Prologo

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-Informe noveno segundo, el día, 29 de Marzo del 2015, a las cero ochocientas horas-dijo en voz alta el hombre de cabello marrón sosteniendo una grabadora-

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-Informe noveno segundo, el día, 29 de Marzo del 2015, a las cero ochocientas horas-dijo en voz alta el hombre de cabello marrón sosteniendo una grabadora-. Sospechamos que el virus pudo haber sido transmitido por el espécimen Omega en las etapas iniciales. Su crecimiento no se ha detenido, sobrepasando en estos momentos los ocho pies de altura. Las pruebas realizadas reflejan una inusual habilidad regenerativa en el.

Tomó la grabadora con su mano derecha levantándose de su silla y caminó hacia una mesa en donde varios documentos junto a varias muestras se encontraban esparcidos. Se quitó sus anteojos colocándolos en la mesa y se pasó sus dedos en la frente tratando de liberar la tensión. Como todas las anteriores noches, se la había pasado delante de un ordenador examinando pruebas en busca de alguna respuesta. En la gran mayoría de las ocasiones, solo tenía a una cafetera como fiel acompañante. Apretó el botón de la grabadora a la vez que respiraba pausadamente.

-Hasta el momento, las pruebas demuestran que el infectado, si sobrevive al ataque inicial, sufre una lenta y dolorosa muerte que no puede ser evitada con ningún antibiótico o medicamento conocido-explicó él-. La fiebre y el daño que reciben sus órganos, en especial el cerebro han provocado que ninguna víctima haya sobrevivido. Nos sería de gran ayuda conocer la procedencia del espécimen Omega. Pero hasta este momento, esa información es desconocida.

El sonido de una alarma casi ocasiona que el hombre deje caer la grabadora. Se colocó los lentes dejando salir una respiración cansada. Guardo la grabadora en uno de los bolsillos de su bata blanca, que ya lucía sucia con una mancha de café de la larga noche anterior.

-Atención a todo el personal-se escuchó una voz de hombre por el altavoz-. Las instalaciones han sido comprometidas, el espécimen se ha escapado, evacuación inmediata es requerida.

-¡Qué demonios!-exclamó el hombre pasándose la mano en su frente.

-Repito el espécimen se ha escapado, evacuación inmediata es requerida. Todo el personal, favor de desalojar las instalaciones de inmediato.

Pasos se comenzaron a escuchar detrás de la entrada del laboratorio y siluetas humanas se podían observar pasar a toda prisa detrás del cristal oscuro de la gruesa puerta. En ese momento se oyeron varios golpes en ella y este hombre de tez clara sintió como si recibiera una cubeta de agua congelada.

-¡Doctor Rodríguez, debemos desalojar el edificio de inmediato!-gritó una mujer en ropas de laboratorio blancas al entrar a toda prisa al laboratorio.

-Déme un segundo, debo buscar la data de la computadora.

-Doctor no hay tiempo, se acerca, los soldados no pueden detenerlo.

-Sólo tomará unos segundos-mencionó el doctor sacando un disco de su ordenador-. No podemos perder la información recopilada hasta ahora. Sería una tragedia.

Los sonidos de personas en pánico y disparos cercanos hicieron que la mujer de cabellos negros recogidos en un moño mirara al hombre con lágrimas en sus ojos. En segundos unos gritos de muerte se mezclaron con un potente rugido y con sonidos de destrucción. Esas dos personas se observaron el uno a la otra con un pálido semblante. Varios minutos luego toda la instalación era invadida por un solo sonido, uno que no provenía de un ser humano.

El Reino de los MalditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora