Alice
Proyecto tortura
Despierto acalorada, estoy sudando, aún cuando estoy completamente destapada y sólo en bragas y top. Mi corazón aún palpita rápidamente, ¡Todo ha sido una pesadilla Alice, tienes que superarlo, tienes que seguir! No sé cuantas veces me he dicho esto al despertar, no sé cuanto tiempo pasaré con esta angustia. Siento la boca seca, pero no tengo nada de agua en mi habitación, así que tendré que levantarme.
Me levanto de un salto al ver la hora, son las diez treinta de la mañana ¡¿En qué estaba pensando al dormir tanto?! corro hacia mi baño y me cepillo los dientes, no me detengo a darme una ducha, de lo contrario voy a llegar tarde a la cafetería, pues en media hora todo estará cerrado y no podre ni siquiera tener un jugo o algo de desayuno. ¡Diablos, diablos!, corro y me coloco unos leggins de color negro, un sujetador para hacer ejercicio, y una blusa sin mangas color salmón, amarro mi cabello en una larga coleta y salgo de mi cuarto con mis tenis deportivas. En menos de cinco minutos, estoy llegando a la cafetería y pidiendo un jugo de manzana y un tazón de fruta. Tengo planificado para hoy hacer un poco de ejercicio, no es lo mismo hacerlo sin Eli, pero quiero correr un poco para despejar mi mente.
Termino mi tazón de fruta y salgo de la cafetería. Me encuentro con quien menos pensé hacerlo en un domingo por la mañana Damián, digo el profesor Carter, está en unos jeans y una playera negra, se ve bastante relajado. Me dirige una media sonrisa, media mueca extraña y se acerca a hablarme.
―¡Hola Alice, que bueno que te encuentro, justo iba a buscarte!― dice y tiene una mirada muy extraña como si estuviera incómodo.
―¡Hola profesor! ¿Dígame necesitaba algo? ¿Está todo bien?― estoy segura que mi semblante luce preocupado, él normalmente me transmite mucha tranquilidad, pero no en este momento.
―Verás Alice, no me gusta hacer esto... pero no tengo otra elección, el director Weigel me mandó a buscarte...― alza su mano y rasca su nuca se nota que no le gusta hacer esto.
Me imagino que el director, quiere hablar conmigo acerca de lo que pasó ayer. Me río un poco internamente Damián no es muy bueno con la disciplina... ¿me pregunto si tiene hijos?
―Todo bien profesor, voy corriendo ya mismo. Gracias por avisarme.― Digo con una sonrisa, para hacerlo sentir más cómodo. Y sin decir más me dirijo hacia el edificio principal.
Al llegar, freno de golpe al ver que Derek, está sentado en la misma silla que ayer. ¿Por qué de todas las personas tenía que estar él aquí? Mis manos comienzan a sudar, estoy entre nerviosa y ¿colérica? sí creo que así me siento. En lugar de tomar asiento frente a él como lo hice ayer, me siento del mismo lado en el que él se encuentra sólo que a dos sillas de distancia. Recuesto mi cabeza en la pared, para ver a cualquier lugar menos hacia él.
No llevo ni un minuto sentada, cuando se abre la puerta y Weigel aparece en ella. ―¿Alice? ¿Derek?― nos llama a ambos y no sólo a uno de nosotros ésta vez. Maldigo para mis adentros de todas formas tendré que estar cerca de él.
Él es el primero en entrar a la oficina, luego le sigo yo. En la oficina del director hay tres sillas del lado contrario del escritorio. Así que dejamos una de por medio ésta vez. Weigel se sienta y cruza sus manos en puño sobre la mesa.
―¡Gracias por venir chicos! Quiero que sepan que el incidente de ayer, no ha pasado desapercibido por la junta directiva, por lo que se tomarán cartas en el asunto.
Estoy segura que una pequeña sonrisa de satisfacción se deja ver en mi rostro, Derek será sancionado frente a mí. ―El castigo, es simple y más que nada, es para que ambos aprendan a tolerarse y sobre todo respetarse, ya que ambos son músicos talentosos y excepcionales...― Me quedo congelada, siento como si me hubieran echado un balde de agua congelada. ¿Castigo? ¿Ambos? ¿Respetarnos? No doy crédito a lo que está diciendo así que tengo que aclararlo.
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La melodía del corazón
RomanceAlice ama la música y a su violín más que cualquier otra cosa en el mundo. Ella cree, que la música es el lenguaje de todas las almas... ya que no hay ningún ser humano que no caiga rendido a los suaves tonos de una hermosa melodía. Cuando Alice...