VIVIENDO CON LOBOS ( III libro Serie La Niña Y Los Monstruos )Sin Corregir

EL GRAN DIA, LA NOVIA

Ángel no pudo evitar sonreír al ver a Brent irse a toda prisa a la fortaleza,  y todo para evitar que algún lobo lo viera con la ropa de los cazadores. Brent había maldecido hasta el último momento por tener que vestirse de cazador para el día de su boda.

Una vez que lo perdió de vista, entro y termino de arreglar la casa. Harían un pequeño almuerzo, tal y como lo habían planeado la última vez. Después de dejar todo listo no pudo aplazar más lo inevitable, fue hacia el cuarto caminando lentamente y una vez dentro se sentó en la silla a mirar su vestido de Novia. Estaba estirado sobre la cama y a un lado el velo, en el velador había un florero donde estaban las flores que llevaría en su mano.

Se fue a bañar y se hizo a la idea de que por primera vez, desde que Enoc le diera el anillo para que lo guardara, no lo llevaría consigo aquel día. No parecía correcto llevarlo encima, ni siquiera aunque estuviera oculto.

Había acordado entregárselo a Lucian antes de irse a la fortaleza. Él sería quien la entregaría en el altar. Ella le había preguntado al lobo que habían dicho sus hijos y su hija sobre esto, él solo sonrió y le dijo que todo estaba bien. Sin duda era un buen mentiroso, pero ella sabía que la hija de Lucian la odiaba, lo mismo que la hermana del jefe de los lobos. De los muchachos no tenía duda que habían estado de acuerdo, ellos sabían cuánto la quería Lucian.

Ángel estaba tratando con todas sus fuerzas de no pensar en las siguientes horas, pues no le haría ningún bien, y ya bastante tenía en su cabeza. Rogaba que Dracul no demorara mucho tiempo más en dejar todo listo para cuando llegara el momento tan ansiado por ella y los lobos.

Se decía a si misma que lo que estaba por pasar era solo un paso más hacia la libertad.

Después de bañarse y restregarse muy bien, se envolvió en una sábana y se envolvió el cabello con otra. Había demorado más de lo previsto lavándose el cabello, pero estaba tan largo que había sido estúpido de su parte no pensar en cuanto demoraría.

Cuando salió del baño oyó voces provenientes del comedor. Se fue al cuarto enseguida en caso de que fuera algún cazador. Se puso una bata y la amarro bien a su cintura. Inmediatamente fue por un peine y empezó a tratar de desenredar su cabello, sin duda la tarea le llevaría muchísimo tiempo. No recordaba cuando había sido la última vez que se había dado el tiempo para peinarlo cuidadosamente.

Alguien golpeo ligeramente la puerta, Ángel dudo mucho que hubiera sido un cazador. Ninguno conocía la palabra modales, ellos solo entraban como si fueran los dueños de todo.

Ángel se aseguró bien la bata y fue a ver quien buscaba. Se llevó una gran sorpresa al ver a la esposa de Isael fuera del cuarto. Ángel se puso nerviosa enseguida, vergüenza fue lo siguiente que sintió. Isael había engañado a su esposa con ella, como podría siquiera estar parada frente a ella.

Ángel aclaro su garganta y la invito a entrar a su cuarto y luego a sentarse en la cama mientras ella seguía preparándose para la boda.

Ángel cerró los ojos ante un nuevo tirón y se sobo la cabeza, no iba a estar lista para la boda si no conseguía peinarse.

_"¿Quieres que te ayude?" Preguntó Alma.

Ángel abrió los ojos y la vio parada al lado de ella. Ambas se miraban a través del espejo. Ángel asintió con la cabeza y le entrego el peine y ella saco otro del cajón a su lado. Agradecía a Lucian por haberle conseguido un peine de metal grueso. De lo contrario ya lo habría roto así como había hecho con otros que había tenido en el pasado.

Alma quedo sorprendida al ver el cabello de Ángel, jamás había visto un cabello tan largo y tan bien cuidado.

Unos cuantos minutos después, quedo claro que ni con ayuda terminaría a tiempo. Alma salió del cuarto y llamo a Lucian y Hottu. Entre los cuatro se dividieron el cabello de Ángel y lo desenredaron con cuidado pero rápido. Cuando terminaron, el cabello de Ángel llegaba varios centímetros bajo sus rodillas. Era impresionante ver su cabello suelto y bien peinado. Ella sabía que una vez que se fuera secando, sus rizos se irían formando y se acortaría un poco su cabello.