Capítulo 9

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Antes.

Una semana después de que Castiel se fuera, cuando volvía a mi casa, vi un auto estacionado fuera, lo que me pareció raro ya que no acostumbraba a recibir visitas.

Primero pensé que eran mis padres, pero la idea parecía demasiado ridícula, ellos estaban a cientos de kilómetros disfrutando de sus viajes. Hace ya un buen tiempo se habían ido. "Haremos un viaje" me dijeron "Serán solo algunos meses" me mintieron. La razón exacta la desconozco, solo sé que mamá recibió el dinero de una herencia y quería dedicarse a conocer el mundo junto a mi padre, cuando les pregunté si podía ir con ellos parecían indignados.

Pero yo era la indignada, era solo una chica de dieciséis años en ese entonces, me sentía molesta cada vez que pensaba en como me habían dejado. Al principio viví algunos meses con mi tía pero luego ella tuvo algunos problemas y se tuvo que mudar a un departamento más pequeño y yo ya no tenía donde quedarme. Pensé que mis padres volverían pero en vez de eso decidieron arrendarme un pequeño apartamento cerca del instituto y mandarme dinero mensualmente. Había cumplido diecisiete y según mis padres ya tenía edad suficiente para arreglármelas sola.

Tonterías.

Iba a visitar a mi tía Agatha varios días a la semana y a veces ella venía para ayudarme a sobrevivir, pero el auto estacionado fuera de casa no era el de tía Agatha. Me acerqué con cuidado, miles de posibilidades pasando por mi mente ¿Un ladrón? ¿Castiel?...Pero no.

―¡Sucrette! ―apareció desde algún lugar, dando una media sonrisa. Al principio no supe que hacer, estaba tan sorprendida al verlo otra vez. Jamás pensé que él aparecería aquí. Después de unos segundos me lancé a sus brazos, siempre fueron el lugar más cálido.

―¿Pero qué haces aquí? ―dije en medio de una gran sonrisa. Su semblante cambió un poco y se paró derecho mirándome seriamente.

―Una serie de eventos desafortunados...―suspiró y pude mirar con más atención su rostro, parecía cansado.

―¿Quieres entrar? ―apunté hacia el departamento y él solo asintió.

Entramos y él se sentó en el sofá, me senté junto a él. Me hubiese gustado ofrecerle algo para tomar pero en realidad no tenía nada, era un poco frustrante.

―Mi padre falleció ―soltó Viktor de repente y me quedé helada ¿Qué se suponía qué se tenía que decir en una situación así?

―Yo...lo siento mucho Viktor...―fueron las únicas palabras que lograron salir de mi boca, y de verdad, lo sentía mucho.

―Fue hace un par de semanas, ya estoy algo más resignado...―siguió hablándome sobre lo que había pasado durante varios minutos y yo lo escuchaba atentamente, puse una mano sobre su hombro queriendo demostrarle mi apoyo.

―Dios...realmente lo lamento tanto ―le sonreí tristemente y él hizo lo mismo―. Pero...¿Qué te ha traído por estos lados?

―Bueno, me di cuenta que estoy solo. Tengo amigos, sí, pero necesitaba algo...y en la única persona que pude pensar fuiste tú.

Asentí sin entender completamente sus palabras pero supuse que estaba buscando alguna clase de apoyo y yo se lo daría. Estaba conmocionada.

Viktor...Viktor era el chico al cual había amado toda la vida, hasta que llegó Castiel. Viktor era aquel primer amor, tan puro e inocente, tan real. Los recuerdos de nuestra infancia siempre me sacaban sonrisas y me alegraban en los momentos difíciles.

Ahora.

―Escuché que habría un concierto ―hablaba Viktor sentado a mi lado―. Me pareció divertido venir ―tomó mi mano, entrelazando sus dedos con los míos. Mi corazón se encogía y me mantuve mirando a la nada, perdida completamente en mis pensamientos, sintiéndome culpable por alguna razón. Algo estaba muy mal.

Miré a Rosalya, sus ojos veían directamente a mi mano entrelazada con la de Viktor, parecía algo confundida y podía verlo en su rostro.

―¡¿Por qué no me lo dijiste?! ―exclamó Rosa cuando logró alejarme del resto.

Viktor y Lysandro caminaban justo frente a nosotras y Mina iba a nuestro lado. Estábamos acompañando a Lysandro a su encuentro con Castiel. Para mi Castiel y Viktor juntos sonaba como una muy mala combinación.

No sabía que decirle porque la verdad es que todo había pasado muy rápido y yo aún no era capaz de asimilarlo bien. No es como si tuviera una larga y estable relación con Viktor.

O quizá sí...

―No había tenido la oportunidad de decírtelo, no te alteres tanto ¡Y baja la voz, por favor!

―Bien... ―dijo y siguió caminando a mi lado―. Solo es extraño, pensé que aún te gustaba... ―se calló rápidamente y me miró sonriendo―. Olvídalo.

Después de caminar por un largo rato llegamos al teatro, la banda de Castiel estaba ensayando allí a pesar de que el concierto seria al aire libre. Le indiqué a Lysandro como entrar y los demás nos quedamos afuera. No me apetecía ver a Debrah, ni que ella me viera.

Viktor se acercó a mí con una sonrisa en su rostro, tan dulce como siempre, y eso era capaz de tocar mi corazón, de conmoverme por completo.

―¿Cómo has estado? ―pasó las manos por mi cabello suavemente. Mina y Rosalya se alejaron un poco dándonos privacidad.

―Bien...―dije tratando de darle mi mejor sonrisa para que no se notara que por dentro estaba hecha un lío.

Viktor estaba aquí, él siempre estuvo aquí. Él era constante en mi vida y siempre había podido contar con él. Cuando Castiel se fue mi corazón quedó destrozado y dolido, todos se habían alejado de mí, ido de mi vida. Pero Viktor volvía, Viktor siempre volvía.

Al principio aparecía de vez en cuando, me visitaba algunos días entre semanas pero luego todo se volvió más frecuente y la amistad que había nacido entre nosotros cuando eramos solo unos niños comenzó a crecer, y el cariño que nos teníamos se trasformo en amor, o quizá siempre fue amor. Porque recuerdo haberlo amado desde el principio, desde siempre. Desde antes de Castiel.

Pero cuando lo vi, aquel pelirrojo con pinta de rebelde que no hacia más que jugar con cada cosa que decía, todo a mi alrededor se esfumó. Fue un error, me equivoqué, jamás debí darle una segunda mirada. Ya ni siquiera lo quería, no me importaba ¿Por qué me estaba haciendo un lío por esto? No tenía que seguir taladrándome la cabeza con pensamientos sobre él. Después de todo ¿Todo estaba bien, no? Castiel había hecho su vida, junto a ella...Yo había hecho la mía y ahora eramos solo dos viejos amigos que se reunían. Todo era perfecto.

Claro que...todo esto me lo decía tratando de convencerme a mí misma.

Mis pensamientos se esfumaron cuando sentí los labios de Viktor sobre los míos, aún no podía acostumbrarme a esto. Solo llevábamos saliendo formalmente unas semanas y besarnos me seguía costando un poco. Cerré los ojos concentrándome solo en él, en sus manos en mi cintura, en el olor de su perfume y en la manera que mi estomago se retorcía al sentirlo tan cerca, sus suaves labios se movían con cuidado sobre los míos, se sentía cálido, se sentía bien y correcto.

Realmente lo quería.

Sentí a alguien toser y nos separamos abruptamente, miré en dirección al ruido y quise morirme cuando vi a Castiel junto a Lysandro mirándonos fijamente.

¿Lo que faltaba, no? Tenia que verle el lado bueno, esto ya no podría empeorar más. Suspiré cansada y bajé la mirada sintiéndome avergonzada.

―¡Castiel! ―apareció Debrah detrás de él.

Espera ¡Siempre puede empeorar!

La miré apretando mis puños y con el rostro enrojecido. Ella parecía agitada y me dio una mirada feroz.

Podía sentir los ojos de Castiel sobre mí, quemaban. Viktor miraba desde Castiel a mí, Lysandro parecía incomodo y Debrah se veía furiosa.

Madre mía...



Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora