

—Nop.

—¿Matar a los gemelos Oviedo?

—Eh... No, pero gracias por recordarme que ellos vienen a cenar —mi madre aplaudió emocionada.

—¿Qué? Yo a esos no los acepto aquí ni en broma. —mire mal a mi mamá.

—Bueno, a lo que estábamos... Adivina.

—¿Un carro?

—Piensa bien, hija.

—¡¿Me completaras para compararme mi propio departamento?!

—¡Bingo! —mi padre aplaudió en el momento que adivine.

—¡La mejor noticia del mundo! —me paré de la silla y abracé a ambos.

—Hemos visto algunos que están muy cerca de tu instituto, y además están muy baratos, conociéndote, sé que te encantara. —mi mamá me devolvió el abrazo.

(...)

Llegué al instituto con una sonrisa que no me la podía quitar nadie.
Se preguntarán por los Oviedo, bueno, desde ese día de detención jamás le volví a dirigir la palabra a Daniel, estuvo una semana rogándome para que le hablara y yo hice caso omiso a sus palabras, hasta que por fin se cansó y dejo de insistir. Con Jesús, no nos hablamos para seguir el plan de cómo olvidar a los Oviedo, y hasta ahorita las cosas van muy bien y vamos progresando.

—¿Por qué tan feliz? Te dieron un buen polvo anoche ¿no? —Ann preguntó emocionada.

—Mis padres pagaran lo que falta para que obtenga mi propio departamento, desde enana he estado ahorrando y por fin se cumplió mi sueño.

—Que flojera, eh, lavar ropa y trastes sin compañía.

—A mí me encanta, no hay nadie que me moleste. —me encogí de hombros restándole importancia.

—Saliendo del insti, vayamos a verlos —aconsejó guardando su móvil en la mochila.

—Por mí vale.

Al finalizar las clases, fuimos a ver los dichosos departamentos que se encontraban cerca del colegio.

Hasta ahorita, los que me gustaban estaban muy caros, y los que menos estaban baratos, bufé exasperada, es que no había ninguno para mí.

—Por último tenemos este —la chica, que no me daba buena espina, sonrío abriendo la puerta del departamento.

Me quedé asombrada, tenía una vista preciosa, una cocina y además tenía dos habitaciones, un baño, y para terminar una sala de estar, ¡no podría estar mejor!

—¿Y la renta? —pregunté mordiéndome el labio, no quisiera que este fuera el más costoso.

La señora que no me daba buen gusto y yo, decidimos un trato, y según ella, me están ayudando muchísimo ya que me lo estaba dejando a mitad de precio, cosa que agradecí mentalmente.

¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora