Capítulo 21

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―¿Qué estás haciendo aquí Castiel?  ―preguntó Rosalya sonando molesta mientras yo trataba de limpiar las lágrimas de mis ojos.

―Sucrette, tenemos que hablar... ―Ignoró a Rosa y me miró fijamente.

―Castiel, no creo que sea buena idea que estés aquí en este momento. Deberías irte ―Lysandro también sonaba molesto y era muy extraño verlo así.

―No, Sucrette yo no sabia...

―¿Qué ibas a tener a un bebé con Debrah? ¿De verdad no lo sabias?  ―bufé y él pareció atragantarse mirando a los lados un poco incómodo―. Sí, ya les dije. Ya lo saben.

―No era necesario que se los dijeras.

―¿Disculpa? ¿Tampoco pensabas decírmelo a mi5? Castiel... ―negó Lysandro con la cabeza mirándolo―. ¿Qué haz hecho? ¿Es verdad lo que dice Sucrette?

Castiel parecía al borde de un colapso nervioso, frunciendole el ceño a su mejor amigo pero sin atreverse a encararlo.

―Sí. Es verdad, al parecer...

Un sonoro suspiro se escucho en la habitación de parte de todos.

―¿Por qué no me lo dijiste? ―pregunté.

Pregunté tranquila. Ya ni siquiera tenía fuerzas o ganas de pelear con él.

―No era necesario.

―¡¿Pero que dices?! ―Saltó Rosalya.

―¡Carajo! ¿No podemos hablar a solas? ―Me miró apretando sus dientes.

―No. Rosalya es mi mejor amiga, Lysandro el tuyo. No le veo problema.

―Vale. Entonces escúchame, que Debrah este...embarazada... ―Al parecer le costaba decir aquella palabra―.  Eso no cambia lo que siento por ti...

Miré sus ojos, sus ojos grises. Siempre los había amado, fue lo primero que noté cuando lo vi, claro, después de su cabello rojo. Me quedé en silencio mientras él no apartaba la vista de mí, Rosalya y Lysandro se habían sentado al borde de una cama sin decir nada.

No podría negar que lo amaba, era muy claro ahora y sentía tanto por él que asustaba pero algo había cambiado, después de todo Castiel sería papá y yo no iba a interferir en eso. Aún teníamos asuntos que cerrar pero me sentía más preparada para dejarlo ir.

―Pero eso lo cambia todo para mi.

“Te amo”, las palabras querian salir de mi boca, al menos por una última vez pero no lo iba a permitir. Tenía que dejarlo ir, tenía que ser lo suficientemente fuerte para darme cuenta que él había hecho una vida sin mí, que tendría una familia de la cual yo no podia formar parte. Pensé en la última noche, en sus labios sobre mi piel, en sus ojos mirándome intensamente, en sus palabras y en lo que ellas provocaban en mí, todo era un desastre. Cuando Castiel se fue tuve que recoger cada pedazo de lo que arruinó, de mí, e intentar juntarlos. Ahora se volvía a sentir así, trozos de lo que parecía ser mi corazón esparcidos por todo el suelo.

―Lo cambia todo para mi ―repetí con una triste sonrisa―. Ayer te dije lo que sentía…

―¡Yo también siento lo mismo! ―Me interrumpió y yo cerré los ojos agotada.

―¡Se acabo! ―grité―. ¿Vale? Se terminó todo… ―Mi voz sonaba un poco rota―. Yo haré mis maletas y volveré a mi vida y tú…deberias hacer lo mismo…Tienes una novia y ahora un hijo…ellos te necesitarán.

―¡No quiero hacer esto con Debrah!

―¡Debiste pensar en eso antes, Castiel! Tomaste tu decisión hace mucho tiempo. ¡Ahora vive con ella!

Todo en la habitación era un griterio mientras Lysandro y Rosalya miraban con la boca entreabierta sin decir nada.

―¿No merezco una segunda oportunidad, no? ―preguntó un poco más calmado ahora.

―No se trata de segundas oportunidades, Castiel…Te has equivocado tantas veces, has roto mi corazón pero ¿Sabes? Ya ni siquiera se trata de mi corazón…Todo esto es sobre ti, sobre ti haciendote cargo del camino que tomaste…Voy a estar bien ―Le dije con los ojos llorosos―. ¿Vale? Y podemos ser amigos ¿No? Tienes mi número, puedes contar conmigo…pero sé hombre, por favor ―Tragué saliva con algo de dificultad.

―Vale ―respondio él negando con la cabeza―. Vale..Si quieres que esto sea así, será así ―soltó una carcajada casi ironica y negó otra vez con la cabeza―. Pero ten en cuenta que lo he intentado…que me importabas. Que siempre fuiste suficiente para mi.

―Lo que digas, está bien. Lo intentamos. Ambos ―Solo le seguí el juego, pelear con él no nos llevaría a ningun lado―. Tal vez solo no…no tenemos que estar juntos, no funcionamos.

Él asintio y dio algunos pasos hacia atrás aún mirándome, sus ojos grises estaba clavados en los mios, quedándome y destrozandome.

―Te amo ―dijo otra vez y algo se rompió más en mí. Mis ojos se llenaron de lágrimas y asentí apretando los labios.

―Lo sé. Gracias.

Se dio media vuelta y salió de la habitación dando un portazo, yo caí sentada en la cama mientras las lágrimas caian silenciosas por mis mejillas, Rosalya se avalanzó sobre mi envolviendome en sus brazos mientras Lysandro parecía perdido, para variar, luego de un rato salió tras su amigo, supongo.

Cuando estuve más calmada empaqué mis cosas para volver, no iba a estar un segundo más en aquel lugar, no junto a Castiel ni mucho menos junto a Debrah.

―Escuché que te ibas ―dijo Amber apoyada en el umbral de la habitación.

―Escuchaste bien ―le respondí yo.

―¿Qué pasó con nuestro plan? ―preguntó.

Sabía que Amber no estaba allí con malas intenciones pero aún el escucharla me irritaba.

―Ambern―dejé el bolso ya listo a un lado y la miré―. Si quieres que Castiel sepa la verdad, si quieres a Castiel o lo que sea...tendrás que arreglartelas solas...yo estoy fuera de esto.

―No te entiendo ¿Sabes? ―Se cruzó de brazos―. Es obvio que todavía tienes sentimientos por él  ¿Solo lo dejarás así? Así no eres tú, vamos...¿Algo pasó con él? Se veían muy unidos hace unos días.

Esa era el problema, lo había tenido tan cerca, realmente creí que podíamos volver a intentarlo pero ahora pasaba esto. Un bebé. No iba a contarselo a Amber, no era mi problema.

Ya no más.

Me despedí de Rosalya, quien se ofreció a ir conmigo pero la verdad necesitaba tiempo a solas conmigo misma, y tomé un autobús de vuelta a la universdad. Intenté pensar en otras cosas, en Viktor, pero eso solo empeoraba todo…Tendría que contarle lo que había pasado y hacerle daño a Viktor me destruía aún más.

Al llegar mostré mi carnet estudiantil en los dormitorios para que me dejaran entrar.

―Lo siento pero no puede entrar, sus datos no están en el sistema ―dijo la señora rubia que antendía en el mesón.

―¿Disculpe? Soy estudiante de esta universidad hace un semestre, vivo en los dormitorios del campus ―traté de explicar.

―-Pero su nombre no me aparece en el sistema,  no puedo dejarla entrar ―repitió ella.

―Tiene que ser una equivocación ―ella suspiró.

Lo que me faltaba.

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora