Capítulo 24

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Alice

La Dirección

Estoy nerviosa, muy muy nerviosa. No se si estoy temblando por lo nerviosa que estoy, o si es porque estoy aún muy húmeda. Mi cabello aún está empapado y está destilando unas cuantas gotas que veo que caen en la alfombra.

Hasta el dia de hoy, creo que no había odiado a nadie más de la misma forma en la que una vez logré odiarme a mi misma. Pero el odio que sentí por mi persona en aquel entonces, no se compara con lo que siento en estos momentos por él.

Ahí está él, justo frente a mí con sus brazos cruzados, sin denotar una sola pizca de nerviosismo o arrepentimiento. En realidad tiene una sonrisa burlona en su rostro y cada que la veo solo se me antoja tirarme encima y golpearlo, jalarlo del cabello, morderlo, aruñarlo, hacerle daño verdadero.

Es por su culpa que estoy aquí, por él y nadie más. Podría perderlo todo, todo lo que he estado buscando y mi oportunidad de salir adelante, de ser alguien verdaderamente. Me siento tan abrumada por ese sentimiento de desesperación que siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas, pero no logro retenerlas. No quiero que ese monstruo vea lo que está haciendo conmigo pero ya es demasiado tarde, mis sentimientos son demasiados como para dejarlos encapsulados en mi interior.

Estamos sentados, uno frente al otro en la sala de espera de la directiva. Él está justo frente mi con la mayor naturalidad del mundo. Tenemos ambos una hoja de reporte en la que Patrick ha escrito los incidentes, y tenemos que entregarla para que el director hable con nosotros.

Mis ojos se empapan aún más, jamás había estado en problemas, nunca me había encontrado en esta situación en la que tendría que defenderme. No era mi culpa, era toda su culpa.

Levanto la vista una vez más, con mis ojos empapados, ya no me importaba que me viera llorar, solo quería grabar su rostro y recordar lo mucho que iba a odiarlo de ahora en adelante. Su sonrisa arrogante desaparece casi de inmediato, cuando mis ojos y los de él se juntan su rostro se torna serio y sus cejas casi se juntan cuando él frunce el ceño.

―¡Oye, tampoco es para tanto!― dice y levanta sus manos como si estuviera creando una barrera entre él y yo, como si tuviera miedo de que lo fuera a lastimar. En lugar de tranquilizarme con sus palabras, me encoleriza aún más.

―¡¿Y tú qué sabes?!― Digo con la voz quebrada. Quería que sonara más fuerte y segura pero no fue así en realidad sonaba muy lamentable.

―¡Tú no eres más que un imbécil, un niño rico que lo ha tenido todo!―Elevo mi tono de voz un poco más y puedo escuchar lo áspera que se escucha, con mi llanto, mientras reprimo un sollozo. ―¡Maldigo el momento en el que me hiciste tu objeto personal de Bullying! Pero esto no se va a quedar así, cuando entre a esa oficina, el director va a escuchar lo que tú y tu noviecita me habéis hecho.― Y apunto hacia la puerta que aún no se abre a pesar de tener ya unos diez minutos esperando.

Él, levanta una ceja y sonríe de lado y bufa fuertemente. ―¿Crees que me asustas?― y luego una carcajada. ―¡Dejame informarte y para que vayas aprendiendo de una vez por todas!―

Se levanta de su silla, y da dos pasos en dirección a mi. Instintivamente me alejo de él como si me quemara su proximidad. Pero como no me da tiempo de levantarme sólo me logro pegarme lo más que pueda a la pared. El coloca sus manos a ambos lados de la pared y baja a la altura de mi rostro. Su aliento es a menta. Es un maldito, no sé cómo se las ingenia para que yo note este tipo de cosas de él cuando me acorrala.

―¡Ésta escuela, hará lo que yo quiera, lo que sea necesario para que mi nombre. Repito. MI NOMBRE, esté ligado a ella!― su sonrisa crece y me ve a mis ojos. ―Así que déjame decirte que sí, yo haré lo que malditamente se me dé la gana contigo. Y dejaré que Cloe, también se divierta, si ella así lo desea.― Mis lágrimas caen aún más descontroladas, al ver que estoy acorralada, no tengo escapatoria.

La melodía del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora