23.

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—¿De qué me estás hablando Sara? Joder —Ann trató de comprender, mientras yo caminaba de un lado a otro por la cafetería, que por cierto, estaba vacía.

—Que están enterados de nuestros planes —expliqué mordiéndome el labio tratando de calmarme.

—A ver, siéntate, que yo tampoco entiendo —Salma se paró para sentarme en su silla.

—¿Son estúpidas desde enanas o van perfeccionándolo con el tiempo? —pregunté sarcástica.

—Es que lo que no logro entender es de cómo se enteraron —Salma se quedó pensando en una posible explicación.

Y la verdad, yo tampoco sabía cómo se había enterado.

—¿Y Jesus lo sabe? Dios, ¿quién fue? —Ann preguntó.

—¡Montse! —Ann y yo hablamos al unísono.

—¿Montse?

—A ver, pensemos primero en el porqué. —Ann murmuró.

—Pues yo no lo sé —me les quedé viendo seriamente— pero vamos a averiguarlo hoy mismo —crucé mis brazos decidida.

—Ya, ¿y qué le dijiste a Daniel? —Ann preguntó y frunció el labio.

—Pues obviamente nada, le había dicho que qué tipo de plan era ese, que yo nunca lo había escuchado y llegamos al departamento y me encerré en mi habitación —suspiré.

—Si se entera que lo que le dijiste es una mentira estas jodida, amiga —Salma comentó y tenía razón.

Sonó el timbre, y los alumnos comenzaron a salir de los salones haciendo que la cafetería se llenara.

—Lo bueno que el maestro de ingles nos dio la clase libre y alcanzamos a comer nuestras deliciosas rebanadas de pizza —Ann asintió con cierta felicidad— lo malo es que correré mil horas para quemar una caloría.

—Hablando de la reinita de Roma —sonreí sarcástica al divisar a Montse a lo lejos saliendo de la cafetería.

—¿irás a hablar con ella ahora? —mi castaña amiga preguntó y asentí, no perdería esta oportunidad.

—¿Te acompañamos? —Ann preguntó y negué con la cabeza.

Encontré a Daniel en la mesa que estaba al final de la cafetería estaba riendo con sus amigos, esta sí era mi oportunidad ya que él no podría escuchar.

Montse se encontraba sacando sus libros, según ella tenía un examen importante.

—¿Se puede saber de qué vas? —le pregunté de mala manera.

—¿De qué voy? No sé a qué te refieres —sonrió falsamente.

—Sé que tú fuiste quien le chismeó a Daniel todo.

—¿Eh? ¿Estás bien de la cabeza o...?

—No estoy para juegos, Montserrat. —le miré mal.

—Míralo por el lado bueno... Ya que él está enojado contigo será mas fácil olvidarlo, amor, me deberías de agradecer por esto.

—¿Agradecerte? Por Dios, deja de comportarte como una inmadura, deja de comentar cosas que no, deja de meterte en estas cosas.

—Ah... Entonces, ¿verdad que yo no mentí cuando dije que tú hiciste un plan para olvidarte de Daniel? —echó una mirada rápida atrás de mí pero le reste importancia.

—Déjalo.

—Dime si mentí o no.

—No mentiste, Montserrat.

—Pues vaya, no sé cómo puedo tener una compañera de cuarto tan mentirosa —cerré los ojos con fuerza, joder, joder.

—Vale, que yo aquí ya he acabado eh, nos vemos, besitos —alargó la última consonante y se colgó su mochila en su hombro para caminar.

—Me mentiste, creaste un plan para olvidarte de mí, quién sabe cuántas mentiras me has dicho.

—Ese plan lo habíamos hecho mucho antes de que tú y yo viviéramos juntos, pero el plan ya se estaba deshaciendo. —admití cabizbaja. Me sentía tan estúpida.

—Eres lo peor de este mundo, Sara. No te lo puedo creer. —murmuró totalmente furioso.

—¡No me hables así! —lo reprendí al segundo también enojada.— Yo no tengo la culpa de todo esto.

—¿Y entonces quién la tiene? ¿Yo? —escuché la voz de Daniel ofendida pero sin dejar de lado su enojo.

—¡Pues en cierta parte sí! —exclamé.

¿Esto tenía que pasar ahora? ¿Justo ahora?

—A ver, dime porqué. —habló completamente furioso.

—¿Quieres saber por qué traté de seguir un plan para olvidarte? Porque eras un patán el cual solo juega con las personas, porque tú no valorabas lo que tienes, porque tratas a las mujeres como se te da tu regalada gana y yo solo quería olvidarte para no salir lastimada, no sé porqué te ofende tanto si lo que digo es verdad.

Rió amargadamente y me miró.

—No sabes nada de mí —clavó su mirada en mí.

—Tal vez no, pero tus actos me dieron a entender eso.

—No sé qué quieres de mí Sara —bufó frustrado.— ¿Qué quieres que haga para que entiendas que de verdad me importas?

—Mira, lo mejor sería hablarlo en otro lado —mire a mi alrededor, los pasillos se llenaban de poco a poco.

—No, quiero hablarlo ahora —me tomó del brazo. Y me llevó al cuarto del conserje en donde normalmente están los trampeadores y escobas. —¿Qué quieres que haga para que entiendas que de verdad me importas? —repitió.

—Nada. —le contesté viéndole a los ojos. Y era verdad, él y no tenía que hacer nada porque le creía después de estar para mí cuando lo necesitaba.

—¿Entonces? —me preguntó clavando su vista en mí.

—¿Es qué porqué tu no entiendes que ese plan ya es pasado? ¡No entiendo porqué te enojas tanto!

—Porque no quiero perderte, es eso. Porque sé que he cometido muchas estupideces y que te he hecho sufrir pero no quiero tenerte lejos más.

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BUAAAAA, QUE CREEN QUE PASE???

¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora