06 || El rubio oxigenado

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Una vez dentro del local, Madame Malkin la saludó efeusivamente sin dejar que ella hablase y de inmediato la guió hacia un cascabel para comenzar a tomarle medidas. Al cabo de media hora ya tenía su uniforme de Hogwarts listo, así que fue a comprar sus libros para el curso.

En la librería Flourish & Blotts se encontró a un niño pálido y rubio que caminaba como si fuera lo mejor que hubiera pisado la tierra; por su experiencia con ese tipo de personas decidió alejarse lo más posible de él y buscar cada uno de títulos que venían anexos a su carta.

Desgraciadamente, el plan alejémonos-de-el-chico, resultó un completo desastre porque chocó con él al momento de ir a pagar. Sus libros cayeron esparcidos por el suelo y uno de ellos le aplastó el pie a Tanya, lo cual la hizo quejarse del dolor.

- ¡Me has lastimado! ¡Mi padre se enterará de esto! -alzó la vista para encontrarlo con la cara sonrojada del enojo.

Yo ya he escuchado esa frase antes...

-No te ha pasado nada, no seas un llorón -replicó mientras recogía sus libros. Cuando estaba a punto de agarrar Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, aquel rubio puso su pie sobre él y casi le pisó la mano a Tanya-. ¡Oye! ¿Qué te sucede?

El niño la ignoró y levantó el tomo para luego guardárselo dentro de la túnica que llevaba puesta.

-Te lo daré cuando te hayas disculpado.

-En ese caso, quédatelo, puedo tomar otro; no voy a rendirle cuentas a un rubio oxigenado.

¿Y si mejor te callas? ¿Qué tal si resulta que es un consentido y te meten una demanda por arruinar su túnica?

- ¡Cómo te atreves! Seguramente eres una sangre sucia o una traidora a la sangre para tener la insolencia de hablarle así a un Malfoy.

Un momento... Oh, no, vaya encuentro con mi novio de la infancia y pubertad.

-Eres odioso, ¿sabes? Pero está bien. Acepte mis disculpas, señorito Malfoy, no era mi intención arruinarle su precioso andar y túnica.

Aquello venía cargado de sarcasmo y hasta agregó unos ojos en blanco; el rubio pareció no darse cuenta, o tal vez estaba complacido por haberse salido con la suya y no le tomó importancia.

Se llevó el brazo hacia la túnica, sacó el libro y se lo tendió.

-Tienes un carácter fuerte, eso te puede servir en Hogwarts, sólo si te juntas con las personas correctas.

-Gracias, lo tomaré en cuenta -contestó lo más amable que pudo para poder deshacerse de esa personita tan molesta y por fin pagar su material.

❈ ❈ ❈

Ollivander's lucía como un local abandonado: había polvo en la fachada y el letrero de entrada estaba descolorido.

Entró con entusiasmo y recelo a la vez, había decidido dejar para la última parada ir por su varita. Tosió a causa de todo el polvo que había dentro y se arrepintió de no haber traido consigo algúm cubrebocas.

-Buenas tardes -dijo una voz amable. El señor Ollivander salió de entre las estanterías de varitas, las cuales se encontraban detrás de su mostrador polvoriento.

-Hola -dijo quedamente Tanya para no tener un nuevo ataque de tos.

El hombre empezó a hablar pero la castaña no le hacía mucho caso, había visto pasar a un gigantón y estaba más que segura que se trataba de Hagrid en compañía de Harry. Deseaba decirle al dueño del local que ella quería salir para ver al legendario Harry Potter pero no pudo.

-Así que, ¿zurda o diestra?

Como si de un robot se tratase, Tanya levantó la mano izquierda y al instante, estuvo sosteniendo una varita; se sentía un poco suave al contacto.

-Arce y pluma de fénix. Diecisiete centímetros y cuarto. Muy elástica. Prueba...

Tanya agitó el instrumento mágico pero simplemente salieron rayos sin ton ni son, por lo que el señor Ollivander tuvo que quitársela rápidamente.

-No, no... Esta. Ébano y pelo de unicornio, veintiún centímetros y medio. Elástica. Vamos, vamos, inténtalo.

Tanya tocó la varita. Al tacto, esta parecía estar ardiendo. A punto de soltarle, comenzaron a brotar varias chispas de colores de la punta. Miró de reojo a Ollivander, quien aplaudía en señal de victoria.

-¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien. Fantástico que la varita te haya aceptado. Son cinco galeones de oro.

❈ ❈ ❈

Cuando regresó al Caldero Chorreante, se encontró con su madre en el bar. Le contó demasiado animada para su gusto lo sucedido durante la tarde, y Olive le daba palmadas en la cabeza.

Nada más de tocar la almohada, cayó rendida, había sido un día muy agotador.

Tanya Spiegel, teletransporte a HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora