POV Castiel (Contado desde el punto de vista de Castiel)
Las manos del pelinegro estaban sobre Sucrette, fue lo primero que noté al salir antes de que Debrah llegara gritando. Aparté mi mirada de ellos rápidamente y volteé a mirarla.
―¡¿Y ahora qué?! ―solté más fuerte de lo que pretendía hacerlo. Su rostro se suavizo un poco y apoyó una mano sobre mi brazo.
―Nada, no te preocupes. Luego hablamos ―sonrío y le dio una última mirada a Sucrette antes de volver a entrar al lugar donde estábamos ensayando.
Metí las manos en mis bolsillo y miré a Lysandro, ignorando por completo a los dos babosos que se estaban besando.
―Tengo que volver, nos vemos en la noche ―le dije a Lysandro y volví junto a los demás lo más rápido que pude.
Debrah estaba sentada en el suelo, sosteniendo una hoja y leyéndola, parecía concentrada. Me acerqué a ella y me senté a su lado, al notar mi presencia alzó la cabeza mirándome con una sutil sonrisa en sus labios.
―¿Qué? ―pregunté.
―Nada, nada ¿Por qué actúas así? ―no dejaba de sonreír, me estaba asustando un poco―. Estaba leyendo las canciones, eso es todo. Están muy buenas, Lysandro tiene talento.
―Ah, sí.
Le mostré unas canciones a Debrah y a los demás, diciendo que Lysandro las había escrito. Mentira, las escribí yo. No tenía tanto talento como Lysandro y la verdad es que él me ayudó bastante pero las canciones que Debrah sostenía habían sido hechas por mí.
La chica se puso de pie mirándome fijamente, estaba actuando más raro de lo normal.
―¿No quieres ir a otro lugar? ―preguntó, supongo que con la intención de sonar sutil pero no lo logro para nada.
Le dí una mirada rápida. Debrah era...Debrah. No supe que decirle, había algo extraño oprimiendo mi pecho y necesitaba liberarlo de alguna manera.
La estampé contra el muro justo después de encontrar un pequeño armario alejado de todo y todos y ponerle el seguro a la puerta. Mis labios comenzaron a recorrer su cuello mientras mis manos presionaban con fuerza sus caderas.
―Ca...Castiel ―ya estaba jadeando.
Hace semanas que no hacia esto con Debrah, a decir cada vez se hacia más incomodo tener este tipo de acercamiento con ella. Cuando me fui con ella creí que todo seria como antes, que ambos tendríamos el mismo amor por el otro, el mismo que tuvimos una vez. Y a pesar de que al principio no estuve seguro, decidí darnos una oportunidad, por los viejos tiempos y por todos los recuerdos. El primer amor no podía olvidarse así de fácil.
Pero no funcionaba, cada vez que lo intentábamos seguíamos alejándonos más y cada día todo se volvía más incomodo, aunque claro, nadie dijo una palabra y seguíamos fingiendo que el amor que un día nos unió seguía allí. Pero todo estaba mal.
Todo estuvo mal desde aquel día.
Desde que la deje.
El pensamiento de Sucrette nubló mis sentidos y presioné mi cuerpo contra el de Debrah provocando un pequeño grito de parte de ella.
Vale, he estado actuando y fingiendo a su lado por meses, hacerlo una vez más no me haría daño. Después de todo ella me quería, sé que la chica de la cual me había enamorado seguía allí, y esa chica merecía todas las oportunidades del mundo. Envolvió los brazos en mi cuello y atrapó mi boca en un apasionado beso. Hace mucho tiempo que no probaba sus labios. Presionó sus caderas contra las mias.
―Debrah...No deberíamos... ―intenté detenerla pero sus labios no me dejaban hablar.
Realmente esta no se parecía a la chica que yo conocía, pero era la misma ¿No? Mi mente iba de un lado a otro y mis pensamientos no eran claros. Estaba confundido y no sabía cual era el próximo paso que tenía que dar, no sabía que era lo correcto. No quería equivocarme.
No otra vez.
Ya había cometido muchos errores.
Debrah estaba metiendo sus manos bajo mi camiseta, Debrah estaba devorando mis labios y aferrándose a mi cuerpo . Debrah. Debrah. Debrah estaba ahora aquí conmigo.
Pero era Sucrette la que acaparaba todos mis pensamientos. Sucrette y el maldito que tenía las manos sobre ella. Mierda.
Tomé el rostro de Debrah con fuerza estampando mis labios con los de ella, con rabia, con cólera, queriendo borrar a Sucrette de mi mente pero no lo conseguía. Entre más besaba a Debrah, entre más la tocaba, más deseaba que fuera Sucrette la que estuviera suspirando mi nombre y no Debrah.
¿Pero que mierda me pasada? Había ya pasado tiempo ¿Cómo era posible que siguiera prendado de esa niñita?
―Cas-Castiel―jadeó Debrah fuerte. Sacándome de mis pensamientos y trayéndome de vuelta a la realidad.
Me aparté de ella acomodándome la camisa que ya me la había subido casi hasta el pecho.―Creo que deberíamos volver ―dije sin mirarla.
―Pero...Castiel ¿Qué? Pensé que...―balbuceaba.
―Yo lo siento, creo que debería ir a ensayar...―la miré, lucia agitada y desordenada pero no podía estar en el mismo metro cuadrado que ella por un minuto más así que me di media vuelta y salí del lugar.
―Mierda, mierda....mierda... ―caminé susurrando.
Flashback
―¡No puedo creer que aceptaras venir conmigo, tenía tanto miedo, gatito! ―dijo Debrah emocionada cuando nos subimos a la furgoneta, se sentó a mi lado y tomó mi mano apretándola suavemente.
Mi despedida con Sucrette me había dejado algo alterado y con un mal sabor de boca ¿Pero que más podía hacer? Debrah había vuelto y me necesitaba. Y Sucrette actuaba muy raro, jamás pensé que reaccionaría así. Me sentía decepcionado. Sin embargo, algo iba mal, había algo que no calzaba. A este rompecabezas le faltaba una pieza.
Pero ahora tenía a Debrah, otra vez. La volví a mirar y sonreí al verla allí a mi lado, la había dado por perdida pero estaba aquí, conmigo otra vez.
Fin flashback.
Necesitaba averiguar cual era la pieza que faltaba, quería saber porque todo se sentía tan incorrecto.
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Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]
FanfictionEsta historia contiene personajes, diálogos y situación del juego "Corazón de melón" por lo que podría contener spoilers.