Capítulo 32

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El día de la boda por fin había llegado.

Sofía dormía plácidamente en el cuarto de al lado, pronto llegaría el maquillador y el peluquero.

Las últimas semanas habían sido estresantes, la boda y el evento coreano habían ocupado casi todo mi tiempo. De Mat Malinder no había oído ninguna palabra.

Poco a poco comencé a entender como era su vida y como le gustaba vivirla, supe que él nunca se quedaba en un lugar y con una sola mujer, estaba segura que aparecería en algún momento, aunque para la boda lo dudaba.

Dylan estaba triste, desde el día del ramo de flores, Mat no había aparecido ni dado noticias.

Su hijo había tratado de contactarlo por todos los medios, pero me dijo que él solía hacer eso, desaparecer por períodos y luego volver como si nada.

Le envié mensajes por e-mail, pero no recibí ninguna respuesta, era claro que no quería saber nada de nosotros.

A pesar del dolor que su actitud me produjo, también supe que nada me debía, nunca me hizo promesas, ni me dio esperanzas, una cosa me intrigaba, el momento en que volviera ¿cuál sería mi actitud? ¿Correría a sus brazos olvidando el dolor de su repentina partida? o ¿actuaría como una mujer celosa y despechada, reclamando su falta de consideración y amor? no lo sabía.

Muchas veces pensé en eso, pero no tenía la respuesta, lo único que tenía claro era que lo amaba y no quería perder lo poco que habíamos vivido, quería repetirlo, el recuerdo de esos momentos junto a él eran mi refugio, recordar su olor, su piel, sus besos y su pasión eran mi motor para seguir con mi vida.

La hora avanzaba, la boda sería alrededor de las seis de la tarde.

Sofía quería una ceremonia temprano, su viaje de bodas empezaba con el despegue de su avión a Europa a las doce de la noche.

Comencé a vestirme y a arreglar mi cabello.

 Para la ocasión me puse un vestido negro muy bonito con detalles de pedrería en los  de tirantes y en la espalda, lo acompañé con sandalias en el mismo color y aretes de brillantes.

Mientras me arreglaba pensaba en Mat, se perdería la boda de su hijo, quizás por ir tras alguna falda.

 Me dolía pensar  que estaba en los brazos de otra mujer, pero ¡Que remedio! nada podía hacer, solo esperar.

Fui a la habitación de Sofía, estaba hermosa le habían hecho un moño alto y maquillado suavemente, resaltando sus ojos verde amarillos, sentí pena, ya no sería mi niña hermosa y algunas lágrimas cayeron por mi rostro,  corrió a abrazarme y -me dijo emocionada- ¡no llores! ¡Se te correrá el maquillaje! además ¡nunca dejaré de ser tu niña!

La abracé emocionada, ella se miraba enfundada en su precioso vestido de novia y me preguntaba preocupada apretando su vientre, si se le notaba el embarazo.

La miré riendo, su esbelta figura, no acusaban sus dos meses de embarazo. -le dije- nadie lo sabrá a menos que tú lo cuentes.

La cena había sido preparada por mis más fieles y mejores colaboradores de la empresa.

Sofía había elegido el menú personalmente, ni su padre ni yo escatimamos en los gastos, ella quería una fiesta por todo lo alto y así se haría.

Salí de la habitación de Sofía, para que le dieran los últimos toques a su traje y a su peinado.

Fui al patio a ver si me necesitaban para algo, quería supervisar personalmente todo lo que habían preparado.

Recordé mi primer trabajo en una boda y lo nerviosa que estaba ¡Cuánto tiempo había pasado! Desde mi primer evento, el cumpleaños de Richard.

Recordé a mi amigo Richard,el me ayudó a descubrir el norte de mi vida.

Había tenido una vida plena, llena de retos,  con cada uno de ellos aprendí a pararme firme, a continuar y a trabajar sin parar.

 Estaba llena de gratitud por la vida que me había tocado vivir, todo lo que mis ojos veían, lo había construido a pulso, me sentía orgullosa de mí misma.

De esa niña abusada, sin estudios e insegura, no quedaba nada.

La hora avanzaba. Dylan estaba impecable en un tuxedo gris, se veía muy guapo.

 Sus profundos ojos azules y su cabello rubio le daban un aire de muchacho bueno y decente, algo en él me recordó a su padre.

Lo abracé, esperanzada en tener algo de él, Dylan estaba triste.

Le dije que se relajara, seguramente Mat aparecería pronto.

Se dio un momento entre todas sus preocupaciones para darme las gracias por todo lo que yo había hecho y le dije que no se preocupara que todo lo había hecho con gusto.

Él quería ver a Sofía, pero como manda la tradición, tendría que esperar hasta el momento de la boda.

Los invitados comenzaron a llegar.

 Sofía quería una boda con muchos invitados y gran cantidad de personas empezaron a llenar la casa, saludé a todos, dándoles la bienvenida.

Sofía había invitado a varios de sus compañeros y profesores de la universidad, me preocupé especialmente de que estuvieran bien atendidos.

Jacob llegó, lo noté muy nervioso y me pidió hablar con Sofía.

Lo saludé cariñosamente, contenta de que participara del día más importante de su hija.

Preguntó por Mat, le comenté que no había tenido noticias de él y en vez de comentar algo desagradable, me abrazó y no dijo nada.

Se lo agradecí, quizás él en su interior sabía que yo sufría por su ausencia.

El sacerdote que oficiaría la ceremonia había llegado y los invitados estaban ubicados para presenciar los votos.

Dylan se paseaba nervioso esperando a Sofía en el altar.

La decoración con flores le daban un aire romántico, tal como a Sofía quería..

Yo acompañaba a Dylan tratando de calmar su ansiedad, pero por su cara no estaba siendo de mucha ayuda.

Dylan ¡por favor cálmate! estoy segura que Sofía vendrá,-le dije tranquilizándolo, él me miró y sonrió, y -me dijo- -lo sé, pero no puedo evitarlo.

A los minutos comenzó a sonar la música.

Sofía apareció radiante con su hermoso vestido ¡estaba realmente hermosa!

Comencé a llorar, me había dicho a mí misma que tendría calma, pero no lo estaba logrando.

Jacob se acercó a mí a consolarme, él tampoco lo hacía muy bien, miré sus ojos y estaban vidriosos.

Sofía comenzó a avanzar y los presentes murmuraban lo bella que se veía, resplandecía de felicidad.

Al llegar al altar Dylan la recibió emocionado, todos nos dimos vuelta para escuchar las palabras del sacerdote.

El sacerdote comenzó la ceremonia, y repentinamente sentí un murmullo a mis espaldas.

Me di vuelta buscando el porqué el bullicio se incrementaba entorpeciendo el momento de silencio y reflexión de las palabras del sacerdote y cuál no sería mi sorpresa al ver a Mat parado al final de la fila ¡estaba allí! ¡Había venido!

;{VC

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