28.

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Ann.

Al principio de la cita, no iba yendo nada bien, ninguno de los dos hablaba, o él estaba nervioso o simplemente no quería hablar, éramos como dos desconocidos a los cuales les habían obligado a tener una cita. Al llegar Daniel y Sara me alegró mucho, y cuando se fueron, Jesus y yo sacamos un buen tema de charla y al final, ya nos estábamos contando de todo tipo de cosas.

—De hecho... —Jesus paró de reír al igual que yo— Yo te quería preguntar algo desde hace mucho... —comenzó a ponerse serio.

—Dime —sonreí para que siguiera, lo veía un poco inseguro.

Se relamió los labios y tomó aire.

—No sé si sea el momento, porque estos días hemos estado muy bien, y... —se mordió el labio— Siento que en algún momento lo tenemos que hablar.

—¿A qué te refieres? —le pregunté totalmente confundida.

—Ann...

—¿Es malo? ¿Te liaste con otra? —le pregunté con el ceño fruncido.

—¿Qué? ¡No! Ann, quería hablarte de nosotros.

—¿Nosotros? —le pregunté aún más confundida.

—De lo que pasó en esa fiesta, Ann.

Mi mente comenzó a ser refrescada, de eso quería hablar.

—No me gustaría hablar tanto de eso.

—¿No? ¿Y por qué no?

—¿Porque estamos hablando de la noche en la que me dejaste, tal vez? —Giré los ojos y después resoplé.

—Yo no te dejé, tú hiciste que te dejara. —renegó viéndome.

—Al fin de cuentas eso es dejar.

—Ya, pero me diste razones para dejarte.

—¿Yo? ¿Y se puede saber por qué? —le miré incrédula, es imposible que me esté diciendo esto.

—Tú te liaste con mi hermano —abrió la boca indignado.

—¿Es que tú eres idiota? Yo nunca lo hice.

—Oh, ¿no te acuerdas? Estábamos en una fiesta.

—Tú estabas, no yo —le miré mal, es increíble que todavía me siga acusando.

—Tú también estabas.

—Yo estaba en mi casa, Jesus.

—¿Y tú eres sonámbula y caminaste a esa fiesta dormida o cómo?

—Nadie dijo que me encontraba dormida.

—Sí, bueno, ese no es el punto.

—¿Y entonces cuál es? —vacilé.

—Solo quiero que me digas la verdad.

—¿Qué verdad dices? —suspiré cansada.

—De que si te gusta mi hermano o no.

—¡Tú hermano no me gusta!

—¿Y entonces?

—No pienso discutir contigo en un restaurante.

—No, quiero que me digas —ordenó.

—¿Sabes lo que pasa? Que esa noche yo estaba en mi casa tratando de sacar buenas calificaciones para poder ir a Texas a visitar a mi abuelo, tú sólo querías una excusa para terminar conmigo y ya está, ¿crees que tus amigos no me lo dijeron? Agh te dije que no quería hablar del tema. —suspiré para tranquilizarme, tampoco era lo mío hacer el ridículo en un restaurante.

¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora