|9| Hombres mayores.

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El ruido de la calle siendo transitada y el lejano sonido de las ruedas del tren al detenerse me despiertan, eso y el que llevo más tiempo del debido duermiendo sobre mi hombro y de seguro mis articulaciones no tardarán en quejarce.

Aparto el cabello de mi boca y miro a Jaron como intenta reprimir una sonrisa.

-¿Qué?

Se encoge de hombros.

-Solo esperaba a que despertaras.

-¿Qué hacemos aquí?- pregunto al ver el gran reloj en la entrada de la estación, son las cinco de la mañana, aun falta para las ocho. Que, se supone es la  hora de tomar  el tren.- creí que...

-Mientras tú- me señala interrumpiendome y no puedo evitar reparar en un vaso de café que posa sobre sus manos- dormías, decidí hacer una parada y oh, el transito no estuvó tan mal. Así que, tienes que sacar concluciones. Esta de día- señala al cielo y luego al reloj- y ese reloj tiene más años que esta estación.

-Resultado, son las ocho y debemos irnos.- deduzco.

-Aun faltan veinte minutos, pero creo que será mejor ir a por los pasajes y hacer todo eso que haces luego de dormir en un auto.

Asiento abriendo la puerta del copiloto, mis zapatillas hacen un ruido crujiente en cuanto tocan con las pequeñas piedritas del aparcamiento y cuelgo mi mochila de aseo sobre el hombro. Camino hacía atras y saco mis cosas del maletero.

Esta vez enserio, adiós auto de mamá.

-Ire al baño, saca los pasajes nos veremos en quince minutos ¡Ni uno más!- recalco.

Ríe- Esta bien, no dejaré que pase lo mismo que con el aeropuerto.

Una presión se instala en mí pecho y giro tan rápido como puedo, por un lado sigo enojada con él por lo de mi telefono. Pero algo me dice que soy la menos indicada en reclamar, cuando por mi culpa estamos en esto. Por mi culpa es que debemos viajar cargando con las maletas por todos lados, por mi culpa perdimos el vuelo y por mi culpa es muy probable que el pierda su entrevista.

¿Qué digo?¡Llegarémos, claro que lo harémos!

Cruzo el ante-baño despúes de, practicamente, robarle todo el papel a la señora que se encontraba tras una mesa y me dirijo al espejo. Abro el grifo y dejo caer el agua, formo una laguna en mis manos y la estampo contra mi rostro. Al instante en que esta choca con mi piel siento un gran alivio, tomo el papel y lo remojo para despúes desaserme del viejo maquillage.

Lavo mis dientes y me decido solo por arquear mis pestañas.

Consejo nueve ¡Una siempre debe de verse bien!, sin embargo es hasta ahi donde llega todo que altere mi rostro. No quiero volver a pasar el ridículo como esta madrugada.

Luego de por fin darme por lista voy a donde acordamos, me cambié de ropa y por lo que veo él de camiseta, aun llevo la que me prestó en mi maleta.

-¿Desayuno?- pregunto cuando me extiende una fruta. Banana.

-No, es para que te...

-Ni se te ocurra terminar esa oración- le advierto volviendo a tomar mis maletas, dirigiendome a donde los trenes.

Jaron pasa las bolestas y suelto un suspiro de alivio cuando logramos pisar el gran vehiculo. Tomamos asiento.

-Iba a decir que la utilizaras como recuerdo, pero si estas de malas...- tira su maleta en el porta equipaje sobre nosotros y se sienta junto a mi, del lado de la ventana- ahora si me dejas, dormiré.

-Pero alguien tiene que asegurar de que no se nos pase la parada.- rechisto.

-Pues, tienes que hacer algo, Pinky.- se da la vuelta encogiendose en su asiento, cabe aclarar que su trasero choca con mi muslo y por un momento siento vergüenza de viajar con él.
Parece un niño.

Toco su espalda, mi mano de desliza por ella hasta quedar en su hombro.

Consejo diez: tomalo por sorpresa.

-¿Qué haces?- pregunta logrando que quite mi mano, siento mi rostro arder. No estoy echa para ésto, claro que no- a vecés eres tan... Extraña.

Mis ojos quedan clavados en los círculos que hay dibujados sobre el estampado de los asientos, son rojos y azules, con un toque gris. Y huele a aire acondicionado y ese pequeño aroma a viaje.

Cierro los ojos imaginando que vuelo, lejos y sola. Tal vez a Rusia, Francia o Austria. Siempre quice conocer Inglaterra e imaginarme en años atras, con uno de esos grandes vestidos y un príncipe.

Un príncipe con la quijada sería, ojos intensos. Con las patillas haciendo contraste con su mandíbula, y unos labios bien carnosos, cejas que remarquen aquéllos ovalos cubiertos por largas  pestañas y una nariz respingona. Sin olvidar, claro, su espalda. Que quepa a la perfección con un traje, que sea un hombre serio, pero a la vez divertido.

Ay, creo que alguien se enojará si sabe que estoy pensando en su Darcy.

-Tu cabello es rosa- una voz afirma y estoy segura que, de no haberse tratado de una niña habría responido con sarcasmo.

-Si...

-¿Y por qué es rosa?

-Porque quice teñirlo- respondo mirando sus pequeños rizos dorados.

-¿Por qué? -enarca una ceja cruzando ambos brazos, mi boca se abre, y tomo aire antes de constestar.

-La verdad... Es que no lo se- mentí.

-¿Es tu novio?-pregunta mirando a Jaron.

-¿Por qué, acaso te gusta?- enarco una ceja.

-Claro, es lindo- misera niña.

-El no se fijaría en ti.

Respondo, esto es infantil. Pelear con una niña con su Barbie en mano.

-¿Eres celosa?- ¿Por qué tantas preguntas?- pareces celosa

-No... Eres una niña por si no lo recuerdas. Solo es raro.

-¿El qué me guste un hombre mayor?- suspiro frustrada y sintiendo como la calma se resbala de mis manos.

-No- susurro.

-¿Tú te has enamorado de alguien mayor?

-No- miro mis manos antes de volver a mirarla-  vale, si.

-¿Puedes contarme?

-Si, Pinky ¿Puedes contarnos?- giro a donde Jaron, tiene las piernas encogidas y me mira fijamente. ¿Cuándo se dió vuelta?

Seducelo, Enamoralo & Rompelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora