La residencia resultó ser mejor de lo que pudieron pensar. Era cómoda y estaba muy bien abastecida. Al parecer los moradores pensaban quedarse en el lugar pero por alguna razón no fue así. El primer piso tenía dos recamaras y el segundo una de buen tamaño. La sala tenía varios muebles cubiertos con sábanas y un gran sofá en el centro. El cual Michael aprovechó para descansar un poco. Los demás bajaban las pertenecías y buscaban la forma de reforzar la vivienda. No deseaban tomarse riesgos innecesarios. También decidieron cubrir las ventanas con cortinas y algunas sábanas para evitar ser vistos desde afuera. Con la tarea hecha, se reunieron en la sala para hablar de lo que Alexa y Jonathan habían descubierto sobre las criaturas. Luego de ayudar a Michael a acomodarse mejor en el mueble, Diana se sentó al lado de su hermana.
—Bueno, con las ventanas cubiertas no sabrán que estamos aquí—afirmó Michael.
—Si, pero hay que buscar madera o algo más para reforzar las entradas y las ventanas—dijo Jonathan.
—Se acerca la noche, lo haremos mañana—sugirió Alexa—. Además ya nos cercioramos de que no hubiera muertos cerca y cerramos el portón. Las puertas y ventanas lucen seguras o al menos por esta noche.
—Me parece bien, pero aun así las ventanas son de cristal, por eso haremos guardia esta noche. No podemos bajar la guardia—aconsejó Michael—. Ahora ustedes cuéntenos con mayor detalle lo que descubrieron de esa cosa.
Alexa y Jonathan se observaron con seriedad. Jonathan se sentó en el suelo delante de Michael. Alexa se levanto y busco algunas velas en su mochila preparándolas para encenderlas cuando cayera la noche.
—Cuando entramos en el cobertizo lo encontramos—contó Jonathan—. Estaba tratando de librarse de esa piel, la tenia por todo el cuerpo.
—Debió ser asqueroso—mencionó Diana mirando a su hermana.
—Pero fue cuando lo sacamos. Era como si la piel se le estuviera cayendo—comentó Alexa—. Y la vi con detalle, tenía forma de manos y hasta un trozo parecía una cara.
—¿Cómo cuando las serpientes cambian su piel?—preguntó Michael.
—Esa sería la mejor forma de describirlo—comentó Jonathan—. Pero parecía más como cuando una mariposa sale de su capullo. Aunque con baba y sangre verde.
Por unos minutos el silencio reino. Todos trataban de asimilar lo que ocurrió con ese ser. Y más importante para ellos, era saber que significaba este nuevo detalle sobre la criatura.
—Esto es muy peligroso—advirtió Michael.
—¿Qué piensas?—preguntó Alexa.
—Qué si eso que descubrieron de esa cosa, es la forma como se propagan. Estamos en problemas.
El comentario trajo mayor preocupación en todos ellos. Diana se acercó a su hermana y esta miró a Jonathan con preocupación. Michael se acomodo un poco en el sofá y bajo su mirada. Las palabras no salían de ninguno de ellos. Solo pensar en esa posibilidad los aterro.
—¿Acaso todos esos muertos se convertirán en esas cosas?—preguntó Diana rompiendo el silencio.
—Eso seria lo peor, pero eso es lo que parece—respondió Michael.
—Pues prefiero a los muertos—aseguró Jonathan.
—No podemos estar seguros de eso—comentó Alexa—. Comparado con los muertos ellos son pocos, además ellos pelean entre sí.
—Ellos no solo cambian físicamente, sino que su forma de comportarse también—comentó Michael—. Se convierten en rivales de los muertos y estoy seguro que es por el derecho de devorarnos.
Cada uno de ellos entendía que podría ser cierto y lo que significaba si era así. Estaban entre una invasión de muertos vivientes y una creciente presencias de esas criaturas. Lo peor era que al haber encontrado a esa bestia en esa zona, les hacía saber que ya estaban por todas partes.
—Parece que no importa adonde vayamos, ellos estarán—mencionó Jonathan—. Acaso no hay un lugar libre de ellos.
—Nos fuimos del pueblo por que los muertos eran demasiados y esas cosas estaban aumentando. Ahora nos encontramos con uno de ellos en este lugar—dijo Alexa—. ¿Y ahora qué?
—Seguir viviendo—respondió Michael—. Tendremos que explorar los alrededores y asegurarnos que es seguro. Tenemos una ventaja, no encontramos a ningún muerto desde que llegamos.
—Y esa cosa no cuenta—comentó Jonathan.
—Cuenta, pero fue uno y lo eliminaron antes de que lastimara a alguien. Y si hubiera más cerca ya los hubiéramos visto.
—Y que pasa si es uno de alguna manada como la que encontramos en aquella ocasión—recordó Jonathan.
—Estaremos bien, solo debemos hacer lo mismo que hacíamos en la ciudad y todo saldrá bien—afirmó Michael—. No se puede perder la calma, pero si estar muy atentos y apoyarnos. Por eso hemos sobrevivido hasta ahora.
Como siempre, las palabras de Michael lograban calmar hasta cierto punto las preocupaciones de los demás. Para cuando terminaron la discusión la noche se posaba en el lugar y varias velas fueron encendidas. Jonathan ayudó a Michael a llegar a la habitación que usaría, la cual era una de las del primer piso. Alexa llevo a Diana a la otra y Jonathan decidió utilizar la del segundo piso. Pero en ese momento, todos esperaban impacientes escuchar un sonido. Uno que era casi una fuerza natural como la noche misma. Pero el tiempo pasó y no se escuchó. Todos se quedaron callados como si esperaran ese aterrador rugido que los había atormentado desde el comienzo de la pesadilla.
—Ya lo hubiéramos escuchado, no—dijo Jonathan.
—Así es muchacho—dijo Michael—. Será posible que al fin podamos tener una noche tranquila.
—Eso espero, ¿Necesitas algo más antes de que suba?
—No estoy bien, ¿Harás la guardia desde arriba?
—Si, después me cubrirá Alexa y luego Diana. Pero también revisaré abajo constantemente. Tú en cambio descansaras esta noche.
—Oye, desde cuando me das órdenes muchacho—respondió Michael riendo.
—Desde que necesitas recuperarte, te necesitamos descansado, viejo. Tienes que darle tiempo a esa pierna para que se cure.
Michael rió pero comprendió que en esa ocasión Jonathan estaba a cargo. Una situación que le agradaba ya que podría contar con el si pasaba algo serio. Jonathan le sonrío y tomando una vela subió al segundo piso. Para llegar a su recamara tenia que pasar por un largo pasillo que daba acceso directo al cuarto. La recámara tenía tres ventanas dobles y a pesar de estar cubiertas por cortinas, al moverlas un poco le permitía ver todos los alrededores de la casa. Desde el pequeño camino que cruzaba delante de las casas, hasta la parte trasera de ella dominada por arbustos y monte. En ese momento Jonathan se dejo caer en la espaciosa cama dejando salir un gesto de gusto. Ya no recordaba la última vez que durmió en una cama de verdad y mucho menos tan cómoda.
—Esto si es vida—afirmó él.
—Comparado con los matress en los que dormíamos, esto es el cielo—dijo Alexa al entrar a la habitación guiada por una vela.
—Si, al fin. Pero deberías descansar, dentro de varias horas harás tu guardia.
—Diana cayó rendida y yo no tengo aun sueño. Es curioso no.
—¿Qué es curioso?
—Desde que comenzó este infierno, todas las noches hemos escuchado los rugidos del Cazador, y esta noche no. Se siente extraño, casi inreal.
—Se a lo que te refiere, pero no me sentiré triste si no vuelvo a escucharlo o verlo.
Alexa sonrío y se adentro a la recamara. Colocó en el suelo la vela y se acercó a una de las ventanas. La mujer se había cambiado las ropas pero aun tenia su inseparable gorra y su bate. Ella lucía un pantalón corto con una camisetilla blanca ajustada. Con una sonrisa la chica se sentó en la cama al lado de Jonathan.
—¿Crees que esto funcione?—preguntó ella—. Podríamos tener una vida tranquila y alejada de esa pesadilla.
—Bueno, solo el tiempo lo dirá—respondió Jonathan—. Pero este lugar esta alejado y parece hasta ahora seguro. Mañana lo reforzaremos y exploraremos un poco más. Creo que podría funcionar.
Alexa sonrío y se acostó en la cama estirándose totalmente. Jonathan se recostó a su lado y ambos se miraron con enormes sonrisas dibujadas en sus rostros.
—Deberíamos celebrarlo no lo crees—dijo ella—. Mi hermana esta durmiendo y Michael no nos molestara.
—Creo que lo merecemos—respondió él, además esa camisa debe quitarte el aire.
—Y que esperas para librarme de ella.
—¿Solo quieres que haga eso?—respondió él comenzando a acariciarla.
Alexa se mordió los labios nuevamente y jalando del pantalón a Jonathan lo colocó sobre ella. Jonathan acomodo su cuerpo entre las piernas de la mujer quien solo las estiro un poco.
—Te amo tonto—dijo ella besándolo.
—Yo también te amo—respondió él acariciándole el rostro—. ¿Pero ese amor incluye mis malos chistes y comentarios fuera de lugar?
—Si, pero si no te callas y me besas te golpeare con el bate.
Ambos sonrieron envolviendose en un apasionado beso. Sonrisas, besos y palabras tiernas dominaron el momento. Esa noche convertirían ese lugar en su nido de amor, agradecidos de que a pesar de toda la pesadilla, se tenían el uno al otro.
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El Reino de los Malditos
Science-Fiction¡La pesadilla se ha desatado! Dos grupos, una horrible realidad. Una desconocida y mortal plaga se ha esparcido con rapidez en toda la zona. En poco tiempo miles perecieron víctimas de ella. Ahora sus cuerpos reaparecen hambrientos por la carne huma...