35.

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¿De verdad que empezar de cero con Daniel había sido una buena idea?

Esa pregunta me daba vueltas en la cabeza y no lo podía dejar pasar.

—¿En qué tanto piensas, Sarita? —Ann me preguntó alzando una ceja.

—Nada —le traté de sonreír.

—Dímelo. Te conozco. —ordenó viéndome a los ojos.

—Es Daniel. —suspiré— tú sabes todo lo que he hecho por él y...

—Ya no le des tantas vueltas y deja que las cosas fluyan, que las cosas sucedan.

Asentí con la cabeza no muy segura de lo que había dicho.

(...)

Como habíamos dicho, los cuatro habíamos salido teníamos pensado ir al cine, y después ir a cenar.

Los tres se la pasaban riendo y juro que yo también quería estar igual de feliz con ellos pero algo me lo impedía.

—¿Estás bien, no? —Jesús de pronto se acercó hacia mí.

—Sí, obvio.

—No se nota mucho —contestó de vuelta.

—Pero de verdad estoy bien —le traté de sonreír.

No estaba muy cómoda y menos acordándome de todo lo que había pasado.

—Bueno, ¿y qué película veremos? —preguntó Ann con una enorme sonrisa uniéndose a nosotros para luego, abrazar a Jesús.

–Por mi una de comedia estaría bien, ¿no? —Daniel habló para después sonreírme.

—¡Una de terror! —Jesús opinó.

—¡No! Tengo que admitir que soy algo miedoso —Daniel hizo un puchero.

—¿Un poco? —Jesús se rió.

—Pues tengo una idea. Daniel y Sara compran de comedia y Jesús y yo una de terror, ¿si? —Ann habló emocionada.

—Perfecto. —Jesús le dio un beso corto en sus labios y Ann se sonrojó.

—Bueno, yo compraré los boletos —Daniel se ofreció y tomó mi mano.




Daniel.

—Sara —la llamé al ver que estaba perdida en sus pensamientos— Tierra llamado a Sara —moví mi mano frente sus ojos hasta que reaccionó, me reí— ¿qué pasa?

Negó con la cabeza y trató de sonreír.

Algo anda mal.

—Puedes decirme.

—Perdón pero no puedo. —dio pasos hacia atrás alejándose de mí.

—¿A qué te refieres? —le pregunté sin entender.

—No puedo estar así contigo, perdón. —su mirada se notaba triste y se alejó. Se alejó sin más dejándome "plantado".

(...)

—¿Entonces no viste ninguna película? —negué con la cabeza cuando Jesús preguntó. —ahora entiendo todo —susurró.

—Ella es muy difícil —resoplé.

—Tú hiciste que ella se hiciera así —Jesús la defendió.— Deberías de ir a donde está viviendo ahorita y hablar con ella, digo, sin en verdad la quieres.

¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora