No había nada, no existía el tiempo ni el espacio ni la luz ni la oscuridad; la ausencia de todo se había erigido como la reina absoluta desde siempre. Más adelante, algunos bautizarían aquel interminable periodo como la perfección ancestral. Más adelante, muchos la adorarían, esperando que algún día la ausencia se volviera a encumbrar como la dueña de una creación que consideraban corrupta.
Sin embargo, en ese estado de carencia de todo, eso no importaba. En ese momento, lo realmente importante era el inminente grito desgarrador que estaba a punto de producirse; un grito agónico que resquebrajaría los cimientos de la nada; un alarido que marcaría el comienzo de la existencia; el chillido de alguien que despierta para morir en el mismo instante que abre los ojos.
***
Tres años y veintitrés días antes del suceso originario.
Junto con su tripulación, el capitán Jadher se hallaba en una misión de reconocimiento en los confines de una línea temporal axótica: una línea temporal que aun sin una razón que justifique su existencia existe durante un periodo de tiempo indefinido antes de descomponerse.
En el puente, sentado en el sillón de mando, Jadher contemplaba a través de la pantalla del monitor los remotos rincones del universo que existía en esa línea temporal que jamás debería haber tomado forma.
—Nunca deja de sorprender, ¿verdad? —El enlace entre el alto mando y los científicos de la ciudadela del final del tiempo, el profesor Gayark, le acercó una taza de café—. Es increíble que no podamos explicar la aparición esporádica de las líneas temporales axóticas.
Jadher cogió la taza, hizo un gesto de agradecimiento y contestó:
—Sí. —Dio un sorbo—. Estar aquí cuestiona lo que sabemos sobre el orden cósmico. —Tocó el panel de control y movió la imagen de la pantalla hasta que esta quedó enfocada en un sol que se hallaba partido por la mitad—. Algo así es imposible que exista en nuestro universo.
Gayark observó la inmensa esfera amarilla y el espacio negro que mantenía las dos mitades separadas. Tras unos segundos, en los que se quedó contemplando la belleza de ese suceso único, dijo:
—Cosas así consiguen que reniegue un poco de la ciencia. —Jadher lo miró—. Cuando investigamos las líneas temporales axóticas y descubrimos que no podemos explicar la mayoría de sucesos que ocurren en estas, me pregunto si no hay una fuerza no cuantificable que escape a la detección de nuestra tecnología. —Se calló un instante al ver cómo una mitad del sol se tornaba verde y la otra azul—. Somos capaces de redirigir el tiempo, el espacio. Somos capaces de aprovechar la energía de los universos para abastecer nuestras naves. Sin embargo, parece que alguien o algo de vez en cuando quiere dejar patente que solo somos humanos, que por más tecnología que fabriquemos, por más que la avancemos, nunca conseguiremos desentrañar los misterios de la creación.
Jadher volvió a mirar el monitor y, al cabo de unos instantes, preguntó:
—¿Es ese ímpetu por querer controlar todo lo que lleva al profesor Ragbert a pedir más fondos para el proyecto Dhargo?
Gayark se mesó la barbilla, se quedó pensativo y contestó:
—Como le planteó al alto mando, Ragbert está convencido de que la explicación a las líneas temporales axóticas y los otros sucesos que no entendemos se encuentra en las paradojas controladas.
Jadher movió la imagen de la pantalla y enfocó un planeta que se dirigía hacia el centro de la estrella partida.
—¿Y tú qué piensas?
Gayark observó cómo el planeta completaba la orbita atravesando el sol y respondió:
—Creo que puede tener razón, pero también pienso que es un error intentar controlar una paradoja. O lo que es peor aún, provocarla para intentar controlarla.
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Entropía: El Reino de Dhagmarkal
Fiksi IlmiahWoklan despierta sobre un charco de sangre dentro de una nave de La Corporación: la entidad encargada de explorar las líneas temporales. No recuerda nada, no sabe cuál ha sido el destino de sus compañeros y tampoco es consciente de que ha caído en l...