Carta 18

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Better, Kodaline.

Querida Edurne,

El río me llevó a zonas rocosas. Me desgarré la ropa y me corté el pecho, justo donde latía mi corazón.

El jardinero incauto arrancó mis nuevas flores, y lloré su pérdida en silencio, mientras las olas rompían sobre mi débil cuerpo.

Es difícil pensar; recordar cómo era todo antes.

"Antes", parece una gran cantidad de tiempo, pero hace dos días era feliz: mi alma cantaba, mi mente, aliviada, florecía y mi corazón no sufría.

Yo estaba allí, riéndome, como los días anteriores. Estaba bailando con Violeta, Lucía y Sonia.

Aquel era el último día de ensayo; antes de que acabase el recreo, íbamos a hacer el examen (el cual salió medianamente bien).

Salimos del gimnasio, el sol brillaba, traicionero y mentiroso, intentando hacerme creer que todo iba a ir bien. No.

"Bien" era todo lo contrario a cómo me sentí cuando nos fuimos todas al baño y oí sus voces, invitando a Sonia a quedarse con ellas en los recreos.

Sin embargo, recuerdo que al principio salí entusiasmada, pensando que también me invitarían a mí, pero... no había nadie. Busqué a Sonia y tardé un rato hasta que dejé de mentirme a mí misma, hasta darme cuenta de lo que había pasado:

Se habían ido.

Nadie me había esperado.

Nadie me había invitado a irme con ellas y todavía había algo peor: Sonia me había abandonado; no les había dicho que se quedasen hasta que saliera, no se había ni quedado ella para decirme que se iba.

Era invisible, era muda y era una ciega estúpida por no haberlo previsto antes.

Me empecé a marear y sentí cómo me caía a pedazos.

Creía ser un colibrí libre, cuando, de repente, el halcón me estaba arrancando las plumas una a una.

Quizá todo es culpa mía, quizá durante los días previos había dicho algo que no debía.

Quizá estaba enfadada conmigo.

Quizá todo fue un malentendido, pero sea mi culpa o no, me arrepiento. De verdad que me arrepiento.

No debí ser tan ilusa y confiar en ellas. No se puede confiar en nadie, porque cuando lo haces, le estás regalando un cuchillo y la posibilidad de matarte.

No sé si a Sonia y a las demás les gustó o no clavármelo hasta lo más hondo de mi ser, no sé si le gusto mancharlo todo de sangre; pero fuera como fuere, yo estaba muerta.

Muerta y sola.

Ryan intentó consolarme, pero no le hice caso. Le grité desde mi mente y le dije unas cosas horribles. Oí su voz, quebrándose en mi cabeza, al igual que mis pensamientos.

Y... desapareció.

Empecé a llorar en medio del hall del instituto y corrí al baño para que nadie pudiese verme.

Le pedí que volviera, le dije que lo sentía muchísimo, le supliqué mi perdón; sin embargo, no contestó, ya no me oía, se había ido lejos.

Tuve arcadas y me tiré del pelo. Estuve un rato así, hasta que sonó el timbre del cambio de clase y me vi obligada a serenarme un poco, lavarme la cara y atusarme el pelo; pues, al fin y al cabo, soy una gran actriz.

Últimamente no tengo ganas de nada. Le echo de menos.

En el recreo estoy completamente sola y por primera vez en mi vida, sé lo qué es estarlo.

"Antes" creía conocer la soledad.

"Antes" estaba con Sonia, Violeta y Lucía.

"Antes" Ryan me hablaba.

"Antes" todo era perfecto.

Ahora, todo es un desastre.

Por favor, no me abandones tú también.

Te quiere,

Amanda.

Hola RyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora