23 || Sangre de unicornio

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Harry

Si las miradas matasen, Draco Malfoy estaría inerte en el suelo desde hacía un buen tiempo.

Después del regaño de la profesora McGonagall y semana y media, donde todo fue una tortura por lo enfadados que estaban los Gryffindors, ya que en una sola noche perdieron ciento cincuenta puntos; Harry tuvo que adentrarse al bosque prohibido junto con Tanya, Fang y el rubiecito. Hagrid les había advertido que el perro no sería más que un estorbo puesto que era un cobarde. Estaba en lo cierto.

— ¿Qué tal fueron tus notas en Herbología?, es decir, eres muy buena sabiendo el uso de cada una. Seguramente tienes una muy buena memoria —escuchó hablar a Malfoy. Su tono era el mismo de siempre pero tenía un dejo que no podía identificar. Tal vez estaba imaginando cosas.

—Uhm, en realidad no es para tanto —respondió Tanya. Las piernas de su amiga flaqueaban y, aunque estuvieran en la oscuridad, podían ver cómo se ruborizaba su amiga.

Sus pies se toparon con unas cuantas ramas, las cuales pisó gustoso, quería hacer lo mismo con la cabeza de Malfoy.

Las palabras de Hagrid rondaban sin cesar en su cabeza. "Veremos qué o quién está matando a los unicornios". No era fácil estar tranquilo después de eso, ¿quién podría?

—Claro que eres buena —ahora eso se tornaba raro, ¿Malfoy eludiendo a alguien que no fuera él mismo?—. ¿Qué clase de árbol es ese, por ejemplo?

Le preguntó a Tanya. Harry no hizo más que poner los ojos en blanco.

¿Qué estará tramando? Tal vez se quiera desquitar. De todos modos, la llevaré a un loquero, seguramente le metió algo en la cabeza.

Un crujido se hizo presente y heló la espina dorsal de Harry, ¿qué provocado ese sonido?

Decidió seguir caminando, no quería alterar a los demás; sin embargo, Fang se puso alerta y eso claramente lo habían notado los otros dos niños. Minutos más tarde, llegaron a un pequeño claro donde la luna se veía resplandecer.

Un unicornio estaba tirado sobre el pasto y una figura negra mordía su yugular. Harry paró en seco y también Malfoy y Tanya segundos después.

El bulto sobre el ser mágico se levantó poco a poco al sentir la presencia de los alumnos. Cuando fue posible, observaron que un líquido plateado se escurría por las comisuras de su boca, el cual, brillaba bajo la cascada de luz lunar.

Fang salió corriendo dejándolos solos. El desconocido se acercaba lentamente hacia ellos con un andar amenazante. Se escucharon múltiples pisadas y, detrás de un montículo de tierra y hierba, aparecieron seres mitad hombre y mitad caballo; haciendo que la criatura saliera del claro para adentrarse al bosque.

Harry, Tanya y Draco salieron despavoridos del claro, tomando diferentes direcciones. Uno de los centauros lo alcanzó, lo cogió por la cintura y lo echó a su hombro. Galoparon durante un corto periodo y se detuvieron cuando el ser mágico consideró que era seguro, estaban en un sendero detrás de un gran roble.

—Harry Potter —lo saludó—, deberías estar con Hagrid. Me llamo Fierenze.

Harry no respondió estaba demasiado atónito para decir algo.

— ¿Sabes? —Prosiguió el centauro—, Marte está muy brillante hoy.

El niño que vivió asintió. Estaba preocupado, ¿dónde estaban sus amigos? (Bueno, su amiga y el idiota oxigenado ese).

— ¿Q-Qué...? —comenzó Harry pero no encontró más palabras.

—Pronto lo entenderás —su salvador estaba pensativo, perdido en el cielo—. ¿Conoce el uso de la sangre de unicornio, Harry Potter?

—N-no, en la escuela utilizamos sólo pelo de unicornio.

—Así es, porque matar a un unicornio es un acto atroz, se comete cuando no se tiene nada que perder pero mucho que recuperar —el centauro posó su mirada sobre él—. La sangre de unicornio da vida, Harry Potter, como lo que está escondido en tu escuela.

— ¡La piedra filosofal! —exclamó—. Entonces... —Harry estaba uniendo cabos sueltos—, lo que estaba tomando la sangre del unicornio era-

— ¡Harry! ¡Harry! —lo llamaron, era una Tanya muy alterada. Se lanzó a abrazarlo.

—Aquí es donde te dejo —murmuró Fierenze—. Ya estás a salvo.

Sus amigos estaban felices de verlo sano y salvo, todo gracias al centauro.

—Nos veremos pronto, Harry Potter —se despidió Fierenze—. Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces.

Se internó en el bosque dejando a Harry temblando.

***

Más tarde sobre su cama encontró su capa con una nota:

Por si las dudas.

Tanya

¡Draco Malfoy felicitándola! Su sueño se había hecho realidad.

Al regresar al castillo no fue a la torre de Gryffindor con el trío de oro sino a la suya, ya sabía que simplemente iban a hablar de Snape y la piedra. Qué pérdida de tiempo.

Al ingresar a la sala común se encontró con Steph, estaba leyendo en una de las mesas.

— ¿Y esa sonrisa?—le preguntó. Vaya, seguía con su expresión de tonta.

—Por nada en especial —se dirigió a las escaleras de niñas.

Mientras subía escuchó a Engels hablar: —Por nada en especial, y yo nací ayer.

No le tomó importancia.

Tanya Spiegel, teletransporte a HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora