Capítulo 32

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- Princesa, ya levanta.. – la voz de Theo me trajo de vuelta a la triste realidad, abrí los ojos, encontrándome con un ángel en forma humana, de ojos marrones, cabello castaño, sonrisa perfecta, nariz bellísima, labios apetecibles.. ¿Qué? – ya es hora pequeña.

¿Ya es hora?

Fruncí las cejas, y arrugué la nariz.

- Jack esta solo allá abajo, debemos acompañarlo.

Ahora comprendo.

- No bajare.

Me levante de la cama, aun descalza me dirigí al baño, cerrando la puerta con seguro detrás de mí. – Enana tienes que bajar, son tus padres los que están allí abajo, es tu copia el que está cargando con todo el dolor, ábreme enana, abre la puerta.. tene..

- Theo, no bajare, y no me culpes ni juzgues por dejar a Jack solo, solo que no puedo. – La voz se me quebró en la última palabra – no puedo, no quiero verlos allí, metidos en esa caja, aun no capto, ¿comprendes?, No consigo tragar todo esto, aun no lo logro asimilar lo ocurrido... Aun no acepto que ellos estén muertos... – Comencé a sollozar muy rápido, mis lágrimas no esperaban el permiso para salir, solo bajan y bajan por mis mejillas, me senté en el suelo del baño, recostada en la puerta, donde supongo que Theo estará del otro lado, ya que escucho su respiración.

Trate de tranquilizarme para no volver a entrar en esa putísima crisis, cuando Theo interrumpió mi sesión de tranquilizamiento con una voz triste – Enana, Jack te necesita...

No respondí, pasaron como veinte minutos, cuando una vocecilla en mi cabeza me dijo que ya era hora.

Ya es momento de mostrarle a quien sea que le este echando todo tipo de maldición, que no es tan débil como ha estado siendo todos estos meses.

Me levante del suelo, me deshice de mi ropa, y me metí a la ducha.

Jean negro, tenis negro y un abrigo negro.

Lista.

Baje las escaleras, rogando internamente al todo poderoso que no se me cruce nadie en el camino. Entre más me acercaba a la sala de estar donde supongo, han de estar... más grande se me hace el nudo en la garganta, más se me estruja el corazón, mas mierda me siento.

Cuando me estaba duchando, medite acerca del dolor de mi copia, yo solo conviví con mis padres unos meses, el muchos años, muchos.

En ese momento, fue que entendí el punto que trataba de hacerme ver Theo, cuando Salí, quise decirle que comprendía, que estaba siendo una perra egoísta al no estar con mi hermano, pero Theo ya no estaba.

- Amiga, Oh amiga, no sabes cómo lamento está perdida... - la hipocresía en persona se me acercó, limpiándose lagrimas imaginarias, me dieron tantas ganas de sacarle lagrimas a punta de puñetazos. Elena rió de forma burlesca, como si disfrutara verme así, ver a esas personas en las cajas, siendo veladas solo a metros de nosotras. Es una perra. Como la odio. – Mentira querida, al contrario, no sabes cómo disfruto este espectáculo. - inconscientemente levante mi brazo con la palma de mi mano abierta, aterrizando con un sordo sonido en la mejilla de la perra. Mi cuerpo estaba hirviendo de la furia, me olvide absolutamente de todo. Me olvide de mis padres muertos me olvide del dolor y el nudo que sentía hacia un momento.

Mi mente solo estaba pensando en algo, y era la forma en como matar a este ser viviente sin alma.

- Es mejor que te largues maldita perra – le susurre de una manera tan amenazante señalándola con mi dedo índice – o juro por la luz sagrada que te matare con mis propias manos, te lo juro.

Al parecer mi cara estaba transformada, porque la perra se fue sin ni siquiera gritarme por la bofetada que le di.

A lo lejos visualicé a Theo, que estaba abrazando a Jack, quien estaba llorando, o eso creo, ya que su pecho subía y bajaba incontrolablemente.

Esa escena hizo que todos mis sentimientos volvieran, el nudo grande en la garganta, y el dolor horripilante en el pecho.

Theo como si sintiera mi presencia, alzo la vista encontrándose con las mías, sus ojos se abrieron de la sorpresa, luego bajo la cabeza, susurrándole algo al desconsolado Jack.

Jack se giró de una manera brusca. Cuando sus ojos se posaron en mi persona, el corazón se me termino de romper, y el nudo en la garganta dio paso a las lágrimas que estaba reteniendo.

Caí al suelo sintiéndome débil de nuevo, me odie tanto por eso, se supone que tengo que ser fuerte, por Theo, por Jack, por mí, para ya no sentirme tan miserable.

Las manos de Jack, me abrazaron, haciendo que mis pensamientos vuelvan a la realidad, a la triste realidad, abrace fuertemente a mi copia barata. – Perdóname por dejarte cargar con todo este dolor solo, perdóname por ser tan débil ñaño, perdóname... - mis sollozos se adueñaron de mi garganta.

- Tranquila hermanita, te entiendo, te entiendo...

- Diremos algún discurso patucha. Tu o yo, uno de los dos – Quede mirando a Jack con cara de... ¿Qué mierda? En un funeral ¿un discurso? – No pongas esa cara, boba, se lo que piensas, pero mis padres siempre me decían que si, a ellos les llegara a pasar algo, y en ese entonces ya su pequeña princesa estuviera en casa, hablaran. Hablaran delante de todas aquellas personas que asistirían a su funeral. Creo que olvidaron decírtelo, pero es verdad – dijo Jack con su voz ronca debido al llanto.

- Yo hablare. – No espere a ver la reacción de Jack, pero me imagino cual es.

Me puse de pie, y hable de forma fuerte.

- Hola a todos, quisiera decir unas cuantas palabras a mis padres delante de todos ustedes, sé que es una auténtica locura,- mi voz poco a poco se iba apagando - pero el deseo de esas hermosas personas – señale los ataúdes – era que uno de sus hijos hablaran delante de todas sus amistades. Pensaran que soy una impostora, como muchas personas lo han pensado, pero no es así, al comienzo los odie, - dirigí la mirada a las cajas – los odie con toda mi vida, porque por culpa de ellos me arrebataron la felicidad, a la madre que me crió, o... eso era lo que yo pensaba, hasta que me di la oportunidad de tratarlos, de conocerlos, al igual que mi hermano, y sin darme cuenta, los comencé a querer, y luego sin querer, a amar. Y me destroza – mi voz se quebró al pronunciar estas últimas tres palabras – me destroza saber que personas tan buenas, personas a las que Jack y yo llamábamos Papá y Mamá, se hayan muerto, es una gran tristeza saber que personas buenas se nos van y malvadas se quedan.- una persona al final del pasillo se rió de forma poco disimulada – y, por parte de mi hermano y mía, le ofrecemos a aquellas personas que solo están aquí por cumplir, como muchas personas dicen, a retirarse. Y las personas que están aquí, porque verdaderamente apreciaban a nuestros padres pues bienvenidos sean, caso contrario largasen.

Baje de la mini barra en la que estaba parada y subí las escales llorando por todo lo que está pasando.

Eres Mía Enana❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora