Capítulo 31

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En medio de una gran galaxia, rodeada por miles de sistemas solares, partiendo en dos el tejido cósmico, abriendo un agujero que conducía a un lugar que hasta ese momento se había mantenido apartado del multiverso, una gran brecha se extendía engullendo a su paso planetas, lunas y soles.

En el puente de la Ethopskos, que se encontraba flotando en el vacío a cierta distancia de esa desgarradora herida en la realidad, se hallaba Wharget. Desde el asiento de mando, meditando qué hacer, observaba la flota alienígena que custodiaba la brecha.

Mientras contemplaba la amenaza, la representación holográfica de la inteligencia artificial se materializó a su lado y preguntó:

—¿Activamos los sistemas de armas?

Con la mirada fija en el monitor que mostraba la flota enemiga, Wharget guardó silencio unos segundos antes de contestar.

—Solo tendremos una oportunidad. Debemos pensar bien el plan de ataque.

El holograma que daba forma a la inteligencia artificial se dirigió hacia el panel de los escáneres de largo alcance, repasó los análisis, cotejó los datos y se cercioró de que eran correctos.

—No disponemos de mucho tiempo. La estructura que une este universo con el espacio que hay al otro lado de la brecha está a punto de colapsar. —Volvió a analizar los registros—. En diez minutos, la brecha dimensional alcanzará la masa crítica y explotara destruyendo este universo. —Se dio la vuelta y miró a Wharget—. Iniciará una reacción en cadena que acabará consumiendo el multiverso.

Pensativo, el hombre de la katana seguía observando la enorme flota que obstruía el paso de la Ethopskos. Desde que la nave salió de velocidad taquiónica, desde que apareció delante de la colosal fuerza enemiga, Wharget había sopesado las posibilidades de salir victorioso en un enfrentamiento. Sin embargo, por más que simuló varios escenarios usando los sistemas de análisis de combate, en ninguno de ellos había conseguido abrirse paso sin que la Ethopskos resultara gravemente dañada.

Aunque aún mantenía cierta indecisión, no podía permitirse estar más tiempo pensando qué estrategia llevar a cabo. Debía iniciar un plan táctico y ponerlo en marcha cuanto antes.

Mientras repasaba mentalmente los detalles de lo que iba a hacer, dijo:

—Quiero que dirijas toda la energía a los escudos frontales, que desactives los laterales y los traseros. No actives el sistema de armas, debes repartir la energía entre los motores de propulsión y los escudos. —La inteligencia artificial iba a replicar, pero Wharget no la dejó y siguió dándole órdenes—: Cuando hayas iniciado la secuencia, trasfiérete a un módulo de escape, cárgalo para saltar entre realidades y aléjate del punto crítico.

En el rostro de la imagen holográfica se reflejó un atisbo de incertidumbre.

—No entiendo. ¿Vas a lanzarte contra la flota y vas a expulsarme del sistema?

Wharget se puso de pie, pulsó un botón táctil del caso y el cristal que le cubría la cara se replegó.

—Así es. Si fallo, si La Ethopskos es desintegrada antes de que pueda utilizar una cápsula para alcanzar la brecha, tú serás la última esperanza para lograr evitar la destrucción de la realidad. —Apartó la mirada y pronunció con cierta esperanza—: Mientras existas, mientras te mantengas a salvo, tendremos alguna posibilidad de que alcances algún lugar en el que puedas utilizar medios tecnológicos autóctonos para construir una nave.

La inteligencia artificial sabía que eso era imposible, que no habría lugar seguro una vez se iniciara la reacción en cadena y el multiverso empezara a descomponerse. Entendía la lógica de Wharget, lanzar la nave contra la flota, abrirse paso embistiéndola y utilizar una cápsula para llegar a la brecha era el único modo de alcanzar el túnel dimensional que conectaba las dos realidades.

Entropía: El Reino de DhagmarkalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora