Capítulo 36 - Falsos sentimientos

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Narra Eunmin

Aún recuerdo al joven egocentrista que supuso haber salvado mi vida, el joven que intento torturarme para su propia satisfacción, el joven que se convirtió en mi compañero de casa, el mismo que me ayudó a superar mi pena por la partida de Heechul, y ahora dice que le gusto y que me quiere.

Debo confesar que los últimos días han sido extraordinarios, tratándose de mi adorado tormento. Cada vez me es más difícil desconfiar de él, intento buscarle la quinta pata, pero la verdad no se la encuentro. ¡Cómo han cambiado las cosas!

Hoy he salido a patinar junto a Sam, siento que son años que no lo hacía, Donghae no quiso venir, es un perezoso dormilón, en fin tampoco puedo obligarlo a correr.

Las cosas no han cambiado del todo. Coloco mis audífonos y empiezo.

Estoy cansada. Vamos al puesto de helados, como siempre mi Sam come más de la cuenta, tres helados me costó este grandote gordo. En breve tomo asiento cerca de la laguna, Sam el gordo duerme bajo la sombra de un árbol. Empiezo a sonreír. Recuerdos llegan a mi mente.

Recuerdo a Heechul luego de creer que había robado a Sam y luego a Donghae intentando que olvide a Heechul. Rio audiblemente, aún más al recordar que Donghae por poco me desviste en este mismo césped. Es un tonto.

***************

Paso un momento visitando a los padres de Heechul, Sam requiere de sus vacunas y yo pues saludar a los padres de Heechul y tal vez conseguir algo de información sobre él. No los he visto mucho tiempo, casi el mismo que Heechul partió.

Los señores Kim me reciben de buena manera. Pasamos charlando un buen tiempo.

Me han dicho que Heechul se encuentra muy bien de salud, se encuentra trabajando medio tiempo y también estudiando idiomas, algo molesta dijo la señora Kim que no había seguido estudiando este período por irse precipitadamente. Todo parecía andar sobre ruedas para él.

Ahora tengo el número de su celular, la razón para que no me llamase había sido un celular perdido. Tengo su número, pero la verdad tengo miedo de llamarle, más bien vergüenza, varias veces lo mande internamente al carajo por no llamarme.

Voy a casa, en el camino recuerdo lo mucho que le gustan las fresas a Donghae. Recuerdo el incidente con la crema chantillí y vuelvo a reír, parezco una niñita enamorada. Compro las fresas y la crema para prepararlas en casa.

-Sam debo estarme volviendo loca. No puedo dejar de pensar en ese idiota.- Suspiro, mientras camino en la calle, recordar que la primera vez me perdí, también me genera risa. Sam me golpea fuertemente con su cola.- ¡Traidor! Ya no puedes negar que a ti también te gusta él.- Sam me devuelve un gemido.

Voy a casa, específicamente a la cocina, como he entrado con Sam es mejor hacerlo por la cocina, si no la señora Choi podría ponerme a lavar las alfombras por los pelos de Sam. Lavo las fresas y las corto a la mitad, estoy muy concentrada haciéndolo. Las empleadas andan cuchicheando en una esquina de la sala para variar, antes no lo hacían pero supongo que ahora han tomado confianza.

-Es una verdadera lástima.- Se lamenta una, no se han percatado de mi presencia.- Esa señorita ni me cae bien, apenas pone un pie aquí y piensa que la casa es suya, y lo peor empieza a ordenarnos. Ni los señores de la casa son así.- Llámenme curiosa pero creo que hablan mal de mí.

Me acerco a escucharlas más de cerca. En mis manos continuo con el cuchillo y una fresa.

-¡Sí! ¡Me tiene harta!- Habla otra. Genial me voy un rato y ahora hablan a mis espaldas.

-Recuerdan esa vez en la que se le ocurrió esperar a la joven, desnuda metida en la cama. Dios bendito.- ¡Yo hice qué! Pienso. Encima de chismosas, mentirosas. Deberían darles una lección por cuenteras.

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