CAPITULO 2

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Desde el set número 6 me pedían tres cafés latte, estaba atareada, solo llevaba alrededor de tres horas y me costaba encontrar todavía el ritmo, me ponía nerviosa, todo el mundo quería las cosas para el minuto.

Me dirigí hacia el set con los cafés en una bandeja.

Para que las propinas fueran buenas el café tenía que llegar en óptimas condiciones de sabor y temperatura.

A la distancia divisé a un tipo alto con chaqueta de cuero café y pelo castaño claro, lo vi de lejos y presentí el desastre. La velocidad con que sucedieron las cosas me impidió actuar, y así poder evitar el brutal choque entre ambos.

 El tipo iba rápido,  y en su evidente enojo, no me vio, de eso estaba segura, me preocupaba la bandeja con los cafés, y no alcancé a esquivarlo. 

 Chocó violentamente contra mí, todo pasó tan rápido que ninguno de los dos pudo reaccionar para evitar el desastre.

La bandeja se me escapó de las manos por la fuerza del encontrón y voló por los aires, el hombre al trastrabillar cayó sobre mi cuerpo, de tal forma que aplastó mi brazo azotándole contra el pavimento.

Lo miré con los ojos desorbitados, ¡no podía creer lo que estaba pasando! sentí una punzada en el brazo, el dolor era intenso,  en un segundo todo podía cambiar.

 Lo que estaba sucediendo ¡era tan desafortunado! Todo volvía a cambiar para empeorar las cosas, hasta un nivel que nunca imaginé.

 ¡Me estaba jodiendo el día!

El contenido de los vasos cayó sobre ambos bañándonos con el  líquido, mi blusa blanca tomaba un tono ámbar haciendo que se transparentara, dejando a la exposición pública mi sostén de encaje blanco.

¡Odiaba llorar! casi nunca lo hacía ¡menos en público! Pero las circunstancias me estaban superando ¿hasta cuándo la vida me iba a castigar? ¿Acaso ya no había pagado con creces todos mis pecados? 

 Varias personas que transitaban por el set me ayudaron a levantarme, consolándome y diciéndome que todo había sido un accidente, y que no era para tanto, que no me preocupara.

 Los miré enojada ¿que sabían ellos? Para más remate, la falda se me subió hasta el comienzo de las piernas, dejándolas más de lo adecuado al descubierto, el tipo de la chaqueta me miraba asustado, totalmente descolocado, pero a pesar del desastre me miraba las piernas ¡que básicos que son los hombres! -pensé con rabia y lo increpé - ¿Por qué no me ayuda a pararme? ¿O no se da cuenta del desastre que ha hecho?

El hombre me miró con los ojos desorbitados y como si la orden fuera del mismísimo Papa, se levantó rápidamente para ayudarme a incorporarme, me tomó por debajo de los brazos, quedando frente a frente y al hacerlo quedamos muy juntos.

Por un segundo pudo ver sus ojos, eran de un hermoso color café claro, pero estaban asustados, a pesar de eso los encontré bonitos, tenían el color muy parecido al del cabello, muy claro casi color miel, su rostro era realmente hermoso, tenía labios gruesos, su piel estaba levemente bronceada como si tomara el sol muy a menudo, pero lo que más me llamó la atención, fueron sus pronunciados pómulos que le daban un aire muy atractivo y masculino.

 Su contacto me estremeció, sentí el aroma de su perfume, mezclado con aroma de hombre y muy a mi pesar, algo en mi interior se conmovió.

Me arrepentí rápidamente de mis pensamientos y de mis impulsos. 

Tuve por un momento el impulso de besarle ¡era lo más raro que nunca me había ocurrido! Rápidamente ocupé mi mente llenándola con la ira que sentía , pero esos escasos segundos me bastaron para darme cuenta de que ese hombre había despertado algo en mí que no sabía que tenía,  algo en mi vientre se tensó, e instintivamente lo toqué.

Café  EstrelladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora