Otra oportunidad; Sekaiichi Hatsukoi (Yaoi)

Caprichos de una princesa.

Capítulo 17.- Los caprichos de una pequeña princesa.

Pov.Takano

El día es soleado. Ya ha pasado un tiempo desde que está pequeña frente a mi capturó mi corazón. Los segundos transcurren y los minutos comienzan a darse lugar, esto está llevando más tiempo de lo que creía, y eso no es nada bueno para mí. Por alguna razón todo termino de esta manera, y realmente no entiendo cómo es posible que esto ocurra. Puedo sentir la tensión en el aire y como poco a poco esta comienza a asfixiarme. Esto es ridículo.

Al menos solo por esta vez, ¿Podrías dejarte vencer?

-¡Yei! ¡Gane!- Pronuncio con ese entusiasmo que la caracterizaba, dando pequeños brincos sobre la silla bajo ella. Esto es una tontería, no puedo creer que esto esté pasando.

-Eso es imposible. De seguro haces trampa. No veo como puedas estar ganando siempre.- Mencione dejando en la barra que se interponía entre ambos aquellas piezas de domino que seguramente tenían algo en mi contra.

-¿Qué? No es mi culpa que Masa-chan sea tan mal jugador.-Respondió con fingida molestia, con ese adorable puchero que inflaba sus ruborizadas mejillas.

Es alrededor de las 5 de la tarde. Por obras del destino, y sobre todo, la insistencia de Hikari-chan, logró que fuera yo quién la cuidara tras una emergencia en el departamento de literatura para Ritsu. Hemos estado por más de 40 minutos envueltos en una absurda batalla. Jugando domino, aunque más que estar jugando ella parece querer trapear el piso conmigo. ¿Dónde diablos aprendió a jugar tan bien? ¡Es solo una niña!

-¿Mal jugador? Jovencita esa no es la forma de hablarle a tus mayores.- Regañe ligeramente tomándola en brazos para así, hacerla bajar de la silla en la cual estaba parada y así evitar un posible accidente. – Yo solo te deje ganar.

-Aja. –Solo recibí por respuesta al colocarla de vuelta al piso. ¿Acaso esta burlándose de mí?

-Como sea, debemos recoger todo esto antes de que Onodera llegue o va a molestarse con ambos.

-Sip, pero no olvides el trato.-Escuche al verla correr con algunos peluches en su mano para dejarlos en su habitación. Estaba por preguntar a lo que se refería, mas el sonido de la puerta cerrarse me detuvo.

-Bienvenido.-Deje salir sin pensar al solo ver al castaño que recién entraba al departamento. Se sonrojo. ¿Hace cuanto no presenciaba uno de sus descuidados sonrojos?