Thytos. Yo conocía aquella planta, la había tenido sobre mi piel, empapada en la tela con la que Roxana me cubrió el tatuaje, así que no era ningún mito. Existía de verdad, ella podía ayudarme a salvar a mi padre y al estúpido de Varik. Nada más leer la carta de mi tío eché a correr en busca de Roxana. La encontré tatuando en el interior de una tienda junto a su hermano y su futuro marido.
―¡Roxana! ―la llamé nervioso―. Necesito hablar contigo, es urgente.
―Lo siento, Ulric, estoy ocupada, debo terminar este tatuaje ―respondió sin dejar de tatuar―. Vuelve un poco más tarde.
―No puedo, necesito hablar contigo ahora, es urgente ―insistí―. Es cuestión de vida o muerte, por favor.
―Roxana, vete con él ―dijo Cedric, su prometido―. Yo ya he terminado con este hombre, lo envuelvo y termino tu trabajo, no te preocupes. Un amigo te necesita.
―Está bien ―se levantó, se lavó las manos y me siguió hasta a fuera de la tienda―. ¿Qué te ha pasado?
―He recibido respuesta a una carta que mandé. En ella dice que la única planta que puede salvar a mi padre es la que usáis vosotros: Thytos. Por favor, háblame de ella.
―Es una planta de las culturas del Este, en mi familia siempre se ha utilizado, pero no crece en estas tierras. Antes crecía en mi aldea, pero ya no. Cuando la tierra deja de ser libre ya no vuelve a crecer.
―¿Cómo puede ser eso? ―pregunté incrédulo―. Pero si vosotros la conseguís.
―Es una planta mágica, se protege a sí misma ―me explicó―. A nosotros nos cuesta conseguirla, nos la envía un barco que se adentra en las tierras salvajes del Noreste, desde hace un par de meses empieza a escasear en la zona de la costa, la planta sabe que sus tallos están siendo arrancados y empieza a crecer en otro lugar. Los hombres ya no se atreven a pisar más suelo salvaje que no conocen.
››Los últimos encargos han sido más caros, pero eres mi amigo y nosotros te daremos la poca que nos queda para salvar la vida de tu padre. No creo que con la que tenemos sea suficiente para introducirla en el cuerpo, para uso cutáneo sí, porque se deja actuar antes en el agua hirviendo, pero para que cure el interior del cuerpo o una herida profunda, hay que machacarla y exprimir su esencia y no tenemos suficiente para hacer medicina con ella.
―¿Qué puedo hacer? ―pregunté preocupado―. Necesito esa planta, estoy desesperado, no puedo dejar que mi padre se muera habiendo sabido qué lo curaría, haré lo que sea, ¿qué hago?
―Lo único que puedes hacer en este momento es ir tú mismo a buscarla a las tierras salvajes.
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―¿¡Qué te vas!? ―preguntó Snorri mientras yo preparaba mi bolsa para partir―. ¿A dónde? ¡Se te ha ido la cabeza!
―No, no se me ha ido la cabeza ―le respondí sin pararme. Tenía prisa―, me voy a tierras salvajes en busca de la planta que salvará a mi padre.
―¿Qué? ―se llevó las manos a la cabeza y se sentó frente a mí―. ¡¿Qué?!
―Que me voy, Snorri, que me voy de verdad.
―¿Vas a dejar solo a tu padre enfermo? ¿Y si se muere cuando tú no estés? ¡Te arrepentirás de ello el resto de tu vida!
―Lo sé, lo he pensado mucho, aunque te cueste creerlo. Me he dicho a mí mismo eso que me acabas de decir ―dejé lo que estaba haciendo para mirarlo―. He tenido la mayor duda de mi vida, pero Cassandra me advirtió de esto, dijo que tomase la decisión que me alejase de mi padre y es lo que voy a hacer, te guste o no.
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Demonio de acero
FantasyLos bárbaros siempre los han llamado demonios de acero, aunque ellos se hacen llamar guerreros. Roban sus apariencias y visten sus pieles para remplazarlos por los hijos del demonio. Los ojos azules de Vladimir McNamara se vuelven rojos bajo la luz...