Capítulo 37

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Caminé por el pasillo mirando los números de las puertas de los otros apartamentos hasta llegar al ascensor para bajar a la primera planta. Aún incrédula, aún sorprendida; al llegar abajo esperaba encontrarme con Laeti y Rosalya pero no estaban por ningún lado. Me paré frente al ventanal que daba hacia la calle mientras suspiraba frustrada sacando mi móvil para llamarlas, pero ninguna contestaba. Al parecer este día iba de mal en peor.

Seguí mirando hacia afuera, la lluvia caía violenta sobre el pavimento, sería una estupidez salir a la calle sin tener a donde ir, a menos que quisiera terminar enferma. Miré un poco aturdida alrededor, tampoco podía volver con Castiel, no quería más discusiones por ahora. 

—¿Disculpe? —susurré acercándome al señor que estaba en recepción—. ¿Podría quedarme en los sillones mientras espero a mis amigas? 

Él alzó la vista dándome un rápido vistazo y luego volvió a mirar su periódico asintiendo la cabeza. No estaba segura que significaba eso pero decidí tomármelo como un "Sí" así que caminé hasta uno de los sofás que estaban en recepción sentándome y acomodando el bolso a mi lado. 

La lluvia era tan fuerte que lograba escucharla desde donde estaba, le daba un toque más melancólico a todo este asunto haciéndome sentir peor. Mis pensamientos se sentían como una espesa y oscura niebla, llena de confusión y de caos.  Y no podía dejar de pensar en Viktor, en Viktor y en todo lo que él había hecho por mí; y yo podría salir ahora mismo por la puerta de este departamento, sin cerrar está historia con Castiel y tomar un bus de vuelta a mi ciudad, seguir con los preparativos de la boda y casarme con Viktor, de hecho sonaba bien y sencillo, podía hacerlo, puedo hacerlo. Pero tengo miedo, miedo de avanzar en mi vida sin superar a Castiel, miedo de comenzar una vida con otra persona aún pensando en él. Eso no era justo para Viktor, ni siquiera era justo para mí. 

Me acurruqué en una orilla del sofá tratando de ignorar el frió y las pequeñas lágrimas que manchaban mis ojos, iba a estar bien. 

Pero en mi mente resonaba su voz, y destellaban recuerdos que los buenos momentos. Se volvían oscuros. Mis parpados se volvían pesados mientras comenzaba a caer dormida entre extraños pensamientos de Castiel, Viktor y mis padres. Y podía sentir aquel terror oprimiendo mi pecho, la oscuridad envolviéndome mientras gritos desesperados se escuchaban de fondo. Aquí estaban las pesadillas otra vez, media consciente me moví bruscamente tratando de liberarme de lo que sea que estuviera reteniéndome, clave las uñas en las palmas de mis propias mano y cuando sentí que iba cayendo mientras escuchaba la voz de mi madre gritando mi nombre, volviéndose cada vez más ronca, solté un grito ahogado, sentándome violentamente en el sillón y abriendo los ojos, mirando a todos lados desesperada. 

—¿Un mal sueño? 

Cuando vi a Castiel sentado en el sofá frente a mí me eché a llorar llevando las palmas de las manos a mis ojos para limpiar las lágrimas rápidamente; luego apoyé los codos en mis rodillas agachando la cabeza y apretando el puente de mi nariz tratando de calmarme. 

—Va, que solo ha sido un mal sueño —volvió a hablar mirando indiferente hacia otro lado. 

—Ya sabes como soy  —dije percatándome recién que la lluvia seguía afuera y aún estaba oscuro—. ¿Qué haces aquí? 

—¿Vivo aquí? —arrugó la frente.

— No, digo...sabes a lo que me refiero. 

—Iba a salir a comprar cuando te vi aquí, parecías incomoda murmurando cosas ¿Donde están tus amigas? 

—No me contestan —saqué el celular para revisarlo, ni siquiera había llamadas perdidas—. Y afuera estaba lloviendo.

—Pudiste volver a casa.

¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Acaso me odiaba ahora? Quizás me lo merecía pero no lo soportaba, no de él. Esto no era como las habituales bromas que solía hacerme para sacarme de quicio solo porque le gustaba verme así. Su actitud era diferente, era fría, cruel. Era demasiado. 

  —No quiero volver a casa. 

Él solo alzó las cejas y desvió la mirada quedándose en silencio.  

Mientras yo lo miraba y sentía como el nudo en mi garganta crecía. 

—Lo siento —solté de pronto, agachando la mirada. 

—¿Qué? 

 —Si alguna vez dije algo que te hiriera, seguramente lo hice pero...Castiel, yo...lo siento —las emociones de pronto comenzaban a invadirme por completo. Me sentía abrumada. 

—No es necesario —negó él con la cabeza—. Fui yo el que arruinó todo desde el comienzo, cuando llegó Debrah...entiendo que te dolió; y como dijiste, solo hay que dejarlo ir. 

Pero yo no quería dejarlo ir, yo quería seguir aferrándome a todo lo habíamos sido.

—Cada vez que quiero correr a ti...algo pasa, algo lo impide—dije y Castiel movió la cabeza sonriendo un poco—. Es como si el destino nos impidiera...estar...

—No creo que deberíamos culpar al "Destino" por la malas decisiones que hemos tomado, ambos —volvió a sonreír moviendo la cabeza y poniéndose de pie para estirarse. 

Lo miré un poco sorprendida, no estaba esperando que me dijera algo así y tenía que admitir que tenía razón, nosotros habíamos hecho este desastre. 

—Si lo quieres ver así...

—Como sea, tengo una cama extra ¿Quiere venir o prefieres morirte de frió aquí? Tabla —chasqueó la lengua diciendo la ultima palabra sonriendo burlón, y yo no podía crear como es que algo que antes consideraba un insulto ahora podía producirme tantas emociones juntas. 

—No vas a empezar con eso otra vez —rodeé los ojos fingiendo estar molesta y tomando mi bolso—. No es que me emocione la idea pero sí, tengo frió. 

Sin decir nada más me hizo un gesto para que lo siguiera y yo lo hice, caminando justo detrás de él. Se sentía como caminar en la cuerda floja, cualquier cosa que dijera o hiciera debía ser pensada con cuidado, no quería dar un paso en falso y salir lastimada, ni lastimarlo. 

Cuando llegamos volví a dejar mi bolso sobre un sillón y me quedé quieta sin saber que hacer, era incomodo, este no era mi lugar. 

—La habitación de invitados está por acá... 

Me guió otra vez hasta una pequeña habitación que estaba al final de un pasillo mientras yo me preguntaba si esto era cómodo para él, si ya no causaba nada en su corazón. Me pare justo en el umbral de la puerta y él se dio media vuelta, mirándome, justo frente a mí.     

Sonreí recordando recordando la manera en la que él solía mirarme y sonreírme  justo antes de besarme. Recordando la manera en que nuestras desastrosas  y solitarias vidas habían logrado encajar. En el último año está situación se nos había dado muchas veces, ambos juntos, cerca, sabiendo que solo hay una pequeña linea entre nosotros, una delgada linea entre negarnos el uno al otro o admitirnos que hay algo que nos hace volver a esto una y otra vez. 

Pude haberme ido, él pudo dejarme durmiendo sola en el sofá, podríamos solo ignorarlo pero no. Hay algo, tiene que haber algo. 

Nosotros solíamos salvarnos, pero ahora solo nos destruimos. 

Di un paso hacia él porque necesitaba estar cerca, Castiel se quedó en su lugar mirándome serio. Negué con mi cabeza, queriendo apartar mis propios pensamientos y dando otro paso hacia él, rogando para que me apartara. Castiel siempre fue un respiro en mi vida pero ahora el aire entre nosotros era tan toxico que era difícil respirar, y aún no me importaba. Aún así lo quería. 

—Detenme—susurré acercándome hasta pegar mi frente con la de él; pero Castiel no hacia nada. Solo podía sentir su aliento contra mi nariz.

Sus labios me llamaban, su todo me llamaba. No podía alejarme de lo que eramos. 

  —Alejame —le supliqué tocando la punta de su nariz con la mía. 

¿Como habíamos llegado a esto otra vez? No lo sé, pero no quería huir. No quería verlo escurrir entre mis dedos una maldita vez más. 

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora