Capítulo 1: Antes

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-Lárgate-. sus palabras son tan frías como la expresión en su rostro. Jamás me había mirado de esta forma antes.

-Te lo ruego-. le supliqué, humillándome a mí misma solo para tratar de hacerle entender que estaba tomando la decisión equivocada.

-¡Que te vayas!-grita-. Y no me vuelvas a dirigir la palabra. Olvida que existo y no te acerques a las personas que me importan.

Jamás algo había dolido tanto como las palabras que acababan de salir de su boca, secas y amargas. «No te acerques a las personas que me importan.» Me quedé inmóvil, no sabía que decirle ni como mirarle, dándome cuenta de que yo no entraba en la categoría de personas que le importan. «Así que esto se siente tener el corazón roto» pensé. Su rostro se suavizo cuando vio las lágrimas acumuladas en mis ojos y puso su mano sobre mi hombro. Podía sentir ese toque por todos lados, podía sentir al dolor comiéndome por dentro. Me aparte de él mirándolo con odio.

No quiero sentir su toque, yo solo quería hacerle entender, ayudarlo. Quisiera volver el tiempo atrás y no haberme involucrado nunca con él, desearía ser lo suficientemente buena para hacerle ver la verdad pero sobre todo; quisiera no amarle como lo hago.

-¡Idiota!-le grito con lágrimas cayendo sobre mis mejillas y salgo corriendo de ese lugar.

Escucho un golpe atrás de mí pero no volteo a ver que es, solo quiero desaparecer. Entro corriendo al baño de chicas encerrándome en un cubículo. Debí esperar esto de Castiel, tenía que haberlo visto venir; sin embargo, solo me dejé llevar por sus sonrisas y por aquellas miradas. Escucho la puerta del baño abrirse y la voz de Kentin.

-¿Su? ¿Estás bien?-pregunta desde algún lado.

-¿Qué haces en el baño de chicas?-le pregunto abriendo el cubículo para que pueda verme. Me sonríe tristemente.

-Te vi correr hacia acá, no lucias bien.

Saca un pañuelo de su bolsillo y me lo da. Trato de limpiar las lágrimas que han estado cayendo y me siento tan patética con la mirada de Kentin sobre mí, una estúpida chica llorando por un estúpido chico. Kentin se apoya en la puerta del cubículo evitando mi mirada, yo también evito la suya.

-Te oí discutir con Castiel-dice mirando al suelo.

-Él-él -trato de decir algo pero el nudo en mi garganta no me deja hablar.

-Está bien-interrumpe él y pasa una mano sobre mi cabello-. Lo entiendo.

Kentin me espera a la salida del instituto y me acompaña a casa en silencio. A pesar que quiero hablar con él, contarle todo y dar mi versión de la historia no lo hago. Sé que él me cree, no necesito defenderme.

A la mañana siguiente todo parece oscuro, cuando despierto el sol aún no ha salido y me quedo mirando hacia la ventana varios minutos. Me siento tan extraña, tan llena de sentimientos y completamente impotente. Veo la foto de Castiel que me dio Rosa, aquella que está sobre mi cómoda, y el corazón se me rompe un poco más.

Cuando salgo de mi casa para ir al instituto tomo el camino por el parque y veo a Castiel sentado en una banca, al verme se pone abruptamente de pie y me mira incómodamente.

-¿Podemos hablar?-pregunta.

-¿Qué quieres?-escupo las palabras con todo el odio que puedo.

-¡Maldición, Su!-exclama enojado; y odio como dice mi nombre-. Sólo hablemos por un minuto.

No quiero hablar con él pero me es imposible decirle que no, quizá aún tenga tiempo para convencerlo, me siento en el banco, en el cual estaba sentado él antes, tratando de no toparme con sus ojos.

-Lo siento, por la forma en que te hablé ayer-dijo casi susurrando mientras jugaba con sus manos.

-Dejaste claro quienes son las personas que te importan -le dije con la voz temblando, me sentía tan herida.

-Oye -suspiró-. Debrah esta ofreciéndome la oportunidad de mi vida...

-¡Debrah no te quiere!-le interrumpí-. Sólo te va a usar, Castiel.

Levanté la vista para mirarlo pero me encontré con una dura expresión y su ceño fruncido.

-Ya basta, pareces una niña inventando estupideces. Su, esto solo te va a perjudicar a ti. Déjalo ya.

Me puse de pie, no iba a seguir aguantando sus idioteces. Me dispuse a seguir caminando hacia el instituto cuando sentí su mano agarrando mi brazo, pero no me di vuelta.

-Me voy -dijo a secas.

Sentí un escalofrió en todo mi cuerpo, sentí la tristeza envolverme débilmente. Quería rogarle, pedirle que se quedara conmigo, que no me dejara pero después de todo era su decisión, era su vida y yo no formaba parte de esta. Me di vuelta soltándome de su agarre para mirarlo fijamente.

-Algún día tu mundo se va a derrumbar, y a pesar de que puedo asegurarte de que ella no te quiere ni la mitad de lo que yo lo hago... -Mi voz estaba totalmente quebrada-. Cuando eso suceda no me busques porque no voy a estar ahí para ti, al igual como tú no has estado aquí para mí, justo ahora.

-Su...-suspiró- No es necesario que todo entre nosotros termine.

-¡¿Pero de que estás hablando?!-en mi interior había una mezcla de rabia y tristeza y no sabía como expresarla-. Nada entre nosotros va a terminar porque nunca existió nada, eso me quedó muy claro.

Cuando lo miré parecía herido pero seguramente fue solo mi imaginación porque él seguía manteniendo esa expresión dura y esa mirada fría hasta que decidí darme media vuelta y volver a mi casa. No iría al instituto para ver como todos me miraban mal o para ver a una triunfante Debrah riéndose en mi cara.

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora