[08]

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-Mamá lleva a Sebastián al jardín -me mira nerviosa y hace lo que le pido.

Camino hacia la puerta, respiro profundamente y abro. Me encuentro a una pareja algo adulta ya. La señora está llena de joyas y bien vestida. El señor tiene traje y varios relojes, caros.

—¿En qué puedo ayudarlos? —pregunto neutra. Miro el cielo y me doy cuenta que es de noche.

—Venimos a buscar a nuestro hijo —levanto las cejas al escuchar esa palabra.

—¿Hijo? —ambos asienten—. ¿Y se puede saber quién es su hijo?

—Sebastián —dice la mujer, su voz es suave, cálida. Olfateo un poco y me sorprendo más de lo qué ya estaba; es una bruja.

—Si fuera su hijo no lo hubiese abandonado en medio de la noche ¿no cree?

—Fueron cosas económicas —la examino detalladamente.

—Yo la veo muy bien.

—Lo sé —tira su pelo para atrás—. Eso fue hace tres años.

—Si sabe que Sebastián tiene cuatro ¿no? ¡¿Por qué no vinieron antes?! Conozco a muchísimas personas con una clase social muy baja y sin embargo no abandonan a sus hijos por "economía".

El hombre se remueve incomodo.

—¡Sólo quería su bien! —grita la bruja.

—¡¿No se puso a pensar de qué tal vez yo lo hubiese matado?! Y no se haga la idiota de que sabia quién era yo. ¡Egoístas!

Se queda callada.

—Eso pensé —cierro la puerta en sus caras bien limpias.

—¡¿Egoísta nosotros?! ¿Y tú qué? Ve a preguntarle a Sebastián que es lo que quiere. Sus padres o la boca del lobo —grita el padre.

Aprieto los puños con fuerza. Mis padres y David están detrás mio.
Sebastián tira de mi remera.

—¡Sólo tiene cuatro años, está más seguro conmigo que con ustedes! —grito mientras lo observo.

—Creo que tiene razón —volteo con brusquedad hacia Victoria. Su mente es más avanzada que cualquiera de nosotros, pareciera.

—No te metas, mocosa —le muestro mis colmillos. Mi madre la hace para atrás.

—¡Sebastián quiere a sus padres!

—Mina —todos me miran con lástima ¡incluido mi mate!

—No. Tú te vas a quedar conmigo, eres mío —y mi loba hace presencia—. Nadie te va a tener además de mí.

—Qué no te controle —dice mi madre agarrando a Sebastián.

—¡Suelta a mi mate, imbécil! —grito con mi voz ronca mientras trato de acercarme. Sebastián empieza a llorar. Sus padres tiran abajo la puerta.

—¡Ves! No puedes controlarte —su madre hace movimientos raros mientras me lanzo hacia ella.

—No dejare que nadie me lo quite —de repente, mi mundo se detiene al escuchar sus palabras. Aunque, creo que me lo gane.

—¡Quiero ir con mis padres! —mi mate corre hacia ellos.

—Claro que sí —dice la vieja.

—¡No! —grito mientras siento como mis brazos y piernas no se mueven. Los veo yéndose.

Llevándose al amor de mi vida.

Volteo como puedo a mis padres, todos se encuentras dormidos.

Lloro escandalosamente en shock. ¿En qué momento paso todo?

—¡Sebastián! —lanzo un aullido de dolor y pido ayuda a los demás.

¿Mate o Beta? © TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora