Capítulo 30

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-Tío, esto está a tope, tío- grita un alumno borracho pasando por al lado nuestra.

Las chicas nos miramos y soltamos una carcajada. Seguimos bailando y Vanessa empieza a mover exageradamente su cadera.

-Cuando Vanessa bebe, se transforma- puntualizo- No es la misma de siempre.

Me guiña un ojo y se va a seguir bailando con Austin.

-Espero que no te pase lo de la otra vez- bromea Nick hacia mí.

-A mí no me importaría que se quedara otra vez en mi casa- le golpeo el brazo a Michael- ¿Qué? Es verdad.

Me adentro más en la pista de baile con Ele y, al momento, muchas personas intentan bailar y restregarse con nosotras. Bailo con ellos por los efectos del alcohol.
Rápidamente, Michael viene y fulmina a los hombres con la mirada. Ellos le miran con miedo y se largan.

Empieza a sonar una canción lenta. Michael agarra mi cintura y yo su cuello. Ambos nos miramos a los ojos y sonreímos como bobos. No hablamos, solo bailamos. No hace falta hablar en algunas ocasiones, una de ellas es esta. No es un momento incómodo, cada uno está mirando al otro y recordando cada momento juntos. Se acerca más y su nariz roza la mía.

Cuando está por terminar la canción, coge mi cintura y me echa hacia abajo, como en muchas películas, y me besa. Es un beso lleno de sentimientos. Sus labios son húmedos y los besos, salvajes. Nuestras lenguas chocan, intentando encontrar una unión perfecta.
Me guiña un ojo y se separa de mí, para ir a pedir otra bebida.

-Y pensar que antes no querías tener novio- dice Vanessa borracha colocándose al lado mía.

-Solo quería encontrar alguien que me hiciera feliz. Que la historia que nos uniera durara para siempre. Aunque ninguna historia es infinita. Pero, espero, que la nuestra nunca se acabe- digo mirando al frente.

-0-

Un ruido hace que abra los ojos. Intento levantarme, pero tengo la almohada pegada a la cara y alguien encima de mis piernas. Estoy boca abajo, por cierto.
Consigo darme la vuelta y observar que es Nick el que descansa sobre mis piernas. Sin ninguna delicadeza, muevo las piernas y lo echo para el lado. Suelta un gruñido pero, después, vuelve a acomodarse. Intento ver dónde me encuentro entre la poca luz que ahí. Logro recordar que esta es la casa de Austin. El último nombrado y Michael se encuentran cada uno en una punta del salón y Ele y Vanessa se encuentran espalda con espalda compartiendo una misma almohada.

Pienso una forma un tanto delicada de despertarlos. En realidad, no. Me acerco a la ventana y subo la persiana, haciendo, así, que la luz entre.

Empiezan todos a soltar maldiciones y Austin habla- ¿Alguien sabe qué hora es?

Me acerco hasta mi bolso, que se encuentra al lado de dónde estaba acostada. Enciendo el móvil y miro la hora. Hostia.

-Las dos y media del mediodía- suelto.

No me da tiempo a acabar la frase, cuando todos empiezan a levantarse y a recoger todo.

Los ayudo y, cuando todo está perfectamente ordenado, hablo- Yo me baño primero.

Y corro hacia las escaleras.

Cuando ya nos hemos duchado todos, nos sentamos en los sofás. Austin ha ido a por el teléfono para preguntarle a su madre si nos podíamos quedar en su casa.

-Dice que sí, pero, como no tiene comida hecha, que pidamos pizza- avisa Austin llegando al salón con el teléfono en la mano.

Vanessa estira los brazos y empieza a aplaudir. Yo, en cambio, me encuentro ya llamando a la pizzería.

-Joder, qué rápida- dice Ele.

-Tengo hambre, no es mi culpa- encojo los hombros.

Cuando las pido, cuelgo el teléfono y Nick habla- ¿Os cuento un chiste?

-No, por favor- Michael se cubre la cara con las manos.

-Entra Jesús a un bar y todos se comienzan a reír. Es la gracia del Señor...- comienza a reír descontroladamente, mientras que todos lo miramos confusos.

-Joder, qué bueno, tío- se autoconvence él.

Llaman a la puerta y, al observar, que nadie tiene intención de levantarse a abrir, lo hago yo.

-Aquí tienes, guapa- me alaga el repartidor de pizzas entregándomelas- Son veinte euros.

Se los entrego y, antes de irse, me guiña un ojo.

-Estás hecha una ligona- me dice Vanessa riéndose nada más cerrar la puerta.

-Estás hecha una ligona- me dice Vanessa riéndose nada más cerrar la puerta

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Suelto una carcajada y me siento al lado de Michael. Al ver que tiene la mirada perdida, cojo su cara y le doy un beso.

-¿Cómo es que solo quedan ya tres trozos?- los miro asombrada.

Paran de comer y hablan todos a la vez- Lo siento- y siguen comiendo.

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