-Hola de nuevo, Sevilla- grita Ele demasiado fuerte.
Las personas que se encuentran dispuestas a embarcarse hacia otro lugar extranjero, se dan la vuelta y miran irritados a Ele. Un bebé hasta se ha despertado y ha comenzado a llorar. La profesora la mira furiosa, pero a la vez, divertida por su reacción. Ella solo pone una mano detrás de su cabeza y con la otra pide perdón.
Cojemos un autobús para no tener que ir andando a nuestras casas.
-Chicos y chicas, desde aquí cada uno a su casa y a descansar mucho. También deciros que la fiesta de fin de curso, será dentro de dos días en el gimnasio de la escuela- todos aplauden y silban- No vale venir en chándal- le dice a unos chicos que se encuentran en las primeras filas- Y eso es todo.
El autobús vuelve a parar. Me bajo con los chicos y algunas personas más que son de por aquí.
Vamos andando entre risas y mimos, hasta que llegamos a mi casa, que es una de las primeras.-¿Por qué no quedamos mañana?- pregunto antes de entrar.
-Puf, qué pereza- resopla Vanessa.
-Vas a quedar y lo sabes- digo poniendo cara psicópata y chasqueando los dedos.
-Oh, vamos, sería una de nuestras últimas quedadas, después todos nos iremos a la universidad y a lo mejor no nos volvemos a ver- digo con tristeza.
- Pero íbamos a ir todos a la misma universidad- dice Nick confundido.
-¿Ah, sí?- sonrío confusa- Bueno, el caso aquí es que sois todos unos vagos- cruzo los brazos sobre mi pecho cual niña pequeña.
-Pues yo me apunto- pone Michael un brazo sobre mis hombros.
-Venga, vale- ceden los demás.
Sonrío orgullosa y tras despedirme, entro en casa. Pero no me da tiempo a decir ni hacer nada, cuando unos brazos rodean mi cuello.
-Te he echado de menos- dice mi madre llorando sobre mi hombro.
-Yo también, mamá- la separo un poco de mí- Pero ya estoy aquí, no pasa nada. Y traigo varias cosas.
Abro la maleta y saco una bolsa pequeña. Agarro dos llaveros y se los enseño. Los dos son iguales. Pone Londres en mayúsculas y de él cuelgan pequeñas cadenas con algunos de los monumentos más famosos.
-Uno para tí y otro para mí- se los enseño y ella lo coge con admiración. Meto la mano en la bolsa y saco un imán para el frigorífico- Es la torre del reloj- me dirigo hacia el frigo y lo pego con delicadeza, ya que es de un material frágil.
Al meter la mano otra vez, saco dos camisetas, de diferentes tallas. Pone I love Londres. Le doy la talla que le corresponde y saco el último recuerdo. Es un pequeño osito de peluche y sobre la cabeza, lleva un lazito de los colores de la bandera de Londres.
-Por Dios, qué bonito. Pero debes de haber gastado una pasta en esto- dice mi madre.
Encojo los hombros- Da igual, es la primera y no sé si será la última vez que iré a Londres.
-0-
-Tengo hambre- digo boca abajo, con la cabeza apoyada en la mesa.
-Pues come- me dice Austin.
Lo fulmino con la mirada y Ele habla por mí- ¿Cómo va a comer, ni ella ni nosotros? Llevamos esperando la comida mil años- resopla.
-Exagerada- bromea Nick.
-Aquí tenéis- dice la chica de la barra con una bandeja en sus manos.
-¿Chicos?- dice Vanessa señalando la bandeja y guiñándoles un ojo.
Los tres resoplan y cogen la bandeja. La camarera suelta una risa por lo bajo y les entrega la bandeja.
-Nos tenéis como criados- dice Michael.
-En realidad, os queremos y todo- digo cogiendo una patata frita.
Al llegar a la mesa, dejan la bandeja y Nick le habla a Ele- ¿No crees que me merezco un beso?- dice poniendo morritos.
-Claro, casi mueres por llevar una bandeja- bromea y sale corriendo. Nick la persigue.
-Hay cosas que nunca cambian- decimos los cuatro a la vez.
-0-
-¡Mira, Vanessa! ¡Un perro!- grito emocionada y salgo corriendo hacia él moviendo las manos como si fuera un avión.
Lo acaricio y él se acomoda en el suelo.
-¡Hala! ¡Qué chulo!- dice Vanessa tocándolo también.
-Pues me hago una foto con él- digo cogiendo el móvil y dándole a la cámara.
-¡Willow, mira! ¡Un tío bueno!- grita Vanessa. El chico se da la vuelta y yo le doy una colleja.
-¡Oye!- se queja Austin.
-Sigo pensando que tenía algo la bebida que han tomado- se rasca la barbilla Michael.
-Soy un arcoíris- decimos Vanessa y yo al unísono saltando y abriendo los brazos.
-Después la loca soy yo- dice Ele.
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Para Siempre®
Teen FictionWillow Shields, una adolescente que irradia amistad y alegría allá donde va, tiene un pasado y un presente familiar un poco triste. Llorar ya no sirve, él no querría eso. Dos ojos enamorados no le quitan el ojo de encima desde hace tiempo, ella lo...