¿Cómo olvidar a los Oviedo? {Gemeliers}

9.

—¿Y entonces? —David acomodó mi pelo detrás de la oreja, mientras estábamos en un parque sentados a las 3 de la mañana.

—Pues eso, que no sé qué le pasa conmigo —suspire rendida parando el llanto.

—Te ayudaré, ¿vale?

—¿Qué?

—Que te ayudaré a olvidarlo —sonrió con ternura.

—Apenas me conoces hoy, no te deberías de fiar de mí.

—Se ve que eres una buena persona, además, te he visto en el instituto. —soltó una carcajada y le miré confusa.

—¿En el instituto? ¿Qué dices? —limpié mis lagrimas.

—Sí, mi hermana está en tu salón, y mis papás son un poco sobre protectores y quieren que yo pase siempre por ella, te veo en la salida casi siempre.

(...)

¿Ya te dormiste o también tengo que ir a cantarte? —David.

Sonreí inconscientemente. Estaba loco.

Estoy bien. —Sara.

Vaaale, pasaré por ti en la salida para ir a comer —David.

Mis padres no me dejan salir con extraños😝 —Sara.

Digamos que soy tu amigo del instituto 🤓 —David.

JAJAJAJ, pues vale, mañana será, ojo que tampoco estoy confiando plenamente en ti, eh. —Sara.

Ya duerme niña jeje, son las 4:25 de la mañana y tienes clases en menos de dos horas —David.

Ni de chiste iré a la escuela.
Cerré mis ojos y acomode mi almohada para poder dormir tan cómodamente como siempre.

—¡Sara! —mi madre gritó al verme aún dormida.

—¿Um? —volteé la almohada y la acomode nuevamente.

—¿Por qué no fuiste a la escuela? Joder.

—Mamá, por favor, esa boca —le vacilé y me quitó la sabana que tenía enredada en mi cuerpo.

—Ag, después de que venga del trabajo hablamos Gómez, me iré a una junta importante —suspiró cansada.

Tomé mi celular y chequé la hora; 1:35 de la tarde, bien. Suspiré mentalmente.

Revise los mensajes que tenía eran miles de Ann, dos de David, uno de ¿Daniel? Y otro de Jesus.

Vaya, una ya no puede faltar al instituto porque la echan de menos.

Los mensajes de Ann se trataban de: Eres una zorra por haberme dejado con todos estos idiotas, como te atreves, te odio, etc.

Rodeé los ojos divertida y le contesté.

Heeeey, por qué no me dijiste que no vendrías en instituto? —David.

Quedamos otro día, ok. —David.

Y ahora, esta enojado, bien Sara, bien.

A ver, Sara, si faltaste por lo que te dije en la fiesta, es mentira, joder, no quiero que estés a mis pies y bueno... Perdón? Eh, no sé qué decir, Adios? —Daniel.

Sara, le he entregado el trabajo al profesor, ha dicho que lo tendremos que volverlo a hacer por copiar y pegar la información de Wikipedia, y ahora lo quiere con 5 páginas más.... Lo siento —Jesús.

Contesté todos los mensajes menos a Dani, suspiré cansada y me levanté para desayunar algo.

Y mi día solo se basó en ver películas y series.

Apagué la tele al ver que mi mamá había llegado del trabajo y me fui corriendo a mi habitación haciéndome la dormida para que no me diera su típico sermón, y gracias a Dios funcionó.

Mi despertador sonó y lo apagué malhumorada, lo único que yo quería eran vacaciones y ya.

Llegué al colegio y saqué mis libros del casillero.

—Hola Sara... —Jesús y Daniel me hablaron al unísono.

Estaba molesta con ambos, con Jesus porque repetiremos el trabajo con 5 páginas extras y con su gemelo por ser un patan.

—Haré el trabajo mañana, Jesús. —suspiré cansada.

—Es que, quiero hacerlo contigo —vi que Daniel frunció el ceño, ¿estaba celoso?

—Bien. —cerré el casillero y les di la cara a ambos —¿Qué? —dije al ver que no se movían y no dejaban de mirarme.

—¿Quedamos hoy, Sara? —Dani preguntó cómo un niño pequeño, como si ayer no me hubiera dicho semejantes palabras.

—Saldré. —contesté borde.

—¿Qué tal mañana?

—Ocupada.

—¿El jueves?

—También.

—¿Qué me dices el viernes?

—Justo todo este mes me pillas ocupada, y —pausé y me hice la pensativa— de hecho, todo el año estaré ocupada, ¿algo más?

Dani se quedó sin habla, al parecer nadie le había hablado así y pues bueno, me gusta ser la primera.

Les deje con la palabra en la boca y camine con mis libros en la mano cansada de lo que me estaba pasando últimamente.

—¿Se puede saber por qué me dejaste en visto los mensajes y no me conteste? —gritó haciendo que todo el pasillo pusiera atención en nosotros.

Lo ignoré olímpicamente y me adentré a mi salón, necesitaba despejarme de él por el momento.

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