Capítulo 44

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Sus labios se cerraron sobre los mios correspondiendo al beso.  Y mi mente estaba completamente en blanco, sus manos se apoyaron en mis caderas mientras con sutileza ibamos haciendo más profundo el beso.

«Es complicado» pienso mientras nuestros labios siguen juntos, porque realmente duele, porque realmente nos hemos hecho daño y besar sus labios ahora mismo provoca un montón de distintas sensaciones por todo mi cuerpo, quema, me ahoga.

Pero lo necesito, y él también me necesita a mí. Y no sé si estemos hechos para estar juntos, quizá la vida pueda volver a separnos mañana, tal vez volveremos a caer pero por hoy, solo por hoy, no negaré lo bien que me hace, lo mucho que le amo.

Me separo de sus labios, sentada en su regazo, y me quedo mirando cada una de sus facciones. Con mi dedo trazo la línea de su nariz, necesito tocarlo para saber que en realidad está aquí.

—Sabes que aún te amo —digo apartando la mano de su rostro y cerrando mis ojos—. Que nunca he dejado de hacerlo…

Lo escucho respirar y siento su pecho subiendo y bajando, soltando un suspiro, dejando salir todo el aire que había estado reteniendo. Como si escuchar aquellas palabras realmente lo aliviara.

—Siempre has sido todo lo que necesitaba…—continuo sin abrir los ojos, agachando la cabeza.

Quería callarme y salir del auto, huir una vez más de aquellos verdaderos sentimientos que me invadían cada vez que lo tenía cerca, pero ya no tenía fuerzas para hacerlo, ya ni siquiera quería hacerlo, no más. Tal vez me estaba equivocando y me estaba llevando a mi misma por un camino de malas decisiones que no harian más que dañarme una vez más pero ahora solo quería correr el riesgo.

Podía hacerlo si Castiel estaba aquí conmigo, aun cuando él mismo había sido mi perdición tantas veces.

—Sucrette… —sus labios suspiraron mi nombre y yo escondí mi rostro en la curva de su cuello.

Podía sentir las lagrimas salir una vez más. Pero era Castiel, estaba bien, podía llorar frente a él.  Con mis brazos envolví su cuello, acercandome más a él, abrazandolo. Y él correspondía a cada una de las cosas que yo hacia.

¿Por qué de pronto me invadió aquella necesidad de llorar? En sus brazos me sentía rota otra vez. Ahora en sus brazos podía darme cuenta de cuan solitaria había estado antes.

—¿Sucrette? —volvio a decir mi nombre.

Me tomó por lo hombros y me apartó de él, rapidamente cubrí mi rostro para secar las lagrimas que habían caido pero Castiel me detuvo, usando el dorso de su mano y su pulgar para secarlas por mí.

Nos quedamos en silencio otra vez, sin movernos de donde estabamos, respirando tan fuerto que podíamos oirnos el uno al otro.

—Tengo miedo —solté cuando pude recuperar mi voz.

—¿De qué?

—De que todo esto sea mentira. De perderte, otra vez…

—Eso no va a pasar —se aclaró la garganta y con su mano derecha acarició mi mejilla.

—Ya me has dicho eso antes ¿Sabes? —respondí con una triste sonrisa en los labios—. No puedo dejar de pensar que, tal vez…tal vez solo tenemos que rendirnos.

—¿De que hablas? —su ceño se frunció—. Estamos aquí ahora, estoy aquí contigo y no hay nada que nos impida estar juntos otra vez ¿Cuál es el problema?

Tenía razón, nada nos impedia estar juntos ahora. Nada aparte de mis miedos, de los recuerdos de él marchandose, de las memorias del pasado y de todo el daño. Pero ahora era diferente ¿Verdad?

—Sí…yo… —no terminé la frase y me aparté de él para volver a sentarme en el asiento del copiloto, mordiendo mi labio inferior, mientras Castiel me seguía con la mirada.

—Tienes tu trabajo y tu casa en otra ciudad ahora…—dije viendo como su ceño volvía a fruncirse.

—¿Y eso qué? Puedo volver ¿Sabes? O puedes irte conmigo…

—¡Castiel! ¿De que hablas? Ni siquiera sé que hacer ahora y estas hablando de vivir juntos… —suspiré.

—Estas tratando de buscar excusas…

—Tengo que volver a la universidad —dije.

—No es problema —volteó su cuerpo hacia mí—. Podemos buscar algo cerca de tu campus…

—Mis padres me van a matar…

—¿Desde cuando eso importa? Nunca han estado aquí para ti de todas formas.

Tenía razón, pero aún así me iban a matar. La unica razón por la cual habían venido era por que su unica hija se iba a casar con Viktor, el gran hombre de negocios que tenía un montón de herencia, el partido perfecto para ellos. Y ahora su hija había cancelado aquel compromiso, seguramente eso no los haria muy felices.

—¿Juliet? —pregunté mirandolo de reojo. Quería saber todo, quería tener cubiertas todas las posibilidades.

—Ya te dije, es una amiga. Ella se pondrá bien y podrás preguntarle.

—¿Debrah? —ésta vez lo miré fijo y noté como rodó los ojos ante la pregunta.

—Ni siquiera sé si está viva. No me importa ¿Bien?

Guardé silencio durante algunos segundos. Tecnicamente Castiel no me había preguntado nada pero quería decirle que sí, decirle que sí a todo lo que él me dijera.

—Entonces…tal vez podamos intentarlo una vez más —dije mordiendo el interior de mis mejillas.

No dijo nada, solo sonrió, sonrió con una gran y real sonrisa, haciando que mi corazón saltara.

Me miró sin decir una palabra y echo el auto a andar, conduciendo mientars hablabamos de cosas triviales, como si el tiempo ho hubiese pasado, como si fueramos amigos de toda la vida.

Y yo sentía mucha calma, tanta calma que casi asustaba. Pero estaba tranquila, porque esta vez él estaría a mi lado.

Despues de unos veinte minutos estacinó el auto fuera de mi casa. El cielo ya estaba oscuro y podía ver la luz de adentro encendida. Mis padres seguramenta ya estaban ahí.




Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora