Capitulo 2

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Cerré la puerta bruscamente y caminé a pasos fuertes y firmes hasta mi habitación. Donde me tumbé en la cama de un salto y me dediqué a calmar mis respiraciones.
Murmullos se oían provenientes del pasillo de fuera de mi piso y seguido del sonido de una puerta cerrándose, dieron fin a esos sonidos.
Como notaréis, las paredes no aíslan mucho los sonidos de fuera con los de dentro -aparte de que esos 5 hablaban a grito pelado-.

Mi respiración se calmó, al igual que mi cabeza. La alarma de mi mierdoso teléfono móvil sonó, indicando que la hora de ir a trabajar ha llegado.

Me vestí de forma casual, cogí el ladrillo diminuto llamado ''móvil'' y mis queridos auriculares.

Me dirigí hacia la pequeña cocina abierta que estaba ligada al salón -por eso lo de ''abierta''- para coger una de las muchas manzanas colocadas de forma irregular de la cesta.

Salí por la puerta de mi casa y bajé las escaleras del edificio, mientras me colocaba los auriculares en cada oreja y conectando el pinchito metálico al orificio del móvil.

¿Qué móvil tengo? Pues ni yo tenía idea. Tan sólo era uno de esos táctiles, suficientes para hacer llamadas, mandar mensajes, escuchar música y hacer fotos con la cámara trasera, ya que no tenía delantera.

Le di a ''Rude -Magic!'' y la canción empezó a sonar. Mis pasos eran calmados y con un ritmo propio mientras caminaba por la acera.

Las calles de Bradford estaba lleno de trabajadores y trabajadoras que se apresuraban en llegar a tiempo a su empleo, con el cual, puedo asegurar que más de la mitad, se gana la vida con ello.

Yo simpre salía media hora antes, asegurándome de tener el tiempo de sobra para pasear de camino al trabajo y llegar tranquilamente.

Empujé con fuerza la puerta cristalina del local y el aroma a café y cerveza llegó a mí.

Exacto, trabajo en un bar.

Empecé a los 14 años, ayudando desde dentro, y ahora que hacía mi penúltimo año en el instituto, empecé hace 1 año como camarera.

Dejé mis pertenencias en un cajón situado detrás de la caja. Cogí un bolígrafo y una pequeña libreta donde tomaría los pedidos.

Localicé con mi vista a dos chicos -moreno y castaño- que acababan de sentarse en una mesa y caminé decidida a tomarles el pedido.

-Hola, ¿que pediréis?

Me miró -Dos cervezas y tu número.

Reí -Enseguida.

Dejé el bolígrafo y el blog de notas en mi bolsillo derecho delantero. Me dirigí hacia detrás del mostrador, donde todo tipo de licores, vasos, platos y cosas estaban colocadas ordenadamente a lo largo del pequeño lugar.

Escogí los vasos correspondientes y los llené del líquido que los clientes pidieron, para seguidamente llevárselos a la mesa.

-Aquí tenéis.

-Nos falta una pequeña cosilla -dijo el moreno cogiéndome del antebrazo.

-Oh, cierto -sonreí.

Saqué nuevamente el bolígrafo y el blog de notas de mi bolsillo. Me dispuse a escribir ahí. Arranque el papel y se lo entregué.

Sus ojos leyeron lo que escribí y su sonrisa se transformó por una risa irónica. Le sonreí y me fui a atender a los siguientes.

Sí, no les di mi número telefónico. Pero encambio, les dediqué una bonita frase ''Vete a la mierda xx''. ¿Precioso, verdad?

-Iré a por ti -anunció el moreno.

-Te esperaré.

Y así, tomando pedidos, haciéndolos y entregándolos -de vez en cuando alguien pedía algo que requería la cocina y me salvaba de realizarlo yo- se basó mi tarde de trabajo.
Robert no apareció en toda la tarde.

Os preguntaréis, ¿quién es Robert?
Robert, fue el que me acogió en su bar cuando escapé de mis padres adoptivos.

Y ahora, os preguntaréis -otra vez- ¿tienes padres adoptivos? ¿Por qué?
Es una larga historia, ya la explicaré más adelante.

Me despedí del amargado cocinero y caminé hasta casa.

''All About That Bass'' empezó a sonar por mis auriculares. Mis pasos volvieron a ser ritmicos y firmes por la acera de Bradford.

Como imaginaréis, a estas horas, ninguna persona decente está por la calle. Tan sólo los grupos problemáticos llenos de gente drogadicta, alcoholica, etc.

Bradford por la noche es una viva pesadilla.

Especialmente los fines de semana -justo cuando yo trabajaba-. Tener un coche te puede salvar de muchas cosas.

El callejón se hizo presente y mis pasos se apresuraron. Este callejón, antes era una calle normal, pero se ve que el ayuntamiento hizo cambios y ahora es habitada por la gente problemática.

-¡Hey guapa!

Aquél grito se escucho a pesar de la canción. Solo un hilo separaba mi nivel de caminar con el de correr, os lo podéis imaginar.

-¡Juguemos un rato, anda!

Esa fue la frase que inició mi huída, mis piernas llevaban corriendo ya dos calles. Sólo queda una más para poder llegar al piso.

Sé que no era necesario seguir corriendo, pero para evitar los posibles sucesos, creedme, era mejor correr.

Localicé mi edificio, por lo que mis manos empezaron a tocar todos los bolsillos de mi cuerpo, en busca de mi llaves.

Abrí la puerta principal del piso para cerrarla en seguida y pegar mi espalda bruscamente contra ésta.

Mis pulmones me exigían mucho aire -muchísimo-. Abrí la boca para conseguir aire en mayor cantidad.

Cuando conseguí controlar mi respiración y que ésta fuese regular. Empecé a subir las escaleras trotando.

Casi me mato entre algún que otro escalón por la falta de iluminación, al igual que metí la llave por el hueco de la cerradura a duras penas.

Llegué -por fin- a casa.

Why? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora