Capítulo 30

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Alice

Esas actitudes...

Es hermoso, es una sensación grandiosa el ver al frente y no tener temor, de lo que haces. El saber que en definitiva, la única cosa que está bien es esto. Me olvido que el estúpido de Derek se encuentra detrás mío observando y me pongo a tocar, estoy tan feliz que lo primero que viene a mi mente es "Vivaldi -Spring".

No tomo mucho de mi tiempo en tocar la pieza, y pongo el violín en mis piernas, estoy sentada justo en la orilla del escenario, y verdaderamente estoy muy emocionada y feliz. Creo que después de todo, mis ensayos con él no serán tan malos, menos si son aquí. Me fijo en la parte de arriba y lo grande que es este lugar, uno no pensaría pero, este lugar repleto de personas debe de ser un tanto intimidante. Sólo espero no hacer el completo ridículo una vez tenga la oportunidad.

Estoy tan absorta viendo el lugar que no noto la ausencia de Derek, cuando volteo mi vista para verlo él no está ahí. "¡Aahhh! mejor aún". No lo quiero aquí conmigo. Me detengo un poco para descansar.

―¡Bú!― dice y pego un pequeño brinco, cuando volteo  una vez más hacia las butacas, en la primera fila y ahí está él, con su manera de sentarse tan despreocupada y con una sonrisa.

Se levanta y llega hasta mí, es bastante alto así que casi que estamos casi cara a cara la tarima no es muy alta, se coloca más cerca aún casi entre mis piernas y me aseguro de retroceder un poco y cruzarlas. Él nota mi instantáneo rechazo a nuestra proximidad y coloca una mano a cada lado de mí sin tocarme.

―¿Sabes?― dice viéndome a los ojos con un brillo extraño en sus ojos ―Te queda bien el escenario― y hay una pequeña sonrisa en su rostro. Río ante su comentario.

―Digo, obvio es la primera vez que te subes a uno, pareces una niña con juguete nuevo, espero que te acostumbres, no quiero nada de nervios para cuando estemos juntos.― dice restando importancia a todo lo que ha dicho y volteando hacia un lado.

―¡Aghh! ¿Es que no puedes dejar de ser una molestia?― digo viendo como el ríe de lado ante mi reproche.

―No, no puedo, no contigo al menos― dice viendome. Suspiro. Me levanto, sin decirle una palabra más voy a guardar el violín de donde lo tomó y camino hacia la salida.

―Te veo el domingo.― digo sin voltearlo a ver. Es increíble lo mucho que Derek me molesta.

Al salir de ahí, siento como si me llevaran los diez mil demonios estoy muy molesta, lo peor de todo no tengo a donde ir. Quisiera volver y ensayar, pero él está ahí y va a seguir cabreandome sin duda. Voy a ir a correr, eso definitivamente despejara mi mente y hará que no piense en él. Decido ir al campo de fútbol, aún está iluminado y puedo correr sobre un pasto muy agradable en lugar de concreto.

Al llegar a mi habitación estoy completamente sudada, así que decido darme una ducha y luego irme a la cama. Al salir de la ducha me coloco un short y un top corto, está haciendo mucho calor. Mi cabello aún no está por secarse, pero no tengo animos de hacerlo así que solo le hago una trenza y lo dejo a un lado.

Justo cuando estoy acostada, escucho dos pequeños toques en la puerta. "Debo de estar volviendome loca" luego los golpes una vez más. Me levanto y enciendo la linterna al lado de mi cama y camino despacio, abro dudosa la puerta.

¿Qué estás haciendo aquí? susurro...

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La melodía del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora