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Ruedo los ojos al escuchar a David hablar.

—¿Puedes parar? —le pregunto.

—¿Cómo quieres que pare? —dijo diva—. Mi tío quiere tener descendencia con una humana.

—¿Y eso me importa por...? —hago un gesto para que siga.

—Te importa porque quiere que yo me haga cargo de su manada mientras tanto —sonríe.

—¿No tenía mate? —le digo mientras sorbo el cafe ya frió—. Ahggg.

—Sí pero su mate le es infiel y el quiere darle un golpe peor —hace una mueca.

—Me caía bien, Ludmila.

—Y especie con especie se entienden —levanto una ceja al escuchar eso.

—¿Me estás diciendo zorra, hijo de Hera? —me levanto bruscamente del sillón.

—Sí —dice burlón.

***

—¡Mina abre la maldita puerta! Se me congelan mis amigos, mujer —grita golpeando con mucha fuerza.

—Vuelve a insultar una mujer y te irá peor —grito viendo la tele.

Que se joda.

Ethan entra, como puede, en la casa susurrando insultos hacia David.

—¿Por qué mi padre está sentado, transformado, moviendo la cola y temblando?

—Porque se porta mal —le digo viendo Love, Rosie. ¡No maldito, entregadle la carta! Estúpido. ¿Cómo va el embarazo?

—Pues bien. Es nene —me remuevo incomoda.

—Ah.

—¿Hasta cuando será así? —grita. Parpadeo pausando la película.

—¿Disculpa?

—Mamá, ya te dije que es mio el bebé.

—No sera mi nieto hasta que vea que tiene un parecido a ti. No te entusiasmes. Y no te lo estoy proponiendo te lo estoy obligando.

—Pues bien no me verás hasta ese entonces —se va dando un portazo.

Sé que tengo razón.

Dejenme contarles.

El día del duelo no se llevó a cabo porque Sasha tuvo una pequeña perdida. Pero mejoró. Ahora tiene cuatro meses de embarazo. Y nosotros, los lincatropos, los tenemos a los cinco.

Y también debo decirles algo.

David siente cierta atracción en aquella pendeja que vi en la discoteca.

No estoy celosa.

Pero creo saber porque de esa atracción.

A los meses de la desaparición de Sebastián fuimos a ver a una gitana de la manada vecina. A mí no me había dicho nada pero si a David, le dijo que a lo largo de su vida tendría tres mates. La primera ya fue, lo rechazó, pero quedaba la hija de mi "no si madre" y creo que esa chica es la tercera.

Pero tengo la leve sospecha del amigo de Ethan. Sebastián.

No puede haber tanta coincidencia en los nombres, ¿no? Eso lo averiguaré en otro momento. Pero de ser así no sé si podrá estar con ella. No nos conviene a nadie que aquella niña este aquí.

Luego están mis padres y ¿adivinen qué?

Mi madre está embarazada de nuevo ¡Iupii! Felicidad fingida nivel Dios.

Cuando Victor se enteró comenzó a gritarle miles de cosas.

¡¿Cómo qué embarazada?! Existen condones. Seguramente luego de que nazca lo abandonarás porqué ella o él no serán Victoria. ¡Acabas de decirme hace poco de que no quieres a nadie más sí no es papá o tu hija por Dios  —les gritó mientras tiraba de su pelo. Me removí incomoda cuando sus ojos se posaron en mí.

—¿Qué? —pregunté cortante.

—¿Podría vivir contigo? —me miró esperanzado. No es que no me caiga bien pero, ¿otro varón viviendo con nosotros? Prefiero la compañía de ellos al de la mujer. Chasqueo la lengua y asiento—. Gracias...

—¡Cómo qué te vas! —chilló Susana acercándose a él.

—¡No te me acerques! —se colocó detrás mío. Dejaste en claro el otro día que no soy tu hijo. Que te recuerdo a Victoria cada vez que me ves. Prefiero estar con mi hermana a una hipócrita que cada día me recuerda lo inútil que soy y me reprocha que se hayan llevado a su hija.

Aprieto mis puños y mandíbula con fuerza al escuchar eso.

Que me lo diga a mí era una cosa. Pero que se lo diga a él otra distinta... muy distinta.

—¿Cómo puedes hacer eso? —le pregunto con odio—. Y tú, papá, ¿por qué mierda dejas que nos insulte así? Somos tus cachorros.

—Y ella mi mate —dice triste.

—No me importa —no vale nada pelear—. Víctor te espero en el auto. Empaca tus cosas.

Asiente y corre escaleras arriba.

Quería pegarle pero me contuve  en hacerlo. Después de todo sigue siendo mi madre.

—¿En qué piensas? —pregunta mi hermano.

—En lo de semanas.

—Oh —come pochoclos mientras coloca de nuevo la película—. Mejor olvidemos eso.

—Sí —dirijo la mirada a la televisión.

Estábamos tranquilos hasta que David comenzó a llorar y aullar como perrito afuera y arañaba la puerta.

—¡Cállate imbécil! —gritó Víctor tirando un zapato a la puerta fuertemente.

Rio a carcajadas al escuchar un Au de mi beta.

Me dirijo hacia la puerta y la abro.

Allí está él convertido con una rosa en la boca acostado en la nieve.

¿Mate o Beta? © TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora