33.

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—¿Y? —Ann respondió totalmente interesada en lo que le decía.

—Nada, que no me ha llamado ni tampoco me ha hablado desde hace día —terminé suspirando.

—Joder Sara, si yo fuera Daniel tampoco te hablaría —Ann frunció el ceño.

—¿Estás de mi lado o estás con él? —levanté una ceja ofendida.

—Anda que te acompaño por tu comida —Ann se paró de la silla de la cafetería para hacer la fila y sobre todo, tratando de cambiar el tema.

—Guapa —Jesús murmuró en el oído de Ann llegándole por detrás.

—¡Feo! —Ann se dio media vuelta para abrazarlo por el cuello.

—¿Qué tal llevas tus clases? —sonrió de lado abrazándola por la cintura mientras Ann jugaba con la cadena y un anillo que colgaban de su cuello.

—Bien, ¿tú? —sonrió sonrojada.

No me acostumbraba a verlos juntos.
Estás solo celosa porque ella sí tiene pareja y tú aún no.
Mentira.

Estaba tan clavada en verlos que no me di cuenta que Daniel estaba ahí.

Suspiré, no quería verle la cara tan temprano.

Me paré de esa silla.

—¿A dónde vas, cuñi? —Jesus preguntó con una sonrisa en la cara.

—Comprar, ¿no ves?

—Anda, que Dani te acompaña, ¿a que sí? —Ann lo empujó hacia mi.

—Es que puedo ir sola. —contesté viéndole mal a Jesus y sobre todo a Ann.

—Que no, que no, que mi hermano guapo te acompaña —me guiñó un ojo y rodeé los ojos.

—Paso. No quiero. —Daniel contestó peinando su tupé para luego relamer sus labios.

—Y yo tampoco así que bueno —contesté caminado para hacer fila y comprar.

La fila no estaba tan larga, gracias a Dios. Daniel se puso atrás de mí y le miré mal, ¿era en serio?

—¿Qué? Tengo hambre. Y aquí es el único lugar en donde puedo comprar comida. —se cruzó de brazos firme.

—Si yo no te dije nada. —me crucé de brazos, imitando su acción.

—Tu mirada me dijo todo. —se defendió y rodeé los ojos.

Qué niño tan más pesado.
Pero te gusta.
No.
Lo que digas.

—¿No vas a avanzar? —Daniel me sacó de mis pensamientos, volteé hacia delante y la fila ya había avanzado.

No respondí y caminé.

—¡Dani!

Como no, Laura y Montse tenían que llegar a arruinar todo.
¿Celosa?

Hola chicas —Daniel sonrió.

—No te vimos en clase de español, ¿en dónde estabas? —la pelirroja preguntó batiendo sus pestañas exageradamente. Que chillona, por dios.

—Me salté la clase y me quede aquí en la cafetería.

—Uh, el chico malo está regresando, eh —Montse rió con falsedad y rodeé los ojos.

¿Por qué no se callan?
¿Por qué tú estás escuchando su conversación?
Tienes razón.
Siempre la tengo, cari.

¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora