Capítulo 31

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Le pedí el teléfono a Mat y llamé a Carla, tuve que alejar el teléfono de mi oído, ella gritaba preocupada por mí, le aclaré que estaba bien y que nos veríamos al día siguiente prometiendo contarle todo y colgué. Me imaginaba la cara de Carla, pero este momento era mío y nada ni nadie me lo iba a arrebatar.

Colgué y Mat -me dijo- no quiero separarme de ti, creo que nos merecemos unas horas más, después de tanto tiempo ¿porque no vamos a algún hotel y pasamos la noche juntos?

Lo miré tenía miedo, yo no acostumbraba a hacer ese tipo de cosas ¿qué me pasaba? ¿Él podía influir tanto en mí hasta el punto de hacerme cambiar de hábitos?

y me respondí a mí misma que sí y tuve que ser sincera, quería quedarme con él. Había pasado tanto tiempo anhelando su presencia que ahora no quería, ni podía soltarlo, me decidí ¡Ésta bien! - le dije - ¡vamos!

Él sonrió y me besó, no sé como llegamos al hotel y entramos, pedimos comida, tenía hambre ni siquiera habíamos almorzado.

Nos sentamos en una pequeña mesa dentro de la habitación y comimos, el me miraba y reía -me dijo- noté que estabas triste y quizás hasta deprimida, lo miré y -le contesté ¡vaya! ¿Se me notaba?

Mat con la comida atravesada asintió -le dije deseosa de compartir con él lo que me aquejaba-

Estaba triste, pero eso era antes de que aparecieras, venía hace un rato tratando de replantearme la vida, con poca actividad en la oficina y para más remate Sofía aparecía con un novio y se iba a casar, me iba a quedar sola, apareciste tú y me sentí triste, te había amado como nunca volví a amar, ya no me da vergüenza decirlo y que lo sepas, ¡te veías tan bien! y yo me sentía vieja y acabada, tuviste hijos y una pareja, sentí unos celos terribles y pensé en que me faltaba algo y era volver a amar, como te había amado a ti.

Él me miró y dijo ¿amado? preguntando incrédulamente y quise bromear con él y le dije- ¡si te amé! ahora solo te utilizo sexualmente, él se paró mirándome con aire seductor y me dijo-¿así que me quieres solo para el sexo?

Sí -le contesté con aire suficiente ¡tú sabes he estado sola tanto tiempo y tengo mis necesidades!

Él rodeó la mesa y me dijo ¡bueno creo que necesitas de mí!, aunque sea solo sexualmente ¡entonces ven aquí!

Me tomó de la mano, haciendo que me levantara y me jaló obligándome a apegarme a su cuerpo, reí contenta de su actitud de niño malo y -me dijo- entonces señorita Maya Sinclair ¡prepárese! porque le voy a hacer el amor.

Sus palabras me encendieron, el deseo se volvió a apoderar de mi cuerpo, comenzó lentamente a besarme el cuello y me susurro al oído ¡agradezca que no tiene otra ropa, si no ya se la habría quitado a tirones ¡ven acá! y me arrastró a la cama.

Se subió a horcajadas sobre mí, y comenzó a desabrochar mi blusa lentamente, mientras me decía ¿tiene alguna queja? o ¿algún pedido especial? Lo miré- diciéndole- ¡uhmm! la verdad es que usted ha cumplido.

Él se sintió desafiado y me preguntó ¿solo cumplido? y volvió a mirarme, con su cara picara.

Yo quise desafiarlo y –le dije- ¡ha estado correcto!

Su amor propio se sentía herido y me dijo- ¿así que solo correcto?

¡Sí!- le dije- sin poder aguantar la risa.

Él serio –me contestó- entonces me aplicaré, porque quiero que usted jamás de los jamases quiera tener a otro hombre en su cama.

Sus palabras me encendieron, me sacó el sostén dejando mis pechos al descubierto, se inclinó sobre mí y comenzó suavemente a besarme, pasó su lengua por mis pezones, haciendo que yo gimiera, tomé su cabeza y acaricié su pelo apegándolo a mi cuerpo, el me besó apasionadamente, pronto sacó mi pantalón y bajó a mi sexo acariciándolo suavemente, haciéndome gemir de deseo, pronto estuvimos desnudos haciendo el amor de nuevo ¡estaba tan plena! nunca pensé que pudiera ser tan feliz, estaba borracha de amor, de sexo y de pasión.

Café  EstrelladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora