La thysiati estaba sentada alrededor de las piedras colocadas en forma estrellada. Pero en aquel momento no pensé en las cenizas doradas que me provocaron dolores una semana atrás, sino en la hermana de Viola que tenía los iris y las pupilas de sus ojos grises y temblaba como si le estuviese dando un ataque. Ninguna de sus hermanas hacía nada por ayudarla, se limitaban a mirarme.
―¿Qué le pasa? ―pregunté levantando la voz para que las tres hermanas que me miraban la ayudasen―. ¿Qué le pasa?
―No la toques ―me rugió una cuarta que me agarró de los pelos y me tiró hacia atrás.
―¡Solo quiero ayudarla! ―le grité. Me giré intentando que me soltase y entonces vi quién era―. Le está dando un ataque.
―No le está dando nada, demonio ―me gruñó Ragna―. Apártate de ella, si la tocas será cuando le dé ese ataque que dices.
Me soltó del pelo casi de un empujón, me quedé tendido sobre la nieve y entonces fue cuando los ojos grises de la thysiati parpadearon. Estaba desconcertada, con la mirada perdida. Se puso en pie, era más o menos de mi misma estatura y no estaba tan fuerte como el resto de sus hermanas. Se peinó con una mano su cabello moreno liso hasta los hombros. Era muy pálida con la cara ovalada y las mejillas sonrojadas. Tenía el tatuaje thysiati en su muslo izquierdo.
―¿Por qué has gritado? ―pregunté poniéndome en pie―. ¿Estás bien?
La thysiati buscó a Ragna sin saber si debía hablar conmigo. Ragna hizo una mueca y le negó con la cabeza, su expresión decía con claridad: "No merece la pena". Pero me di cuenta de que la thysiati que gritaba seguía teniendo la mirada perdida y se desmayó. Las thysiatis me cohibieron con sus miradas. Cuando noté la mano de Viola en mi hombro me alegré de que hubiese venido a ayudarme. De pronto noté mi falta de abrigo.
―No lo miréis así ―les dijo enfadada―. Ulric solo pensaba que le había pasado algo a Kendra. Solo quería ayudar, no sabe lo qué le pasa.
―Aparte de demonio también es idiota... ―rió Ragna―. Deberías dejarlo marchar para que así lo pueda matar.
―Ya puedes ir acostumbrándote a su cara, a su olor y a su presencia ―replicó Viola―. Porque se va a quedar te guste o no.
¿A mí olor? ¿A caso olía raro o mal? Me olfateé con discreción, tal vez necesitase un baño, pero había olido mil veces peor que en aquel momento. ¡Qué exageradas! Me alejé de mis preocupaciones corporales cuando sentí que Viola tiraba de mí para alejarme de sus hermanas. Me reconfortaba saber que había alguien más a la que le molestaba que las thysiatis no quisieran relacionarse conmigo.
―¿Qué le ha pasado? ―le pregunté cuando regresamos al tipi y nos sentamos.
―Ella es mi hermana Kendra, es ciega. Rhayajt le concedió el don de poder ver a través de los ojos de otros ―explicó emocionada. Le gustaba contarme todas aquellas cosas como si fuesen cuentos para mí, como si hiciese el papel de madre al tener que explicarme todo como a un niño―. Cuando decide ver a través de un animal su cuerpo se queda en trance, no pestañea ni una sola vez incluso durante semanas. Si la tocas la desvías de los ojos del animal y tiene ataques extraños, una vez llegó a echar espuma por la boca.
―¿Y por qué ha gritado? ―pregunté harto de que no me respondiesen a mis preguntas.
―Seguro que otro animal ha matado al que podía ver a través de él.
―¿Es como si la hubiese matado? ―me sentí tonto haciendo ese tipo de preguntas, pero quería saber más sobre todas ellas. Ya que no podía huir, al menos quería conocerlas―. ¿Acaso puede sentir lo que sienten los animales por los que ve?
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Demonio de acero
FantasyLos bárbaros siempre los han llamado demonios de acero, aunque ellos se hacen llamar guerreros. Roban sus apariencias y visten sus pieles para remplazarlos por los hijos del demonio. Los ojos azules de Vladimir McNamara se vuelven rojos bajo la luz...