[05]

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—¡Piedra, papel o tijera! —gritamos al mismo tiempo mientras Sebas ríe.

—¡Otra vez no! —chillo al mismo tiempo en que le doy una patada al sillón—. Ay mi pie.

—Jódete por estúpido, David —dice Mina mientras realiza un baile tonto.

—Tío David perdió, tío David perdió —canturrea Sebastián aplaudiendo.

—¡Así es mi amor! —grita su mate. Ruedo mis preciosos ojos mientras elevo la comisura de mi labio.

—Bien, cucaracha, vamos al baño —finjo una arcada y le tomo la mano.

Nos habíamos puesto a jugar a piedra, papel o tijera para saber quien tenía que acompañarlo al baño ya que Min dice que sería muy extraño que vayan ambos, ya... ya me entendéis.

—Salúdame a tu madre.

—Claro tengo que llevar a Víctor y a Victoria al jardín.

—Bien. Adiós.

Le da un beso a la cucaracha y sale dando un portazo.

Sé qué no le agrada mucho llevarlos. Víctor y Victoria, son los hermanos mellizos de Mina. Al principio no estuvo muy contenta —dado que siempre fue hija única— que su madre tenga otros cachorros, más aún, una nena.

Pero uno se acostumbra, ¿no?

—Algún día tú también irás al jardín —le pellizco su mejilla regordeta y colorada—. Vamos a bañarnos.

Me comienza a pegar con sus manitas. Para tener cuatro años sí que pega fuerte.

—Pero yo quiero ir ahora con Vítor y Vitoria —hace un adorable puchero.

—VíCtor y ViCtoria —lo corrijo sabiendo que no le gusta.

—Le voy a decir a Mina que me estás corrigiendo —ríe mientas se escapa.

—Ven aquí, Chucky —lo sigo corriendo también.

—¡Ahhhhhh, un chico tonto me quiere matar! —sus piernitas se dirigen a la habitación de Mina.

¡NO AHÍ NO!

Comienzo a morder mis uñas, cosa que hago cuando estoy muy nervioso. Mina me tiene prohibido que entre ahí.

¿Por qué? No tengo ni la maldita idea.

Se escucha un ruido fuerte. Como algo que se cayó y rompió.

Dios. En mi funeral quiero que pongan, Black in Black o algún disco mío.

Abro con sumo cuidado la puerta y asomo la cabeza. Recorro la mediana pieza de mi Alfa. Sí qué tiene cosas. Encuentro a Sebastián tirado en el piso. Oh Dios. Corro hasta él y vuelvo a respirar. Está comiendo chocolate.

Esperen ¿de dónde lo sacó? Me asomo un poco más, y no me la creo.

¡Tiene un jodida heladerita!

¿Puedo comer? —le pregunto al niño.

—Si —dice con la boca llena. Me tiro de panza y abro todo lo qué puedo.

Mina.

—Muchísimas gracias, hija. —dice mi madre horneando pastelillos.

—De nada —le doy un beso y agarro mi chaqueta—. Me voy a ver a Sebastián y David. Son una bomba juntos —ríe y se limpia las manos con un trapo—. Averigüe sobre el jardín, me dijeron que lo lleve mañana, están emocionadas por tener al alfa a su cuidado.

—¡Oh que maravilla! —me grita y salta a abrazarme.

—¿Acaso me quieres dejar sorda, mamá? —correspondo su abrazo.

—Lo siento, lo siento. ¡Mi yerno y sus cuñados en el mismo jardín! —comienza a saltar.

Abro los ojos como platos al verla tan contenta. Antes de que pueda decir algo, aparece mi padre, estirándose mientras larga un bostezo, con pijama.

—¡Él estaba aquí! —chillo. Mi padre sonríe inocente.

—Ho-hola, bebé. —me tira un besito.

—Bebé ni que nada —saludo de nuevo a mamá y voy a la puerta—. ¡Qué vaya tu marido a buscar a tus hijos!

Una vez que llego a casa, no puedo evitar desesperarme al no escuchar ningún ruido.

—Qué tonto eres —le susurra bastián a David

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—Qué tonto eres —le susurra bastián a David.

—No, tú —ambos están sentados en la cama dándose la espalda con sus bocas manchadas de chocolate.

—Eres muy bobo —le pega con su dedito.

—No... —lo interrumpo.

—¡Bueno ya! Los dos son tontos y bobos —les reto—. Se comieron todo de la heladera y miren como están, todo sucios. Yo tendría que estar ofendida —digo al ver que hacen una cara de ofendidos.

—¡La heladera tuvo la culpa! —gritan.

—No sabia que la heladera podía hablar.

—Pero Mina —se planta en frente mío mi beta—. Ella nos llamaba y decía Tengo cosas ricas, ábreme y come, pequeños hambrientos.

¿Mate o Beta? © TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora