Capítulo 23

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Hemos desayunado el famoso desayuno británico, bacon & eggs.
La profesora nos reunió en la puerta del hotel para ir a visitar el Palacio de Buckingham. Estábamos todos ansiosos de poder entrar, ya que son pocas las veces que abren las puertas al turismo.

Pasamos muchas salas y habitaciones. Todo es realmente grande. Muchos cuadros adornan las paredes. Llegamos a el que me supongo que será el comedor, ya que hay una mesa gigante con platos y velas encima.

 Llegamos a el que me supongo que será el comedor, ya que hay una mesa gigante con platos y velas encima

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-Dios, debe de haber como mil sillas- exagera Nick.

-Aquí podría caber mi familia entera- digo asombrada.

Soltamos pequeñas y silenciosas carcajadas hasta que la profesora se da la vuelta y nos mira mal.

-Chicos, van a exponer el vestido de boda de la duquesa de Cambridge y nos van a dejar observarlo. Sin acercaros mucho, que os conozco- avisa la tutora.

Dos guardias abren una cortina y un vestido blanco y voluminoso de novia aparece en mi campo de visión. Extranjeros que se encuentran a nuestros lados abren la boca sorprendidos y se miran entre ellos.

-Pero si solo es un vestido- susurra Ele- No tiene nada de especial.

-¡No sabéis apreciar la historia!- le contesta una chica rubia con gafas.

La chica la mira con odio para después, volver la mirada hacia delante y seguir observando el vestido. Ele solo encoge los hombros y finge que le impresiona mucho el vestido.

Nos quedamos allí un rato más viendo las demás habitaciones, hasta que el tiempo de turismo cerró y tuvimos que salir

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Nos quedamos allí un rato más viendo las demás habitaciones, hasta que el tiempo de turismo cerró y tuvimos que salir.

Ahora vamos a almorzar en algún restaurante cercano que encontremos. La profesora de inglés nos señala con la cabeza un restaurante al otro lado. Asentimos y caminamos detrás de ella.

El restaurante es realmente bonito y grande. Lo mejor es que tiene vistas a la Tower Bridge.

Nos vamos sentando y pronto, los camareros llegan con varios platos en la mano.

- Jacket Potato- dice sonriente con su acento británico.

- Thank you so much- responde Ele.

El camarero hace una corta reverencia y se va para repartir los demás platos.
El Jacket Potato es uno de los platos favoritos de los británicos. Es tan simple como una patata cocida al horno hasta que la piel queda crujiente y el interior tierno y suave.

-Sencillo pero delicioso- dice Michael partiendo la patata por la mitad.

El camarero vuelve a nuestra mesa y habla- You like?

- Yes, it's good- contesto amablemente.

- I hope so- dice mostrando sus blancos dientes.

-Me fascina tu increíble capacidad para dialogar con un británico- bromea Austin.

-Has visto, ¿eh?- contesto.

-0-

Hm.
Qué sueño.
Pero la noche es joven.
Vale, no.

Las profesoras nos han vuelto a dar tiempo libre antes de dormir. Los demás se han ido a ver la tele, pero yo he querido quedarme un rato más por los pasillos. La profesora, antes, al verme sola, me dijo que por el segundo pasillo a la derecha, había una gran azotea que me iba a gustar. Le hice caso y pues, aquí estoy.

Me detengo en una puerta, la cual está cerrada. Decido abrirla y, oh dios mío.

Redondos sillones están esparcidos por el suelo y al final, unas increíbles vistas que hacen más bonito Londres.

Redondos sillones están esparcidos por el suelo y al final, unas increíbles vistas que hacen más bonito Londres

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Me tumbo rápidamente en uno de los sillones más cercanos. Siento la suavidad de los cojines bajo mi cuerpo. Me levanto y corro hacia el balcón.

-Dios, esto es hermoso- digo en voz alta.

-Ya tenéis algo en común- dice Michael llegando a mi lado y mirando al frente.

Al principio, me asusto de lo sigiloso que ha sido llegando hasta aquí, pero después, él me mira.
No puedo evitar sonrojarme a sus palabras.

Él ríe y yo le miro aún sonrojada- ¿Qué es tan gracioso?- intento sonar furiosa, pero solo me sale una sonrisa.

-Tus mejillas- le doy un golpe en el brazo- Estás tan mona cuando te sonrojas.

-No es verdad- siento cómo mis mejillas arden.

-Sí, sí es verdad. Me encanta hacerte sonrojar. Eres preciosa- agarra mis cachetes y me mira a los labios.

-Oh, dios, ¡cállate!- lo empujo y me toco la cara- ¡Mis mejillas van a explotar!

Él suelta varias carcajadas y tiene que sentarse en el sillón para dejar de reír. Solo consigo unirme a sus carcajadas y sentarme en el sillón de en frente.

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