La alarma del reloj digital que tenía sobre su buró justo al lado de su cama comenzó a pitar, Tanya se movió entre las sábanas, tratando de ignorar el sonido y seguir durmiendo.
— Darkmoon, cállate, ya son vacaciones y es mi último día en el castillo —dijo Tanya entre sueños.
El sonido de la alarma no cesó y muy a su pesar se levantó para ver qué era lo que quería su lechuza. Pulsó el botón derecho del aparato, esperando tocar un pico y así acariciarlo para tranquilizar a su mascota pero lo único que sintió fue el frío del metal y se sobresaltó.
Se talló los ojos para ver qué era lo que había tocado y tuvo que llevarse las manos de nuevo a la cara cuando vio que se encontraba en su habitación en su casa de Bremen. Tanya rió levemente, otra vez tuvo aquel sueño raro en el cual iba a Hogwarts a estudiar. Qué locura, ¿no?
Llevaba todo el verano soñando con lo mismo, que era seleccionada para Ravenclaw, que tenía amigos de todas las casas y que además era parte del trío de oro (¿o cuarteto ahora?). Vaya que regresar a la escuela le estaba causando estragos.
Sin embargo, Tanya no podía obviar los extraños sucesos que había vivido durante sus dos meses de vacaciones; como la vez en la que estaba en la playa con Caroline y juraría haber visto a una chica llegar hasta el frente de la fila de la heladería cuando no tenía ni un segundo de haberse formado.
De igual forma, durante una de sus visitas al zoológico, se había topado con un señor que iba con sus hijos (los cuales no se veían mayores de cinco años), los tres tenían el cabello gris, como si estuviera ya lleno de canas.
Y la más extraña de todas, fue haber visto cómo una niña rubia se lanzaba desde la rama de un árbol a gran altura y, en vez de caer al suelo fatídicamente, quedó suspendida en el aire a pocos centímetros de que su cara rozase el suelo.
Tanya se había limitado a considerar estos hechos como una broma pesada por parte de su imaginación.
Pero ella sabía que era algo más.
Había intentado ignorar el hecho de que, cuando ella se fue a dormir la noche de su cumpleaños dieciséis, al día siguiente, cuando iba a tachar el 16 de junio, se dio cuenta de que ya era julio, y que las últimas dos semanas estaban ya tachadas.
Tanya se asustó por aquello y atribuyó el hecho de no recordar nada de lo que había pasado en los últimos quince días a que ya eran vacaciones y que su cerebro no registraba nada a menos que tuviera gran trascendencia.
Eso no quitaba el hecho de que había algo más.
Siempre había algo más...
***
Como ya era el último domingo de vacaciones, Tanya estaba viendo en su clóset qué se iba a poner para su primer día de clases; era su oportunidad de cambiar de estilo, aunque sabía que al mes de ir a la escuela le iba a importar un bledo la manera en la que se vistiera. Estaba pensando en usar falda durante toda la primera semana cuando se escuchó el timbre.
Supongo que Caroline decidió venir más temprano.
Fue al piso de abajo para invitar a su amiga a pasar, amabas subieron al cuarto de Tanya, se sentaron sobre la cama y comenzaron a platicar.
— ¿Ya viste las listas de grupos? —Le preguntó Caroline.
—Aún no, ni recordaba que debía de hacerlo —le contestó distraídamente.
— ¿Y qué pensabas hacer mañana? ¿Vagar por todos los salones de séptimo hasta que encontraras tu nombre? —Dijo burlona su amiga.
—Hago eso todos los años —se encogió de hombros restándole importancia—. Supongo que voy a tener que ir a la escuela antes de que cierren y eso será en... encendió su teléfono para ver la hora—. Media hora.
—Pues verás, te voy a ahorra la mini maratón que seguramente pensabas en hacer para llegar a tiempo, convencí a mi mamá de que publicara las listas en el sitio web de la escuela y, (finge estar sorprendida, por favor) quedamos en el mismo salón. 704.
Tanya se llevó las manos a la boca.
— ¡No lo puedo creer, es el onceavo año que estoy contigo! ¡Qué coincidencia! —Dijo con sarcasmo mientras tenía los ojos bien abiertos. Ambas se rieron.
La madre de Caroline era la directora del Gymnasium al que ellas asistían y sus padre se encargaba de la escuela primaria en la que se conocieron y como Caroline se encariñó con Tanya (por no decir encaprichado), siempre hacía que las posicionaran en la misma clase.
Tanya y Caro pasaban mucho tiempo juntas aunque eso no significaba que no tuviesen más amigos. Por lo general, se sentaban juntas en clase, pero a la hora de las comidas, cada quien tomaba su propio camino. Y al pasar tanto tiempo la una con la otra, eran capaces de saber con exactitud las intenciones de cada una, por lo que Tanya había sospechado que Caroline no había ido simplemente a decirle en qué salón estaban.
—Hay algo más, ¿no es así?
Su amiga la volteó a ver pícaramente.
—Adivina quién quedó en el mismo salón y yo no tuve nada que ver, no tiene mucho que regresó —alzó las manos mientras negaba la cabeza, afirmando su inocencia.
Tanya se movió en la cama, sabía que lo siguiente que dijera su amiga iba a hacer que perdiera la cabeza.
—Soy pésima adivinando así que mejor dímelo tú.
Caroline tenía una sonrisa de oreja a oreja que asustó a Tanya quien esperaba a que lo peor pasara.
—Hackett Peit.
Tanya abrió los ojos con una sorpresa genuina. Hackett era su amor platónico desde que comenzaron la escuela; tenía ya tiempo que no lo veía, según sabía, su mamá estaba en la cárcel y él se estaba quedando en una casa de adopción hasta que uno de sus tíos regresara de sus vacaciones en Asia.
La castaña estaba en gran parte aliviada de volver a escuchar el nombre de Hackett, pero se sintió un tanto culpable por no mandarle por lo menos un mensaje preguntándole cómo se encontraba. Se encogió de hombros, podía hacerle unas galletas de snickerdoodle que sabía que tanto le gustaban con la ayuda de Caroline y escribirle en una hoja decorada algo de lo más cursi como Bienvenido de regreso a Bremen.
— ¿Tu mamá no sabe qué fue de Hackett durante todo este tiempo? —Tanya trató de sonar lo más desinteresada posible, y aunque Caro no dijese nada, sabía que su amiga sentía lo mucho que quería que alguien hablase sobre el chico.
—Sólo mencionó algo sobre un tío rico que vive en Londres (supongo que estuvo estudiando ahí) y que ha tenido un año agitado, que lo tratemos como cualquier otro amigo —Caroline volteó a ver fijamente a Tanya y con una sonrisa agregó—. Es tu oportunidad para finalmente ligártelo, ya sabes, es un pobre Bambi desconsolado por la ausencia de madre, está en busca de un apoyo emocional que tú puedes darle —Tanya se cruzó de brazos y alzó una ceja—; poco a poco se van enamorando y finalmente son novios, se casan, tienen tres hijos, mientras yo me doy al tío —extendió ambos brazos a los lados mientras hacía manos de jazz y Tanya no puedo evitar reírse.
—Ya, ya, ya lo creo —se levantó de la cama y estiró la espalado—. Vamos, cazadora de sugar daddy, tenemos que hacer unas galletas.
Caroline se puso de pie de un salto y se arregló el vestido.
—Oh, Tanya, mía, ¿vamos a hacer galletas para mi futuro sobrino? ¿Debería comenzar a llamarte sobrina política? ¿O simplemente sobrina está bien? —lanzaba sus preguntas rápidamente mientras perseguía a la castaña por las escaleras. Tanya seguía riendo por la intensa e imaginativa que era su amiga.
Hackett y yo... ¡como si los sueños se hicieran realidad!
————
N/A: Muah jajajaja, he regresado, pero no por mucho tiempo :c
Espero que disfruten del capítulo, ya que es lo único que les ofrezco hasta mi próxima visita.
Nos leemos luego ❤
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Tanya Spiegel, teletransporte a Hogwarts
FanfictionTanya Spiegel es Potterhead. Desde pequeña ha sido fanática. Un día a sus quince años mientras volvía a leer la fantástica saga algo extraño ocurre, cae en un transe, todo se vuelve negro y cuando el color vuelve esta en el mundo de Harry Potter...