La nostalgia y un dejo de dolor se apoderaron de su rostro, me miró de una forma tan profunda que algo en mi interior se rompió como un velo que se rasga y deja ver una verdad por tanto tiempo escondida, pero tan clara como el agua.
Le quise contestar, sentía que estaba en una especie de sueño, de revelación, como si me hubieran abierto los ojos por tanto tiempo cerrados ¡estaba muda! el ambiente entre nosotros se tornó distinto ¿era posible que a pesar de los años él y yo sintiéramos algo todavía?
Justo en ese momento apareció mi hija riendo y pidiéndome el almuerzo, lo miré, era una conversación que nunca habíamos tenido, el volteó la cara para que yo no viera que le afectaba lo que acababa de decirme, me paré y fui a la cocina, mis piernas temblaban, pero necesitaba alejarme y pensar.
Le ayudé a María a arreglar la mesa donde comeríamos, mientras hacía eso, pensaba en las palabras de Mat, me había dejado anonadada, mis pensamientos viajaban a mil por mi cabeza ¡él me había amado! ¿Por qué me lo decía ahora? yo le había preguntado, pero nunca pensé en la respuesta ¡yo era a la que había amado!
Mi cabeza estaba nublada.
Con el tiempo yo lo había perdonado.
Cuando se alejó y no quiso quedarse a mi lado, me dolió, pero con el tiempo me di cuenta de que él y yo nunca podríamos haber convivido, éramos tan distintos y con el paso de los años fui perdonándolo y quedándome en paz. Comprendí sus razones ¡pero ahora llegaba de la nada y me decía esto! ¿Me había amado? Y me di cuenta de que cuando murió Patrick y él fue al funeral, me decía la verdad.
Me sentía confundida, no sabía bien que sentía, aunque pude darme cuenta que gran parte de mis sentimientos eran rabia y la única pregunta que daba vueltas en mi cabeza era ¿porque se había ido? Y llegaba a la misma conclusión.
Él me había amado, pero yo no era suficiente.
Me intrigaba su confesión y no tenía respuestas para todas las preguntas que surgían en mi cabeza.
De pronto lo vi entrar a la cocina a preguntarme si necesitaba ayuda con el almuerzo, me sobresalté, quería un poco de distancia con él, su presencia me inquietaba, pero de una forma extraña ¿podía ser que a pesar del tiempo el pudiera hacerme sentir así de nuevo?
Moví la cabeza, tratando de espantar esos pensamientos, me sentía vieja y estaba pasando por una crisis en mi trabajo, a esta altura de la vida no creía posible sentir lo que luchaba por acallar ¿sería posible que yo lo amara todavía a pesar de todos estos años?
Lo miré tratando de fingir indiferencia y - le dije- que ayudara con la ensalada, el comedido le preguntaba a María donde podía sacar alguna fuente. Yo que estaba al lado, le indicaba un estante donde guardábamos la loza, el solicito me ayudó a sacarla, de pronto tomó mi mano, sentí un chispazo de deseo que me recorrió, su mirada me traspasaba y con voz seductora me dijo- ¡Qué bueno es estar aquí contigo!
Me visitaban algunos amigos, pero la mayoría de las veces siempre era por negocios, en cambio él se sentía como en su casa, pronto el padre y el hijo, serían parte de mi familia.
Pensé que siempre tendríamos que encontrarnos, en fiestas, navidades y esas cosas y no creí capaz de enfrentarme con esa situación.
María andaba por allí, en la cocina preparando todo, y aprovechó de pedirle que le firmara algunos autógrafos, lo que me ayudó a que yo bajara a la tierra de la nube en la que andaba.
María coqueteaba con él, como todas las mujeres que se le acercaban y se tomaba unas fotos.
Él accedió amablemente sonriendo y posando con ella, yo lo miraba sabiendo que siempre le gustó que la gente lo reconociera y le recordara lo famoso que era.
ESTÁS LEYENDO
Café Estrellado
RomansaUn engreído actor, un desafortunado accidente y una chica ambiciosa harán de esta novela una de tus favoritas.