16 || Huyendo de Filch

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No habían pasado ni cinco minutos cuando Tanya se desesperó, se calzó las sandalias, tomó una pequeña cobija del armario de Parvati para ponérsela a modo de chal y sacó de debajo de la cama de Hermione una pequeña caja con envoltorio verde oscuro, objeto que se guardó en el bolsillo de la pijama.

—Shh —indicó a su lechuza, la cual la observaba curiosa y movía demasiado su plumaje.

Con mucho cuidado bajó las escaleras de la torre de las chicas y atravesó la sala en una silenciosa y veloz carrera. Iba pasando por la abertura del cuadro de la Señora Gorda, se dispuso a correr, pero chocó con algo e irrefutablemente cayó al piso.

—Qué demonios... —cuestionó alguien en la nada. Tanya comprendió todo.

Cierto, es Navidad por lo que va a encontrar el espejo de Erised...

— ¿Harry? —dijo a la nada mientras tanteaba a su alrededor.

— ¿Tanya? ¿Qué haces aquí? —exclamó Harry en un susurro mientras se quitaba la capa de invisibilidad.

—No me vengas con esas preguntas, mejor dime, ¿qué haces tú aquí afuera?

—Em...

—Sí te hace sentir mejor... no sabes cómo ser silencioso —mintió para que al menos hablara, aunque ya sabía la verdad.

—A decir verdad, voy a la sección prohibida, ¿me acompañas?

—Claro, pero primero vamos a las mazmorras.

—Por su puesto... espera ¡¿qué?! —dijo sorprendido

—Hagamos algo —meditó sus palabras para el mago—. Me haces ese favor sin cuestionarme. Lo llamaremos Sin curiosear. Tú también podrás pedirme algo sin que te cuestione la próxima vez que lo necesites, ¿hecho?

—Hecho —aceptó dudoso.

—Pues allá vamos.

Atravesaron el largo pasillo y fueron bajando cada una de las escaleras hasta llegar a las mazmorras, dónde se encontraron con unas puertas negras con una pequeña serpiente sobre estas. «Salazar el grande» murmuró para evitar que Harry oyese; las puertas se abrieron hacia adentro de la sala de Slytherin dejando ver varios escritorios de madera oscura con lámparas verdes sobre estos, varios sillones de terciopelo verde se remontaban por todo el sitio, una chimenea se ubicaba en la lateral derecha del lugar, muchos cuadros estaban sobre las paredes, la gran mayoría tenían fotos de serpientes en diferentes tipos de pintura y por último dos pares de escaleras de un color esmeralda brillante en la lateral izquierda dejando ver dos pares de puerta iguales a las de entrada.

—Vaya, viven con estilo —murmuró Harry, provocando que una risa nerviosa se le escapara a Tanya.

La chica le hizo una seña al azabache para que los cubriera con la capa de su padre y entraron a la sala común de las serpientes. Dieron pequeños pasos inseguros y cuando vieron que nadie se encontraba a esas horas en la sala, se acercaron a las escaleras. «Las escaleras de la derecha son las de los hombres» Tanya recordó las palabras de Stella. Tomó a Harry del brazo, para que fueran al mismo ritmo y guío hacia la derecha.

Cuando subieron las escaleras, se encontraron con otras tres puertas; la primera, que se encontraba a su izquierda, tenía un enorme número uno de color plata sobre ella, la segunda, que era la del centro tenía un dos y la última, que era la derecha, inscrita sobre ella había un tres. Por último, casi en la esquina, habían unas escaleras del mismo color esmeralda brillante y Tanya dedujo que era para ir hacia las recámaras de los grados faltantes.

Hizo una seña con la cabeza a Harry y pasaron la segunda puerta, aún con la capa invisible. Un rechinido casi imperceptible se hizo presente por lo que quedaron estáticos unos segundos; con más seguridad reanudaron el paso. Con la mirada buscó una cabellera gris, y la encontró pero el problema era que su cama se encontraba hasta el fondo de la habitación. Se escuchó un gruñido, sin embargo siguieron caminando.

Cuando llegaron a la cama de Hasso, Tanya no sabía ni qué hacer, por lo que solo lanzó el presente a la cama del chico, dándole justo a la cabecera.

Lo que pasó después fue una cadena de causa-consecuencia: la caja cayó en la frente de Hasso, Tanya gritó un legendario « ¡CORRE!» y el pobre de Harry tenía que seguirle el paso. No paró de correr hasta que estuvieron suficientemente lejos de las mazmorras.

—Eso... estuvo... cerca —dijo jadeando Tanya.

—Tenías que gritar —murmuró un Harry irritado.

— ¿Contabas con un mejor plan? —Preguntó la chica.

—Pues teníamos la capa —refutó.

Tanya boqueó, con su mano hizo una señal que daba a entender que le quitara importancia.

—Ahora, vamos a la biblioteca.

Sin esperar respuesta, se encaminó al hogar de los libros de Hogwarts, cuando estuvieron frente a la entrada, Harry tomó la perilla y la movió suavemente.

Con una lámpara que encontró Harry en el pasillo, alumbraron todo el lugar, pasaron muchos libreros hasta que llegaron ante las puertas de la sección prohibida. Con la capa puesta, Tanya forzó ligeramente la manija, ya que cedió demasiado rápido. Entraron y posaron la linterna en una de las pocas mesas que había.

—Tú busca de ese lado —ordenó Tanya apuntando hacia el lado derecho de un estante que tenía una N—, yo veré por allá.

El chico asintió y se alejó de Tanya; Harry tomó un libro muy pesado con varias cadenas alrededor de él, justo en el momento en el que Tanya se percató de que libro se trataba, el azabache lo abría, liberando un chillido horrendo, que obligó a los chicos a taparse los oídos. Tanya (que de nuevo estaba muy alterada) apagó la linterna con un solo movimiento y cubrió a Harry con la capa de invisibilidad. Tratando de ser suave lo movió de su sitio y lo llevó en zigzag por las estanterías, Harry confuso, trató de zafarse de su agarre pero dejó de moverse cuando se escuchó la voz de Filch.

Evitaron a Filch mientras salían de la biblioteca y se quitaron la capa cuando pensaron que no había moros en la costa, pero ahí estaba la señora Norris, analizándolos con su penetrante mirada felina.

—Shh, gatito bonito —dijo Tanya haciendo mimos, sin embargo no funcionó, aun así la gata maulló, alertando a su dueño—. Oh no.

Evitando que Tanya hiciese otra locura, Harry le echó encima la capa invisible. Nuevamente corrieron hasta cansarse, el azabache empujó a la chica dentro del primer cuarto que vio. Mientras la chica Wood recobraba la compostura, Harry miraba con intriga un enorme espejo en la habitación.

— ¿Qué es eso?

Tanya Spiegel, teletransporte a HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora