27.

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Me desperté y me dirigí a la cocina aún un poco dormida.

Abrí el refrigerador y solo había cereal, echo de menos las compras de mi mamá, bufé, ya entiendo porque Daniel ayer cenó solamente cereal. Había una nota pegada en la leche, wow Daniel, que inteligente eres.

La tomé y comencé a leerla.

"Sé que si la pegaba en la nevera no te importaría por eso la puse en la leche..." Levante las cejas asombrada, tenía razón "Necesitaba ir a hablar con Jesús de algunas cosillas y probablemente no estaré en el departamento hasta las 8:30 pm que es cuando pasaré a recogerte, ponte más guapa de lo que eres,,,,"

Me hice una trenza de lado toda despeinada, me lave los dientes y me puse cualquier short y una blusa para dirigirme a casa de Ann, ella haría magia en mí después.

(...)

—Joder, es que estás preciosa —Ann me miró satisfecha— hice un gran trabajo.

Me reí, estaba vestida de lo más casual.

—¿Qué hora es? —preguntó mirando su celular— 8:15 —se contestó a ella misma.

—Upss, me iré yendo a mi departamento —le avisé y chasqueé la lengua al terminar.

—¿No te puede recoger aquí?

—Se supone que no, se dará cuenta que planeamos la doble cita.

—Tienes razón —me dio dos besos en la mejilla y me abrazo— suerte, nos vemos allá.

(...)

—¿A dónde vamos? —le pregunté a Daniel mientras íbamos en el carro.

—Tengo pensando algo, pero seguramente quieres comer, ¿no?

—Sí —asentí poniendo la radio.

—Elige un lugar para cenar —me sonrió y me puse nerviosa.

—Um... ¿Podemos ir al de la comida italiana? —le sonreí buscando una estación con canciones buenas.

—Por mí vale —dio retorno y se pudo en marcha hacia ese restaurante. —Espera que yo te abro la puerta.

Sonreí, a veces era lindo cuando se lo proponía.

Abrió mi puerta y después la cerró, para luego entrelazar nuestras manos, tiene confianza el niño.

—Creo que ya van a cerrar, vayamos a otro —me jaló del brazo sin hacerme daño y lo paré.

—Dani... —le miré amenazante y casi rogándole con la mirada.

—Ahí está mi hermano y Ann... Podemos... —seguí viéndole amenazante— Vale, comeremos aquí —rodó los ojos y abrió la puerta de vidrio para entrar.

—¡Sara! —Ann gritó desde su mesa llamando la atención de todos y dirigiéndose conmigo. —¡Pero qué sorpresa!

—Ya ves... —le seguí el rollo— ¿Qué hacen aquí?

—Solo cenábamos, se pueden unir —Ann nos invitó— A Jesus no le molestaría.

Jesus nos dio una mirada incómoda, y predecía que su cita no estaba yendo bien.

¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora