El tiempo era mi mejor amigo y aliado,y se sucedía sin variaciones.
Trataba de no topármelo o si lo veía no le dirigía la palabra, el parecía ensimismado y triste, yo no me acercaba ¿para qué? yo era poca cosa.
Todas las chicas del estudio lo sabían, el las elegía y lo pasaba bien, pero yo ni siquiera era de su gusto, es más me encontraba ¿soberbia? Había dicho ¿altanera? Yo Le caía mal y sentía pena de mi misma.
Él había sido el primer hombre que me había hecho el amor y eso en mi cabeza valía mucho. Me dolía que para él, era solo una más,
Echaba de menos a mi hijo, hace un año que no lo veía y, a pesar de llamarlo seguido, me hacía falta sus presencia.
Me sentía sola y triste, mi amiga Carla y mi casera Betty eran una buena compañía, pero no lo suficiente para aminorar la nostalgia.
Pensé en salir con alguien para distraerme y me acordé de Steve el chico que realizó el banquete en casa de Richard para el cumpleaños y al cual nunca le devolví la llamada.
Luego de pensarlo mucho, me decidí y lo llamé, quizás una noche de juerga me curaría de mi nostalgia y de mi soledad.
Steve aceptó encantado, me disculpé diciendo que mi trabajo era muy absorbente y que el tiempo me era escaso, él y yo quedamos de vernos al día siguiente.
Steve llegó a buscarme al hangar , se veía muy bien, era un chico guapo y alegre, tenía grandes ojos azules y era alto.
Pero la mala suerte me perseguía tanto que Mat vio cuando Steve llegaba a buscarme, me miró, pude ver un dejo de molestia en su semblante, pero no dijo nada, supuse que a él no le importaba.
Salí con el muchacho, era agradable y apuesto, comimos y tomamos unos tragos en un bonito restaurante del centro, era mi primera cita, nunca había salido con un chico, lamentablemente mi vida había comenzado al revés, pero nunca era tarde para remediarlo.
Conversamos sobre las cosas que él hacía y de la cantidad de eventos que realizaba trabajando como Chef y de lo bien que le iba. Se portó como un caballero y me llevó a mi casa, se notaba que yo le gustaba.
Me pidió vernos una segunda vez y le prometí que así sería.
Iba a pensar si me daría una oportunidad con el chico, me agradó, era alegre e inteligente, trabajaba mucho y se veía que tenía ambición, me gustó mucho y pensé en salir con él de nuevo y ver qué pasaba. Me dejó en la puerta de mi casa prometiendo llamar.
A solas, me di cuenta de que estaba haciendo las cosas mal, que necesitaba alguien que me ayudara, que me acompañara por la vida.
Yo era fuerte, ya lo había demostrado, pero me sentía sola, sin nadie que se preocupara por mí y al pensar en ello, recordé cuando Mat y yo estuvimos juntos, recordé cuando me cuidó, lavó y secó mi cabello, todo en él era amable y cariñoso ¡si solo hubiera durado un poco más! pero no quería seguir soñando con alguien que no me merecía, quería algo real y decidí que me daría una oportunidad con Steve.
Si él estaba interesado, lo iba a intentar.
Mi madre me había llamado hace algunos días, necesitaba dinero extra porque el niño estaba enfermo. Un virus lo había atacado y estaba con fiebre, necesitaba medicamentos especiales debido a su condición.
Mi preocupación era él y constantemente lo llamaba por teléfono.
Envíe dinero rápidamente, acudí a Richard para que me adelantara el dinero de esa semana y se lo envié, el me lo dio gustoso, se lo agradecí enormemente.
Pasada una semana el niño se había repuesto, y yo estaba más tranquila. Las preocupaciones me habían hecho olvidar a Mat y sus desplantes.
Salía regularmente con Steve y nos llevábamos bien, aunque nuestra relación parecía que no avanzaba a ninguna parte, solo éramos amigos y no porque él no intentara algo, pero yo me escabullía cada vez que podía.
Después de la buena noticia que había recibido, mi mayor anhelo era trasladar a mi hijo junto con mi madre y que ambos vivieran conmigo.
La angustia que había pasado por su enfermedad me hacía replantearme el estar tan lejos. Necesitaba pensar en una solución, o me devolvía a California o traía ambos a Los Ángeles.
Se me hacía cada vez más difícil estar lejos de ellos sin poder verlos y abrazarlos todos los días. Ellos eran la fuerza que me faltaba para seguir luchando, pero para eso faltaba mucho.
Necesita ahorrar para poder arrendar un lugar adecuado para el niño y donde pudiera brindarles las comodidades suficientes para que tuvieran una buena vida, pero para eso faltaba mucho y lo peor es que lo veía lejano.
Las buenas noticias de mi hijo me alegraron y me dieron las fuerzas que me faltaban para seguir luchando, estaba contenta, el peligro había pasado.
Las grabaciones de la serie se habían alargado por tres meses y yo rogaba para que se alargaran otro poco.
Pero la serie en la que trabajaban Richard y Mat llegaba al fin de temporada.
Todo dependía de si les iba bien en rating. Si eso sucedía, podrían renovar contrato por otra temporada, pero para eso faltaba bastante.
Tenía miedo de que no me renovaran contrato y me quedara sin trabajo. Por fin mi jefe me avisó que me trasladarían de hangar, y que seguiría trabajando. Eso me alegró, no tendría que preocuparme por encontrar otro trabajo.
Lamentaba que la serie terminara, no tendría los dólares extra que me ganaba con Richard. Él ya no me necesitaría, tendría que ver cómo arreglármelas para incrementar mis ingresos.
Me sentía triste, a pesar de los malos momentos, atesoraba los buenos que había pasado con Richard y con Mat que fueron pocos, pero que yo recordaba a diario, ya no vería a mi amigo y no lo vería a él. Pero por otra parte sentía que tenía que alejarme de alguien que no me quería, que parecía odiarme y al que yo le importaba un pepino.
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Café Estrellado
RomantizmUn engreído actor, un desafortunado accidente y una chica ambiciosa harán de esta novela una de tus favoritas.