—¡Acaso nadie vio la maldita película!—exclamó Ismael—. La del centro comercial, en la que varias personas se resguarda en el y son rodeados por miles de ellos. La que al final los dos sobrevivientes tienen que huir en un helicóptero. Y más importante, ¿Alguien tiene uno?
—Ya entendimos, no estás de acuerdo—dijo Joan.
Todos se quedaron callados, Andrés cruzó sus brazos molesto por el comentario y Eric solo miro al techo. Esa tarde las diferencias entre ellos se hacían palpables. Juan les había contado todo lo que ocurrió, desde el posible centro comercial, hasta el enorme enjambre de cadáveres. Se encontraban divididos en especial de cómo llegar al lugar. Estaban reunidos en la maltrecha habitación central del refugio, que solo tenía una mesa y varias pertenencias acomodadas en distintas partes. Vannesa colocaba algunas velas preparándose para encenderlas ya que la noche estaba cerca.
—El lugar es enorme, no hay forma que lo hayan saqueado todo—afirmó Joan defendiendo su idea de hacer el viaje.
—También puede estar lleno de esas cosas—comentó Juan—. Y si nos acorralan en su interior, no tendríamos por donde escapar.
—Primero habría que llegar y con ese ejército de muertos se ve muy difícil—aseguró Eric recostandose en la pared.
—Pues conmigo no cuenten—advirtió Ismael—. Ya eh visto esas películas. No voy a ser un bocado para esos malditos.
Sin decir nada mas se levanto con un poco de dificultad y se alejó del grupo recostandose en la esquina en donde se encontraban sus pertenecías. Busco en su bulto sacando unos dulces y comenzó a comerlos indiferente a los demás. En ese instante el temperamento de Andrés empeoro y cerrando sus manos camino hacia el. Con un movimiento rápido y fuerte le arrebató los caramelos bajo la mirada sorprendida de Ismael.
—No haces nada, pero si utilizas todo lo que encontramos—protesto Andrés con su mirada enterrada en el obeso hombre—. Y para colmo tienes el descaro de esconder las cosas.
Ismael se levantó molesto e intentó recuperar sus dulces. Andrés furioso lo empujo lanzándolo de forma violenta al suelo. Sin perder tiempo Juan y Eric intervinieron logrando separarlo antes de que empeorara la situación. Vannesa se acerco a su esposo y trato de calmarlo, pero éste insistía en acercarse a Ismael quien lo miraba lleno de rabia.
—Que bien, los muertos están aumentando y Dios sabe que otras cosas están sueltas y ustedes pelean por dulces—comento molesta Joan.
—Ella tiene razón, olvidemos esto y tratemos de encontrar una solución a nuestro problema—mencionó Juan.
—¿Olvidarlo?—preguntó rabioso Andrés—. Sabes que he cooperado como me exigieron. Mi esposa ayuda también. Y no me acuerdo que nadie le pida a este gordo cooperar. Ni siguiera ayuda a mi mujer con las tareas aquí y eso que se pasa todo el tiempo en este lugar.
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El Reino de los Malditos
Science-Fiction¡La pesadilla se ha desatado! Dos grupos, una horrible realidad. Una desconocida y mortal plaga se ha esparcido con rapidez en toda la zona. En poco tiempo miles perecieron víctimas de ella. Ahora sus cuerpos reaparecen hambrientos por la carne huma...