18.

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—Ya despierta por Dios —moví a Daniel tratando de no hacer muy bruscos mis movimientos.

—Déjame —se quejó.

—Bueno, ¿al menos podrías soltarme? —bufé y negó con la cabeza abrazándome por la cintura.

Me sentía incómoda y tan bien a la vez.

—Llegaremos tarde, ¿sabes?

—Podemos faltar hoy también —negué con la cabeza, esa no era una opción.

—¿Sabes qué si en este semestre tengo malas calificaciones mis padres me llevaran a Murcia con ellos?

Porque sí, a mis papás les gustó tanto Murcia, qué decidieron quedarse a vivir ahí.

—Um... —suspiró y se paró con pereza— cada día te odio un poco más.

Me paré de la cama y lo primero que hice fue estirarme. Al igual que él.

—¿Cómo amaneciste hoy? ¿Ya mejor? —abrió el cajón de sus pantalones, la verdad es que él era más ordenado que yo, para que mentir.

—Esto no se me pasará dentro de mil meses —suspiré frustrada porque me conocía, y la muerte de algún familiar era mi punto débil.

—Estoy aquí, ¿vale? —asentí con la cabeza.

—Iré a mi habitación.

—¡Aleluya! —exclamó riendo.

(...)

—¿Quieres que te acompañe? —Daniel preguntó buscando su mochila.

—No, estoy bien —me miró y chasqueó la lengua.

—Vale, pero, ¿Segura? ¿Ann vendrá?

—Ann está enferma, creo que vendrá David en su coche —tragué saliva con dificultad, sabía que a Daniel me molestaba.

—Ah. —murmuró y salió del departamento.

Como había dicho, David pasó por mí junto con su hermana Salma, quien estaba en mi salón. Me llevaba muy bien con ella de hecho, pero hablábamos más en secundaria que ahora.

Salma iba hablando que iría a un concierto pronto de Shawn Mendes, y nos quería invitar a mí y a Ann, obviamente, las dos pasaríamos a decirle a Ann a su casa después de la escuela.

Llegamos al instituto y todos me miraban de forma muy rara.

—¿Por qué te miran tanto, Sara? —me miró confusa e hice lo mismo, ni yo lo sabia.

—No tengo ni la más mínima idea. —murmuré.

Entramos al salón, no sin antes sacar los libros, Salma se sentó a mi lado y comenzamos a hablar hasta que llegó el profesor.

Durante toda la clase sentía la mirada de todos, y eso me incomodaba demasiado, ¿había hecho algo? Me sentía intimidada.

Al terminar la clase, cuando salí a los pasillos con la castaña de mi amiga, todos comenzaron a murmuran cosas.

—¡Sara! —gritó Brandon animadamente.

—¿Hola? —saludé dudosa y Salma le miró de mala forma. —¿Me puedes decir por qué todos me miran?

—A eso venía, ¿no has entrado al gimnasio del instituto? —negué confusa— Deberías —terminó con una risa burlona y su grupito de pijos también lo hizo dejándonos desconcertadas.

¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora